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Estrenos… Kauwboy de Boudewijn Koole

No, no es un western, aunque juegue con esa ‘sonoridad’ su título. Kauwboy es, ni más ni menos, que la apuesta con la que Holanda fue a los premios Oscar como mejor película extranjera. Pasó desapercibida por compartir nominación con Amour de Haneke, pero hoy le damos voz a esta entrañable historia que bien podría haber sido también merecedora de la tan ansiada estatuilla.
 
Para ser el primer largometraje de su director, Boudewijn Koole -que ya dirigió en 2007 Trage liefde, un ‘casi’ largometraje de 50 minutos que tenía su aquel-, no puedo más que rendirme a sus pies y declararme fan incondicional. Koole apuesta por la más absoluta sencillez y humildad para tratar un tema tan complejo y siempre doloroso como el del duelo.
 
Quizá sea tan clemente con esta cinta porque siempre me ha apasionado el cine neorrealista y Kauwboy tiene todos los ingredientes necesarios para serlo: localizaciones naturales, una autenticidad que se puede tocar e incluso oler y una trama que refleja sin tapujos la miseria del ser humano. Esa miseria que nos recuerda que estamos vivos, la misma que a veces nos regala momentos de felicidad y a veces nos castiga con dureza, en definitiva, lo que es la vida.
 
Un niño, el pequeño actor Rick Lens, pura energía en movimiento -y de quién a partir de ahora también me declaro fan incondicional-, y un grajo -sí, un grajo de verdad, no un efecto digital-, llevan el peso de la película de una forma magistral. Los dos, niño y grajo, como un ente inseparable, se mueven entre tres dimensiones ‘emocionales’ bien diferenciadas, cada una representada por un personaje imprescindible. Por un lado la figura del padre, que encarna la tiranía y la violencia; por otro, la madre, a la que sólo vamos a ver en fotografías, que es pura bondad y cariño, pero también ausencia; y por último, la niña, reflejo de la picardía, la empatía, la amistad y el amor. En este triángulo encontramos ‘la redondez’ de la historia.
 
Quizá lo primero que haga el espectador al conocer a cada uno de estos personajes sea juzgarlos. Todos muestran una actitud criticable, e incluso denunciable. Sin embargo, y esta es la maravilla de la película, al final del metraje, irremediablemente les perdonamos, les comprendemos, entendemos por qué cada uno actúa como actúa. Está todo pensado para que se nos ablande el corazón sin necesidad de recurrir al pasteleo. Kauwboy no es cursi, es simplemente humana, un espejo de la vida. Y también un manual de cómo criar a un grajo.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 9/10

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