Hablar de VULK, es hablar de una de las bandas con más futuro del panorama nacional en estos momentos. Porque sí, no tiene ni un lustro de vida, pero el descarado cuarteto formado en Bilbao lanzó el pasado mes de mayo su segundo largo en un par de años. Un tiempo que les ha servido para crecer sin precipitarse, tocando en saraos importantes y creando poco a poco un público fiel a su alrededor.
Estar en la nómina de bandas de Jägermusic ayuda, aunque hay que reconocer que el sonido siniestro y a la vez accesible del grupo ha levantado un gran interés desde la publicación de Beat Kamerlanden. Su debut, de 2017, tiene ahora una revalida que contiene un tema menos y que se centra en el lado más melódico del conjunto. Sin temas instrumentales, VULK han ido a piñón fijo y han armado un conjunto de canciones que desprenden su actitud agresiva.
Una entrega que se eleva también en sus directos, como se ha ido demostrando a lo largo de los últimos doce meses. Recordemos que se trata de otra formación surgida de la prolífica cantera de la facultad de Bellas Artes del País Vasco. De ahí están surgiendo un buen puñado de interesantes bandas y la más reconocible a día de hoy es Belako, aunque VULK parece que muestran sus credenciales para seguir los pasos de los de Mungía.
Las influencias son claras y miran directamente a los 70 y 80. Un suculento y crudo artilugio que aparecerá en las listas nacionales a final de año con total seguridad. Como novedad respecto al anterior trabajo nos encontramos dos piezas cantadas en euskera y que forman la base central de un disco de apenas ocho canciones y que entra a la primera.
Precisamente, la segunda de éstas, Urak errenditu, es la más diferente al resto, con unos ritmos delicados y experimentales. “Ahora sí, ¿no?”, se oye, no sabemos si queriendo, al final de fondo. Calmada empieza también la inquietante Behiaren begirada, pero en este caso VULK ofrecen todo su poderío en un éxtasis final.
Del resto, destaca sobremanera el bajo de At the wet columns, que recuerda y mucho al de Kim Deal con los Pixies; los cambios en los temas, pasando de melodías pop a inyecciones de efervescente post punk; y la actitud combativa y punk que desprende siempre el cantante de los VULK. Por otro lado, Julen Alberdi sobresale de nuevo en su labor de guitarrista con su variedad de recursos. Recomendable su otro proyecto con Lester y Eliza.
Producido en parte por Hans Krüger otra vez, Ground for dogs llega para que VULK ladren de nuevo. Así lo hacen en Neu vision, Back to night fight, No muscle y Second heat. Puro derroche de ruidosas descargas, ritmos distorsionados, guitarras adictivas y controlada agresividad. Incluso recogen letras de la obra Songs of Experience del poeta inglés William Blake en una absorbente A poison tree. En definitiva, hablamos de un álbum que de salir de algún barrio obrero de Londres o Brighton ya estaría catapultado por los medios británicos. Sin embargo, ha surgido de más cerca y con la suficiente autenticidad como para creerte que VULK van a llegar lejos.