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Purity Ring+Empress Of en Madrid.

Este sábado, aún con la resaca del drama vivido el viernes, unos cuantos nos acercamos a seguir disfrutando de una de nuestras grandes pasiones a la sala Joy Eslava de Madrid. En ella sucedió algo bastante insólito, relacionado con la calidad «lógica» que podían ofrecernos el telonero (Empress Of) y el plato principal (Purity Ring), ya que normalmente se coloca de forma motivadora a alguien primero para calentar motores, pero del directo de la hondureña/americana Lorely Rodriguez salimos echando humo. La joven y carismática cantante presentó, junto a batería y teclista, su debut de este año; Me, con un desparpajo y una confianza enormes. Su naturalidad, su forma de disfrutar de su propia música, y la misma calidad de su disco hicieron que los 30 minutos de supuesto calentamiento culminasen con Kitty Kat y una ovación enorme de una sala ya bastante llena (parecía claro que gran parte del público había venido a verla a ella). Sin alcanzar un nivel excelente, la cantante reúne varios factores que la convierten en una figura tan agradable, divertida, e interesante (sus letras son muy reivindicativas) como adorable sobre un escenario, pues es un personaje que irradia energía positiva y humildad. Mucho ojo no solo con su genial primer álbum, sino con lo que pueda dar de que hablar en el próximo año, y con un público más amplio.

Después de este genial primer plato llegó el momento de Purity RingCorin Roddick Megan James están presentando en un tour bastante amplio su segundo álbum, Another Eternity. La verdad es que la falta de esfuerzo por lo visual no se les puede echar en cara en ningún caso a los canadienses, con una puesta en escena de lo más atractiva y colorida. Del techo del escenario colgaban columnas de bombillas, que programadas, creaban efectos cromáticos y ondas al ritmo de la música, con un resultado bellísimo completado por el trono de Corin Roddick, que cuando tocaba ciertos samplers o acordes de piano también se iluminaba de forma suave y y melódica, casi sinestésica. Pero tampoco vamos a tirarles demasiadas flores por este tema, puesto que la iluminación es una sección maravillosa que puede mejorar mucho una experiencia en vivo, pero que debería ser revisada después de poner en su justo lugar las partes musicales del set. De nuevo por la parte de Roddick y el sonido de la sala no habría mucho negativo que destacar, pero la voz de Megan James parece no tener un torrente suficiente para las actuaciones en vivo. Mientras la producción semi-industrial, synth pop y casi trap de su nuevo álbum llenaba la sala con una limpieza y una potencia enormes, el canto de James, que se deslizaba entre las columnas de luces, sonaba pobre y bajo, falto de fuerza y convicción, sin terminar de resultar determinante para juzgar negativa o positivamente la actuación.

Personalmente creo que gran parte del atractivo que lanzó a Purity Ring a su posición actual fue la contraposición (funcional) de la dulzura de James con las bases abrumadoras, inquietantes y profundas que lanza Roddick (sobre todo en Shrines). Sólo contemplar la timidez y la actitud infantil de la vocalista sobre el escenario le otorgaba ya cierto toque de adorabilidad, pero no en el sentido en el que anteriormente lo había hecho con Empress Of, sino más bien con un toque de penita y lástima, viéndola luchar contra los poderosos pregrabados que salían por encima de ella para quitarle casi todo el protagonismo (salvo porque era ella la que estaba al pie del cañón). A pesar de esto el balance del directo fue bastante positivo, el público acabó muy entregado a un set de una hora (sin bis) en el que escuchamos casi todo Another Eternity (una interpretación muy literal de los temas, casi robótica) junto a varias canciones clave de su debut de 2012 (Fireshrine, Belispeak, Obedear o Lofticries) y al final hubo palabras en defensa de la música y de París, con la dedicatoria que podéis ver como foto de la noticia. 

Si te gusta el sonido de la banda y eres un fan poco exquisito con los detalles técnicos es muy posible que disfrutes enormemente del directo de Purity Ring, pues su música es de por sí entretenida, divertida y bella. Pero en cuanto trates de entrar a exigencias personales o técnicas, hay que decir que los de Alberta no van mucho más allá con su sonido, y este tomar riesgos es precisamente lo que diferencia los directos decentes de los memorables.

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