Ríos de tinta son los que siguen a Dead Can Dance. Banda ecléctica como pocas, asociada de alguna manera con la cultura gótica, ya sea por el nombre del grupo, la estética o los toques medievales que su música ha tendido en varias ocasiones. También ayuda su asociación con el sello 4AD, del cual ha aparecido una cantidad ingente de bandas góticas, post-punk y new wave.
18 años han pasado desde Spiritchaser, anterior disco de estudio. Durante este tiempo los integrantes han hecho, con diferente fortuna, sus proyectos en solitario. El multiinstrumentista y también voz de la banda Brendan Perry,se centró más en tareas de producción discográfica, mientras que Lisa Gerrard no abandonó los escenarios ni el canto para nada: Cinco discos de estudio entre el 1995 y 2009, colaboraciones en bandas sonoras como Gladiator, y con otros artistas como Tarja Turunen ex-cantante de Nightwish u Orbital.
Los discos de Dead Can Dance siempre han tenido influencias claramente marcadas en cada uno, mientras Within The Realm of a Dying Sun tenía el cancionero más oscuro y ambiental, The Serpent’s Egg e Into The Labyrinth nos acercaba a África; en el disco que han sacado este 2012, Anastasis mira directamente hacía la Turquía que colinda con el continente asiático.
El álbum es una partida de ping pong en la que los vocalistas se van turnando en sus canciones: Las cantadas por Perry. más ambientales y con una personalidad más cinematográfica, y las de Lisa, más exóticas y orientales. Claro ejemplo es Children Of The Sun o Amnesia, etéreas y llenas de matices, donde Perry nos lleva a un mundo mágico: Las cantadas por él son los temas más inspirados, con una variedad de matices y de recursos envidiable.
Por desgracia las composiciones a la medida de Lisa como Anasbasis, Agape o Kiko son en exceso parecidas. De hecho parecen la misma canción con apenas variantes. Y por desgracia, son canciones que tampoco dejan a Gerrard explotar su don vocal. Y esta es la desgracia de este disco.
La sensación de desinterés es temprana y aparece a partir del tercer tema por las razones comentadas. Llenar el disco con casi 60 minutos de duración hace adolecer un cancionero que tampoco se puede considerar de los más inspirados dela banda. Lejos en el tiempo han quedado temas como Xavier, Summoning Of The Muse o The Host Of Seraphim, de mismas intenciones pero con una inspiración sin precedentes.
Una obra menor, digamos que olvidable de parte de esta fenomenal banda. Consideremos pues, el disco como un mal menor, al menos han vuelto a los escenarios.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 6/10