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Un torbellino llamado The Sadies

Fecha: 16 de Marzo de 2012

Lugar: Sala Sol (Madrid)

Apenas pasa el reloj de la medianoche y la banda canadiense ya rinde su particular tributo a San Patricio con There’s A Higher Power, una de esas tonadas que invitan a elevar una cerveza al aire. Travis Good menea el violín mientras su hermano obliga a compartir a grito el estribillo. Es la Sala Sol, pero podría ser un bar de carretera en mitad de Norteamérica. Una taberna en la que el público llena la pista de baile a ritmo de rock y country, de folk y surf.

Y es que la capacidad del cuarteto para enlazar canciones y melodías de distinto pelaje es difícil de ver hoy en día. Llevados por el carisma de los hermanos Good, la banda se lanza a emular el hilo musical de un spaguetti western para, al instante siguiente, viajar a toda velocidad por el bluegrass más tradicional a lomos de un cadillac. Con el depósito siempre a rebosar, The Sadies desmontan al público por pura acumulación. La vieja fórmula de los Ramones a base de píldoras atómicas (a razón de 25 canciones por hora) sigue siendo de lo más efectiva.

Incluso se permiten de lujo de cerrar el concierto con quince minutos de puro punk garajero y guitarras al rojo vivo. Por si alguno dudaba de sus intenciones. Antes habían probado suerte con su nueva versión en la que las armonías vocales, que recuerdan a los primeros Byrds, se turnan con el músculo instrumental. Tell Her What I Said fue la única muestra palpable de que la banda también se mueve de lujo en distancias largas. Another Year Again, inmediatamente secundada por Cut Corners, completó el repaso a Darker Circles, su última referencia discográfica.

Entre medias todo lo que te puedas imaginar. Psicodelia, hillbilly, rock y un largo etcétera. La coctelera sónica de los canadienses dispara en todas direcciones sin importar su víctima. Con quince años de carretera sobre sus espaldas, este cuarteto se ha codeado ya con nombres como Neko Case o John Doe. Aunque ellos prefieren viajar a solas, compartiendo su fiesta de la música americana allí donde van. En esta última visita a nuestro país, nueve han sido las ciudades que han podido disfrutar con un concierto a la vieja usanza, sin trampa ni cartón. The Sadies prometen y cumplen con creces. Si algo tiene esta banda de forajidos es su capacidad de crecer con cada nuevo giro, de sumar nuevo aliados a su propuesta. El escenario siempre estará de su parte.

Y el público. A pesar de tener un status todavía de culto, la banda canadiense ha sabido granjearse una parroquia numerosa en nuestro país. En un momento en el que muchas de las formaciones que izaron la bandera de la Americana han movido ficha, es de agradecer la fidelidad de The Sadies a la tradición. Bien entendida, claro. Venidos de familia musical, los hermanos Good “saquean” las cuatro rincones del baúl norteamericano convirtiéndolo en una fórmula atractiva al oído moderno. Actitud no les falta. Tampoco brío instrumental. Su candidatura a convertirse en clásicos en vida parece más en pie que nunca. Mientras, su visita a la capital suma ya en el casillero de victorias por K.O.

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