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Videografía: The Cure (Parte 2/2)

El clip ganador de los Brit Awards 1990 retrata mi canción predilecta de The Cure. Susurrante, elegante y decadente hasta el paroxismo, supuso un cenit creativo en la formación británica. Su sensualidad aún se utiliza para calentar las alcobas en noches pícaras. El vídeo juega con esa oscura  inocencia previa al momento clave antes de abordar el beso definitivo que abre la llave del tesoro. Misterio y fantasía para adornar una canción totémica. Sin duda, nuestras dos últimas visitas a la videografía de The Cure reflejan lo que supuso el Disintegration, sin duda uno de los mejores discos de su extensa carrera.

 

Seguimos con el Disintegration. Otro tema mítico, menos sensual, más post-punk, muy personal. Un Robert Smith quasichamánico perdido con su banda en las nieves. Un paraje desolador muy acorde con su estilo visual y una actuación en soledad que se ajusta a lo mostrado en gran parte de esta videografía, ubicado en un nuevo lugar.

 

Esta pieza fue single únicamente en Estados Unidos, donde, sin saber el por qué, se eligió por delante de Lullaby como segundo sencillo del Disintegration. Lullaby se editaría posteriormente. Por lo tanto se trata de un vídeo de consumo yanki aunque a nosotros nos llegara a través de aquella MTV de nuestra juventud. El vídeo muestra una oscuridad penetrante que impacta a pesar de la falta de una historia que enganche. La cara de triste melancolía de Smith llena planos con una intensidad inusitada.

 

Friday I’m in love y el disco al que pertenece, Wish, supuso una renovación del estilo visual y musical de la banda. Un viento de aire fresco, quizás algo necesario tras más de una década de oscurantismo filosófico. Un error en la masterización del tema le cambió el ritmo y la fortuna. Fue un exitazo, llegando al número 6 en el Billboard y triunfando en los premios MTV en su formato audiovisual. Una luz blanca envuelve a la banda que sigue prescindiendo de un hilo narrativo convencional para mostrarse tal cual, sin artificios pero con una luminosidad que impacta por novedosa. Las situaciones que muestra el vídeo sirven para reflejar el estado de ánimo que inspira la canción e interactúan con la banda a lo largo del clip.

 

Otro de los temas más imprescindibles de The Cure es Burn. Con un ritmo más agresivo y un lamento menos interno, la canción integró la banda sonora de la mítica primera película de El Cuervo. La fusión de las escenas del film y los acordes de la banda son una bendición ocular.

 

Robert Smith pensaba que Mint Car tendría una mejor acogida que Friday I’m in love. Nada más lejos de la realidad. Es 1996 y el Wild Mood Swings suena bien. Sigue siendo The Cure pero el listón está tan alto que no se acerca a sus temas de antaño. El vídeo recrea un mundo surrealista muy propio de esta videografía que hoy repasamos, pero ya no es oscuro ni decadente. En los 90 no hay momento para la tristeza crónica y una fiesta de disfraces toma el mando secuestrando los tópicos de los clips que hemos visto hasta ahora.

 

Cut here sirvió para promocionar el Greatest hits de la banda en 2001. Unos Cure muy edulcorados musicalmente y con mucho adorno electrónico retornan al tema del aislamiento en sus vídeos pero sin apostar por la oscuridad y la elegancia decadente. En esta ocasión, el decorado no refleja al grupo sino a la época. Una sencillez decorativa muy al uso y un intento de refinamiento que se queda en un intento bastante vacuo.

 

Single extraído de su disco homónimo. The end of the world muestra una formación con un sonido más rudo, casi perdida y desviada de su sonido original. Como si tratasen de adaptarse a esos años de distorsión y numetal. Eso sí, con resultado discreto. Por primera vez se otorga un protagonismo absoluto a Robert Smith en el clip y se apuesta por una propuesta visual muy innovadora con efectos interesantes para aquellos tiempos. Un buen clip para una canción irregular.

 

4:13 dream fue un disco extraño incluso para The Cure. Muy innovador en su estilo y con influencias bastante interesantes. La apuesta por la guitarra y la distorsión crean un cóctel apetecible. Un viejo teatro sirve para dotar de decadencia a una escena en la que reconocemos lo mejor del estilo visual del grupo.

 

El repaso a la videografía de The Cure supone visitar una de las identidades visuales más significativas y personales de la historia de la música. Elaborada en torno a ciertas obsesiones vitales de Robert Smith y su banda, sus vídeos plasman una y otra vez un mundo peculiar que vive encerrado en la mente genial del líder de la formación. Oscuridad, decadencia, pesimismo, nostalgia. Conceptos hoy alejados de la pompa oficial de los músicos actuales pero que en boca de The Cure suenan a poesía musical y visualmente a cine de autor barato con mucho tino. La imagen que Pope creó a principios de los 80 ya es parte del imaginario colectivo de varias generaciones y otras más siempre tendrán a su disposición un puñado de clips en los que inspirarse y sentirse acompañados en momentos de soledad. Término que nos atemoriza y nos seduce por igual cuando un buen día la descubrimos.

 

Pincha aquí para leer la primera parte

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