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Adiós Breaking Bad; Goodbye Mr White

Alerta Spoilers: Si no has visto la serie, sigue leyendo bajo tu propia responsabilidad

Ya está, se acabó. Hemos pasado por muchas cosas juntos, hemos reído, hemos llorado, hemos temblado pero todo llega a su fin. Este domingo se emitía en Estados Unidos el último capítulo de Breaking Bad y lo hacía batiendo su récord de audiencia con 10,3 millones de espectadores. Se ha acabado ese magnífico viaje que empezamos a bordo de un caravana con un tío blanco (Walter White) y un hombre rosa (Jesse Pinkman) que por combustible utilizaban unas pastillas de color azul que ellos mismos cocinaban.

Es muy complicado habar de una serie sin caer en los spoilers pero podemos decir que Breaking Bad se ha ganado un lugar más que merecido entre las mejores series de la historia, entre aquellos productos televisivos que siempre vienen a la mente cuando uno da una recomendación. Su creador, Vince Gilligan, se ha quedado con todos aquellos que alguna vez, entre ellos me confieso, hemos dudado de la necesidad de una temporada más; hemos temido que el afán de alargar la serie nos destrozase los buenos momentos vividos. Nos hizo esperar un año más por los últimos ocho capítulos pero la espera ha merecido la pena. Esta temporada nos ha dejado quizás el mejor episodio de toda la serie y nos ha sumido en un despegue continuo que nos hacía mirar cada semana el calendario para calcular cuanto quedaba hasta el próximo.

Breaking Bad es la historia sobre el descenso a los infiernos de un profesor de química que comienza a fabricar metanfetamina cuando descubre que padece cáncer. Es la única solución que le queda o que ve para no dejar arruinados a su familia. Es la historia de Walter White o de Bryan Cranston que viene a ser lo mismo; al igual que cuando en pantalla veíamos a James Gandolfini y decíamos Tony Soprano, cuando veamos a Bryan Cranston diremos Walter White. Es la historia de un Don Quijote narcotraficante, acompañado de su fiel Sancho Panza (un genial Aaron Paul) que se da cuenta de que los molinos en realidad son gigantes y aún así carga contra ellos una y otra vez. Es la historia de la definición de antihéroe al que amamos y tememos por igual. Es ya historia de la televisión…

Como no podía ser de otra manera, Walter es el protagonista absoluto de un capítulo final que compone un broche perfecto a la historia. Cranston llena la pantalla con una mirada en la que no queda nada de White y sí mucho de Heisenberg, ese pseudónimo con el que veía necesario ocultarse en los primeros años. Paso a paso cierra con maestría todos los cabos que nos quedaban abiertos y lega una sensación de plenitud par alcanzar una meta casi imposible en estos casos: Dejarnos contentos con el final de una serie (ejemplo: preguntad a varios seguidores por su opinión sobre el final de Los Soprano). Incluso la música es una puntada más a la hora de hacernos este traje. Memorable la última canción que escuchamos en la serie: Baby Blue de Badfinger.

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