Fotos: Olga Font
Lugar: Colegio Mayor Luis Vives, Valencia.
Fecha: 15 de noviembre de 2010
Llamadme súper mega macro fan, pero es que, de Telekinesis, lo soy. De hecho, llegué dos horas antes de que empezara el concierto, por cosas de la vida, y presencié la prueba de sonido, a pesar de no poder sacarles fotos, ya que al pedir permiso a los promotores, ya que ellos lo estaban haciendo, me decían que se lo preguntara a ellos mismos y me parecía de una mala educación tremenda, ¡que estaban afinando guitarras! En fin, aparte de ver que Michael Benjamin Lerner, el líder, lo toca todo estupendamente, incluso unos teclados que andaban por allí escondidos, parece que no pudo aguantarse cuando los vio, y que después no salieron (a mí me hubiera gustado que aparecieran para tocar Calling All Doctors, cosa que no sucedió), sonaron de maravilla. Hay que tener en cuenta que el concierto era en una sala pequeña, aunque con excelente acústica, paredes de piedra, de una residencia universitaria, un lunes y gratis, parte de las fiestas de bienvenida a la universidad. Sí, un poco surrealista.
Lo siguiente que me llamó la atención fue la diferencia de miembros, ya que no coincidían con lo que yo pensaba que eran, o sea, con los que están en el Myspace; sólo eran tres, Michael, Cody Votolato, magnífico guitarrista y batería ocasional, y el bajista Jason Narducy, que parece que sólo es miembro en directo, aunque sí aparece en el myspace, pero del resto, ninguno. Vamos, que aunque el que lo maneja todo es Michael, tiene buen gusto para escoger a sus músicos.
He de reconocer que para el concierto yo ya estaba excitada, ya que vi a Michael pasearse por el local antes de que abrieran las puertas, entrando y saliendo, con su mochila y su camisa a cuadros, claro, de Seattle, y estuve un ratillo hablando con él, aprovechando que los promotores no estaban por allí. Le felicité por su disco, y después de agradecérmelo mil veces, educadísimo, el chico, me dijo que pronto iban a sacar otro, que qué tal la gira, cansados pero bien, le pregunté que eso de que cante y que toque la batería no es muy usual y que debe de ser difícil y que si Phil Collins era lo que buscaba y me dijo, claro, claro, ¿cómo te has dado cuenta? (jejeje!), le ayudé a ponerse una tirita en los dedos, sangrando estaba el pobre, de tanto tocar y tocar, una maravilla de corrección y simpatía (me dijo “thank you” dos mil veces), como demostró de nuevo en el concierto.
Empezaron estupendos, muy potentes, la batería suena poderosísima y asombrosa, el bajo admirable y la guitarra muy bien, aunque eché de menos alguna cosilla, que más tarde les comenté. Empezaron muy marchosos, todo el público sentado sin poder parar de moverse, Look to the East, Imaginary Friend, All of a Sudden, y algunas más que forman parte del nuevo disco, buena pinta, a ver qué tal. Más tarde, Cody y Jason se retiraron y quedó Michael solo, con una guitarra acústica con la foto en blanco y negro de un personaje desconocido pegada a ella, misterio que más tarde se pseudo-reveló, para cantar Coast of Carolina, I Saw Lightning, Rust, The Fall, y The Concept de Teenage Funclub, del fantástico Bandwagonesque (1991), tal vez porque han sido sus teloneros, tal vez por recordar, ya que la canción tiene unos decenios y sigue sonando extraordinaria. En un momento, volvieron el resto, Jason se puso a la batería (estos chicos tocan de todo) para Foreign Room, avisando, por prevenir que no quede, que la cosa empezaba suave, pero que luego cogía ritmo y se ponía más cañera. De hecho, Michael dejó la guitarra, Jason se levantó de la batería y volvieron todos a sus instrumentos a mitad de canción para que ese vigor anunciado quedara bien reflejado. En un par de ocasiones, Michael preguntó si alguien tenía alguna pregunta (yo estuve a punto, pero me daba vergüenza, no pasa nada, luego se la hice en privado, e incluso conversaciones entre ellos, muy agradables y majos), a la vez que hacían bromas, tanto entre ellos como con el público.
Momento estelar, deseado y pedido por muchos; Tokyo, alguna más de las nuevas, camiseta mojada de sudor de toda la energía invertida, la potencia con la que tocaba la batería era brutal, y alguna más de las nuevas. Bis de dos canciones después de la retirada, a petición del público, entusiasmado. Retirada gloriosa, largos aplausos.
En la entrada, camisetas, vinilos y CDs, irresistibles. Aparte de mis compras, era el día de “hoy no me niego a nada”, y hacerme una foto con ellos, le comenté a Cody, subrayando que lo hacía en plan crítica constructiva, y después de decirle que me encantó su guitarra (era cierto, toca de maravilla), que había echado de menos que su instrumento se oyera un poco más alto; el solo de Tokyo, parte preferida no solo de la canción, sino del disco entero, no sonó tan alta como suele hacerlo, y me dijo que sí, que podría ser el local o la técnica, y que se lo apuntaba para la próxima. A Michael (tenía para todos) le pregunté de quién era la foto en blanco y negro de ese hombre pegada a su guitarra acústica y por qué la llevaba allí, a lo que respondió que no sabía quién era (¡toma!), pero que la guitarra era heredada de su padre, él fue quien lo pegó allí. Le pregunté sobre él y me dijo que se la regaló después de haberle enseñado a tocarla y que también era músico. ¿Es fan?, curioseé, a lo que contestó que sí, fan era muy, muy fan, felicidades, felicidades, no todos nuestros padres son fans nuestros, le dije, gran risa, qué cordial. Muy bien, misterio sin resolver, bonita historia a cambio. Sólo nos queda esperar el próximo disco, que saldrá en pocos meses y que suene tan bien como el primero. Y si no, que les vaya my bien en la vida, por chicos educados, amables, simpáticos y accesibles.