Estaba claro que en el Festival Internacional de Cine de Reykjavík no podía faltar el cine autóctono, Mona supone una coproducción entre Islandia y Letonia, aunque está en letón y rodada en un pueblo a las afueras de Riga. La película conjuga con sabiduría la narración de una historia de amor plagada con realismo mágico (que parece haberse puesto de moda, como hemos visto hace poco también con la magnífica Beasts of the Southern Wild). De modo que, entre malos sueños, naturaleza se desarrolla la historia de Mona, una mujer desapegada a la que persiguen tres hombres para casarse.
A lo largo del metraje asistimos a un desfile de imágenes entre lo profano y lo sagrado en un contexto de naturaleza, esto es; escenas en un matadero junto flores, bosques relucientes y demás imaginería que a veces recuerda en exceso a un anuncio de compresas. A pesar de ello, donde la película realmente gana es en los decorados, de una apariencia entre decimonónica y lovecraftiana que están casi tan vivos y omnipresentes como los propios personajes y que ensalzan el film por encima de la media.
También hay sitio para momentos de referencias Freudianas y hasta Kafkianas (uno de los amantes se convierte en bestia en una de las escenas y, tranquilos, no se trata de ningún spoiler) que combinados con la fotografía mutante (de momentos desenfocados a otros completamente realistas o incluso propios de otros géneros como la comedia) consiguen una atmósfera única y disfrutable que converge con ese estilo retorcido y hermoso que sin embargo contiene también errores propios de una principiante en la dirección como es Ināra Kolmane, que a veces tiene problemas estructurales en un relato que va “in crescendo” con un par de escenas que renquean y ralentizan la que podría haber sido una de las películas del año. Si pasamos por alto estos pequeños problemas de edición nos encontramos con una película mágica, repleta de poesía y buenas interpretaciones y cuya banda sonora casa perfectamente con la propuesta.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7/10
