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CHARLES BRADLEY – Victim of Love

Pocas cosas hemos escuchado en los últimos años más sinceras que el grito desgarrado de Charles Bradley en Why is it so hard. Hay que detenerse en ese primer verso: “Por qué es tan difícil triunfar en América”. Porque cuando escuchamos al músico que debutó a los 63 años (No time for dreaming – Dunham Records, 2011), empapado en el sudor del que trabajó como cocinero en un periplo interminable por Alaska, Maine o California, mientras vemos las arrugas en la cara del que vivió en la calle y sufrió la muerte de su hermano en un tiroteo, entonces es fácil entender que, si Bradley lo dice, triunfar en Estados Unidos debe ser jodidamente difícil.

Ahora vuelve el apodado como “The Screaming Eagle of Soul” con su nuevo disco, Victim of Love (Dunham Records, 2013), y se nota que el sonido se ha estilizado un poco, como si Bradley quisiera reflejarse en el elegante y sofisticado soul de los años 70. Ahí se encuadra su primer y romántico single, Strictly Reserved for You, o la luminosa You Put the Flame on It, que podría pasar sin problemas por el último single de Eli “Paperboy” Reed .

No obstante, el perfil setentero de Bradley también tiene su reverso oscuro. En la poderosísima Where Do We Go from Here se pregunta qué mundo dejaremos a nuestros hijos, mientras Hurricane pide a gritos un paseo nocturno en coche por algún gueto de Nueva York. Para rematar la jugada, Confusion, peligrosa y áspera, homenajea a aquel Curtis Mayfield que en su primer disco en solitario (CurtisRhino, 1970) parecía empeñado en llevar la música negra a las aguas más tenebrosas de la ciudad.

Pese a todo, Bradley no desprecia ese estilo sureño que tan bien funcionaba en No time for dreaming. Let Love Stand a Chance es la balada clásica que esperas de alguien que ama a James Brown sobre todas las cosas (se dice que Bradley asistió con 14 años al Apollo Theater de Harlem para ver a James Brown y que por ello se hizo imitador del “Padrino del soul”). Aquí es donde la voz emocionante y rota, hecha añicos como un cristal destrozado, adquiere todo el protagonismo. La mejor prueba es la canción homónima del disco, en la que Bradley canta y sufre sobre un sencillísimo acompañamiento de bajo y guitarra mientras asume que “no hay sitio para esconderse” y que es “una víctima del amor”.

Por supuesto, nada sería posible sin el acompañamiento infalible de la Menahan Street Band comandada por el guitarrista Thomas Brenneck, confesor y cómplice de Bradley. Y cuando se une la maestría instrumental de unos con el sentimiento puro de él aparece una maravilla inigualable como Crying In the Chapel, extraordinaria confesión de un corazón herido de muerte, al estilo Otis Redding, con unos arreglos de viento que llevan el llanto de Bradley hasta el mismísimo cielo del soul.

Ayer le tuvimos en el Bilbao BBK Live, sonriente y feliz por todo, seguramente abriendo sus brazos al público agradecido por haber llegado aquí “a través de la tormenta”. Seguro que, entonces, todos los presentes habrán podido ver en Charles Bradley, además de un músico soberbio, una rareza en nuestros tiempos: una auténtica fuente de honestidad que sabe como nadie lo duro que es triunfar en la vida.

 

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8.5/10

 

PD: para aquellos interesados en el revival soul de los últimos años, resulta indispensable bucear en el catálogo del sello Daptone Records. Ellos fueron los responsables de rescatar a Charles Bradley y de publicar a Sharon Jones entre otros.

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