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Diez años con La Bien Querida: pinceladas sobre su carrera

Una década después de su despegue en el mundo de la música, la cantautora bilbaína Ana Fernández-Villaverde ha regresado al panorama musical por fascículos. Los tres EPs (de los cuales sus dos primeros títulos ya están publicados), Premeditación, Nocturnidad y Alevosía, componen la vuelta al estudio de la artista.

Continuando con el legado de Ceremonia, evolución constante en otro rumbo distinto al marcado por Fiesta e incluso Romancero, la electrónica continúa formando parte de sus composiciones, pero de un modo más sutil que en su álbum de 2012.

Hagamos un pequeño repaso a la carrera de la compositora que acercó el folklore al indie nacional sin cerrarse fronteras a la electrónica, todo con un toque personal único y una estética caracterizada por su buen cuidado.

Impulsada, en parte, gracias a Los Planetas a salir de su zona de confort – la pintura – para adentrarse en el pantanoso terreno de la música, Ana publicó su debut, Romancero, bajo el pseudónimo de La Bien Querida en 2009. Un nombre con el que ha alcanzado una buena fama que se ha ido propagando conforme sus discos iban siendo publicados.

Acogida por el sello Elefant, Ana no ha dejado de forjar un estilo propio que se ha ido acentuando con los años. Inspirándose en la experiencia propia, las canciones afloran con una melancolía natural que resulta tan discreta como sugerente.

La etapa Romancero, debutante, la más purista y puede que quizá la más emblemática de la bilbaína, una fusión entre el indie español incipiente y un folk acústico algo aflamencado que le daba un aire de diferencia respecto a otras ofertas musicales no menos originales, marcó su comienzo, tras ganar previamente un concurso de maquetas en Mondo Sonoro.

Romancero es policromatismo que acentúa por medio de un virtuosismo melódico sin grandilocuencias y una voz cercana y natural que guía las letras costumbristas que tan bien caracterizan su repertorio.

De lo tradicional a la evolución, concretamente a un mayor acercamiento a otros públicos, más pop. Fiesta supuso un punto de inflexión en la carrera de Ana. Tras ese estilo caracterizado por la fusión previamente mencionada en temas característicos de su primer largo, como en De momento abril, la cantante se adentró más en el pop sin perder su esencia primogénita. Hoy o Queridos Tamarindos se convirtieron con el paso de los años en clásicos de nuestro indie pop, en un álbum algo irregular en estructura pero con buenos temas que ofrecer.

Sin embargo, la controversia llegó en Ceremonia, un álbum electrónico que cambió los paradigmas musicales de la artista. Publicado un año más tarde y empapado de synth-pop sin renunciar a sus letras personales, eso sí, con menos melancolía y más festividad, porque los sintetizadores es lo que tienen.

Con Arenas Movedizas, apertura del disco, saltaron las alarmas de sus admiradores más acérrimos a sus inicios, pero escuchando el álbum en conjunto, la acogida no defraudó a la artista y a su pareja, David Rodríguez, quien le ayudó a arreglar este y su anterior álbum. La progresión de la canción de autor folklórica con toques alternativos a la electrónica más light supuso asimismo un cambio radical en sus directos, borrando todo rastro acústico de estos y sustituyéndolos por teclados electrónicos. Un choque especialmente contrastado para los temas más veteranos, que se transformaron en canciones pseudo tecno.

Volviendo de nuevo a la actualidad, estos tres EPs suponen una extensión en el tiempo (noviembre-enero-marzo), una huella difícil de borrar por su continuismo. Ana ha preferido no ofrecer este nuevo repertorio en pack, sino que va a dejar que los oyentes lo degusten en cómodos plazos estructurados en tres bloques menos coloristas que sus trabajos previos, pero con mayores dosis del lado oscuro de su compositora (no hay más que ver el videoclip de Ojalá estuvieras muerto, tema perteneciente a Nocturnidad).

Una convergencia de géneros en constante modificación; letras cercanas con las que es tarea sencilla empatizar y ritmos con percusiones contundentes caracterizan su música, su arte.

Puede que en estos doce nuevos temas (de los cuales cuatro aún son un misterio) se encuentre el mejor trabajo hasta el momento de la compositora, algo que no es de extrañar, contemplando la calidad de los ocho temas que por ahora conocemos.

Diez años de trabajo duro que han permitido que hoy podamos escuchar la música de La Bien Querida en nuestros oídos, ya sea a base de acordes acústicos, cadencias electrónicas o la calidez de su voz.

Puedes leer aquí nuestra particular visión del segundo EP de este tríptico, Nocturnidad.

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