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10 años de «Un día en el mundo» de Vetusta Morla

Hace 10 años que el devenir de la música independiente de este país cambió para siempre, hace 10 años que Vetusta Morla publicaron su debut, el imprescindible Un día en el mundo. Coincidiendo con la efeméride, vamos a echar la vista atrás y a revivir aquellos días, los inicios del grupo, lo que supuso este álbum y lo que significó para muchos de nosotros que en 2008 seis chicos de Tres Cantos se lanzaran, desde la más absoluta independencia, a conquistar los oídos de miles de personas.

Los inicios

Los orígenes de la banda se remontan tiempo atrás, a 1998, año en el que en el Instituto José Luis Sampedro de la localidad madrileña, seis alumnos empiezan a actuar en diferentes eventos organizados por el centro educativo. A partir de ese momento, a base de mucho trabajo, ilusión y un modo muy natural (aunque arriesgada) de enfocar su vida, el sexteto ha ido superando pequeños hitos hasta convertirse en el fenómeno masivo que son en la actualidad.

El contexto musical en España no era lo más propicio para una formación como Vetusta Morla. Cabe recordar que al poco tiempo de su creación, surgió en nuestro país la explosión de Operación Triunfo. De hecho, la primera maqueta del grupo (13 horas con Lucy) data del año 2000, un año antes de la irrupción del programa televisivo en todos los hogares españoles. Ya sabemos qué ocurrió con el panorama musical, con el negocio discográfico y la manera de entender la profesión a partir de entonces.

Pero Vetusta Morla siempre han ido a contracorriente y el camino fácil nunca ha sido el escogido. Así, tras otras dos demos y con la publicación del EP Mira (2005), la banda empieza a ser conocida en el circuito y sus directos congregan cada vez a más público, actuando en algunas de las más importantes salas de Madrid. A la vista de que ninguna discográfica (independiente o multinacional) apostaba por ellos, decidieron dar el paso por sí mismos, sin ayuda extra ni agentes externos al conjunto. De este modo, la forma de enfocar la publicación del primer larga duración del grupo ha sido siempre un ejemplo auténtica independencia. Es entonces cuando deciden que tienen que autogestionar su carrera y fundan su propia discográfica (Pequeño Salto Mortal) con la que poder editar su debut. Todo cambiaría a partir de ese momento.

VETUSTA MORLA

 

Un día en el mundo. El disco.

La grabación del disco comenzó, con Manuel Colmenero en labores de producción, en una antigua bodega en Alameda de Cervera (Ciudad Real), donde se encontró una reverberación muy especial para el sonido del álbum, el propio Colmenero lo comparaba con la acústica que tienen los estudios Abbey Road de Londres. El LP se terminó de grabar, por fin, en los estudios Sonobox de Madrid y se publicó el 11 de febrero de 2008.

Musicalmente, Un día en el mundo supuso un soplo de aire fresco en el panorama musical español. Tan acostumbrados como estábamos al indie primigenio cantado en inglés o de manera poco inteligible, Vetusta Morla irrumpían en nuestras vidas con un sonido propio muy depurado, cercano al mundo anglosajón y con unas evocadoras y crípticas letras que todos interpretamos de un modo muy personal y asumimos como propias en poco tiempo.

La falta de previsibilidad fue una de las primeras impresiones que tuvimos cuando escuchamos esas doce canciones por primera vez. Había rabia, delicadeza, intensidad, emoción y, por encima de todo, unas ganas enormes de comerse el mundo. Esa energía se transmitía en cada acorde y en cada actuación que realizaban en aquellos días casi compulsivamente. Nos encontrábamos con diferentes capas sonoras, con la voz de Pucho como un instrumento más de la banda, con arreglos cuidados y alejados de la evidencia de aquellos días, pero sobre todo teníamos ante nosotros una colección de temas que en poco tiempo convertiríamos en auténticos himnos.

El misterioso y contenido arranque de Autocrítica, la épica de Sálvese quien pueda, las evocadoras imágenes de Copenhague, la energía de Valiente, la festividad de Saharabbey Road, el sobrecogimiento de Al respirar… Todas formaban un conjunto compacto e indivisible. Los diez años de trabajo previo habían permitido a los chicos de Tres Cantos hacer una cuidada selección de los temas y dar así una enorme consistencia a su primer larga duración.

 

El despegue

Todo lo que les rodeaba parecía estar medido y preparado para cambiar las cosas, para revolucionarlas desde la más pequeña escala. La publicación del álbum en una caja de edición limitada y numerada, con el disco, una pieza de puzzle única (pequeña parte de un todo) en su interior y un documental de la grabación llamado La canción número 13, era un claro ejemplo de cómo tenían planteado afrontar su trayectoria desde ese momento. Todo estaba hecho a mano, de manera artesanal y empaquetado por ellos mismos, lo que otorgaba al conjunto una exclusividad y personalización aún mayor. La fantástica portada (obra de David Martin Page), en la que ese niño nos invita a saltar y seguirle allá donde vaya, ayudó aún más a llevar Un día en el mundo a otra dimensión. Lógicamente esa edición se agotaría en poco tiempo y, rápidamente, se tuvieron que llevar a cabo nuevas tiradas más convencionales.

Vetusta Morla crecían como la espuma y el boca a boca, así como las redes sociales de la época, se encargaban de que la formación tuviera cada vez un mayor reconocimiento por parte del público. A eso ayudó también la gran viralidad que obtuvo su videoclip Otro día en el mundo, en el que mediante un plano secuencia y en una suerte de pieza experimental, se grababa a los componentes del grupo salir de una casa camino a la Fnac de Callao, lugar donde ellos mismos tenían una actuación en ese momento. Así, la canción terminaba justo en el momento de subirse al escenario. Fue una razón más para darnos cuenta de que no estábamos ante una banda cualquiera, estaban dando que hablar con unas credenciales cada vez más fiables. Eran especiales y su destino les pertenecía por completo.

 

La efervescencia del momento

Aún resuenan dentro de mí todas las sensaciones que nos abordaban en esos días a todos los que, poco a poco, fuimos descubriendo a Pucho, Guille, Juanma, David, Álvaro y Jorge. Teníamos un arraigado sentimiento de pertenencia, nos sentíamos parte de algo, pero a la vez creíamos que estos temas y sus creadores eran, de alguna manera, solo para nosotros. Aún recuerdo cómo era sentir cierto estremecimiento al ir caminando por la calle y, al escuchar que en un coche sonaba “¡Hay tanto idiota ahí fuera!”, creernos invencibles; cantar embriagado de emoción aquello de “Mírame, soy feliz…” y realmente sentir que lo eras; encontrarte con alguien al que le gustaba el disco y darte cuenta de que os unía un lazo que tenía más fuerza que años de amistad; asistir en esa época a todos los conciertos en los que el sexteto actuaba cerca de tu ciudad y creerte importante por ello, porque realmente sabías que estaba pasando algo y tú estabas ahí. Es imposible no añorar ni recordar con cierta nostalgia la ceremonia casi espiritual de presionar el botón de play, coger los acetatos donde estaban escritas las letras de cada canción y seguirlas palabra por palabra; viajar con ellas, volar a otros lugares y sentir que, de alguna manera, esas doce canciones hablaban de ti.

Pero aún hay más. En esos días te dabas cuenta de que, a pesar de haber ido a cientos de conciertos de diferentes artistas, nada te hacía sentir tan vivo como los shows de Vetusta (porque sí, desde el principio los llamábamos así, como a unos buenos amigos). Estar totalmente enganchado a los movimientos de Pucho, a la entonación de cada frase, a los momentos de épica sonora, los sentimientos a flor de piel. Recomendar este disco y esta banda a gente que aún no los había descubierto y percibir algo similar a cuando rebelas un secreto, a cuando prestas a alguien ese libro tan querido por ti sabiendo que también va a cambiar la vida de esa persona igual que lo ha hecho contigo.

VETUSTA MORLA

 

Sí, Un día en el mundo, nos cambió la vida a muchos, no hay duda de ello. La magnitud emocional de esos años, las ganas de vivir en un concierto eterno, la realidad de que a partir de ese momento todo sería diferente en el mundo de la música independiente de este país. Los que lo vivimos en primera persona nunca olvidaremos esa época, ni esos directos de urgencia desmedida, de pasión musical desaforada.

El enorme éxito actual, su mayor profesionalización, su globalidad, impiden que la espontaneidad de aquellos días se repita, pero siempre recordaremos que estuvimos ahí y que, de alguna manera, formamos parte activa de nuestra historia musical. Es emocionante recordarlo y es emocionante haberlo vivido tan intensamente. Gracias Vetusta.

VETUSTA MORLA

 

Escucha «Un Día en el Mundo» de Vetusta Morla a continuación:

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