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Listas Crazyminds: Pink Floyd

Coincidiendo con el cuadragésimo aniversario de la publicación de una de las obras magnas de los de Cambridge, The Dark Side of the Moon (EMI, 1973), hace apenas unas semanas EMI y Spotify llegaron a un acuerdo para subir todo el catálogo de Pink Floyd al servicio de música en streaming.

Pink Floyd acabó siendo el epítome de banda dinosaurio que el movimiento punk señaló como corruptor de la música rock; pero antes de que encallase en las cenagosas aguas de la obsesión, en los pleitos por los derechos intelectuales y en una maraña de obras plúmbeas e infinitos recopilatorios, ya bajo la dirección única de David Gilmour, Pink Floyd había dejado un legado inmenso, desde el rock psicodélico de su primera época junto a Syd Barrett, hasta la ópera rock fruto de la mente obsesiva de Roger Waters, The Wall (EMI, 1979).

Hemos preguntado a la redacción de Crazyminds cuáles son sus canciones favoritas de la banda (aun a pesar del carácter de disco conceptual que tienen muchas de sus obras), que os presentamos en la siguiente lista.

 

Wish You Were Here se alza, indiscutiblemente, como el tema más querido por la redacción. El disco homónimo compite con The Dark Side of the Moon por el trono de la discografía de la banda, pero este lánguido lamento por el concepto de pérdida (de la percepción de realidad, pero también de la empatía, de la amistad, de la salud, en claro homenaje al ya exmiembro de la banda Syd Barret, sumido en el ostracismo a causa del LSD y de los problemas psicológicos que le acarreó su abuso) pervive en nuestra memoria y es, muy probablemente, la banda sonora de muchas separaciones.

Como contrapunto a Wish You Were Here o, si se quiere, desde el punto de vista del personaje que pierde la noción de realidad, se construyó, ladrillo a ladrillo, el doble álbum The Wall (EMI, 1979). Una obra vasta, prolija, obsesiva, repetitiva en ocasiones, asfixiante en su tramo final; defectos que hacen que su valoración la sitúe por debajo de otras obras pero que, en cuanto a popularidad, es seguramente la más conocida gracias a temas tan icónicos y reconocibles como Another Brick in the Wall, con el que más de uno ha fantaseado con demoler el colegio, instituto, universidad, oficina o edificio gubernamental opresor de turno.

Una de las características más valoradas de Pink Floyd es la indagación en los aspectos más repugnantes de la cultura occidental. Qué duda cabe que, en la escala de valores del capitalismo, el dinero es el símbolo por antonomasia. Money es un irónico y ácido retrato en el que el bajo retoma el ritmo en el que las monedas tintinean; quizá una de las líneas más fácilmente identificables de la música rock. E, irónicamente también, la canción más reconocible del álbum que lanzó a la banda definitivamente a la fama… y que hizo ricos a sus miembros.

Si Wish You Were Here era una balada sencilla, que pivota alrededor de una doble guitarra, Shine On You, Crazy Diamond es una sinfonía que se desarrolla a partir de los sintetizadores, y que deja que la atmósfera de pérdida y de melancolía se explaye a lo ancho y largo del disco, dividida en nueve secciones. De nuevo, el espíritu de Syd Barrett impregna la composición y, a su vez, la veracidad del sentimiento dota a Shine On You, Crazy Diamond de una universalidad sin parangón.

El camino entre la psicodelia inicial y el gigantismo pasó por el art rock, y un par de pasos antes de la eclosión desde la cara oculta de la luna, justo en medio, aparece Meddle (EMI, 1971), el primer paso en la consecución de los álbumes conceptuales, y cuyo último corte, Echoes, resume a la perfección esa evolución de la banda a un estadio superior.

A continuación, dos ejemplos de esos Pink Floyd primigenios, los precursores de un rock psicodélico con aspiraciones, llenos de referencias a novelas experimentales y a clásicos ingleses. Primero, este Cymbaline, perteneciente a la banda sonora del ignoto film luxemburgués More. Soundtrack from the Film More (EMI, 1969) fue el primer disco sin Barrett; Waters tomó el mando de la nave y dejó la parte vocal en exclusiva a Gilmour, quien sustituía a Barrett.

Pero si retrocedemos más aún, llegaremos al primer elepé del grupo, The Piper at the Gates of Dawn (EMI, 1967), título extraído de la novela de Kenneth Grahame El viento entre los sauces, y considerado como uno de los mejores discos de la psicodelia. Su primer corte, Astronomy Domine, es toda una declaración de intenciones: una canción que expande sus horizontes a escala cósmica; una melodía atrevida y, sin embargo, para nada disonante, y una letra que pretende incluir casi todo en su interior. La demencia de Syd Barrett, mezclada con la no demasiado bien identificada de Roger Waters, marcó parte de las líneas maestras del grupo.

Durante las sesiones de materización de Wish You Were Here, un irreconocible Barrett, gordo, con la cabeza y las cejas afeitadas, visitó el estudio de grabación para perplejidad del resto de miembros de la banda. A Waters, la imagen se le quedó grabada a fuego en la cabeza, y en la espiral autodestructiva en la que el personaje de Pinky cae durante el metraje de The Wall esta imagen quedó plasmada en el momento en que Pinky elimina todo su vello facial y capilar en medio del delirio autoritario. Hey You es otra de esas descarnadas composiciones en las que el loco de dentro le pregunta al de fuera quién de los dos está peor, cuando no ve otra salida que aislarse del mundo. Escalofriante.

Cerramos la lista con dos canciones de las más famosas del grupo. Time, también del The Dark Side of the Moon, incide de nuevo en la temática de la alienación, usando la figura del tiempo que se escurre de entre los dedos y de la vida como metáfora de la insatisfacción de la sociedad. Y Run Like Hell es uno de los momentos guitarreros (influidos ya por el espíritu punk, en el que las guitarras volvían a preponderar en las canciones) más aclamados de la banda y con el que acostumbraban acabar sus shows en directo. Huir del control, del peligro, del estancamiento… Y, si tenemos en cuenta la discografía posterior, la de los ochenta y los noventa, diríase que fue el canto del cisne de una banda que marcó historia para después languidecer.

Y ahora, vosotros también podéis opinar. ¿Echáis en falta alguna canción? ¿Os sobra alguna? Puedes enviarnos tus comentarios mencionando nuestro twitter (@crazymindsweb) con el hashtag #crazymindspinkfloyd.

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