¿Harta de clichés? ¿Empachado por el subidón de glucosa en vena? ¿Escarmentados tras una (o más) relación/es tortuosas?
El mundo real es lo suficientemente complicado como para que cada 14 de febrero nos bombardeen con consignas melifluas a mayor gloria del Día Mundial de las Cajas de Bombones y los Ramos de Flores, y asistamos contra nuestra voluntad perpetran y melosas declaraciones públicas de amor de amigos, compañeros y conocidos para los que el concepto del ese tipo de amor que es el propio ha sido anulado por el márketing cupidiano.
Y lo peor es que buena parte de esta tradición se sustenta y se perpetúa gracias a la música. Desde los míticos Love Me Tender de Elvis y She Loves You de Beatles hasta el actual shoegazing, la idea del amor (platónico, correspondido, anhelado) ha calado hondo. Y buena parte de estas canciones acaban plasmadas en valentines a lo largo y ancho del mundo.
Sin embargo, el pop es un arte tremendamente plástico y con un potencial ilimitado para expresar sentimientos. Desde la sensibilidad, la inteligencia y el talento se han tallado innumerables facetas de ese concepto poliédrico que deja los she loves you en muy último lugar.
Dedicamos esta lista para todos esos amigos que aún no saben qué es el amor de verdad, pero también para todos vosotros, los del miocardio cosido a cicatrices, los que sabéis que el amor puede ser sucio, obsesivo, retorcido, doloroso, inasequible, aniquilador, que a veces es la otra cara del odio o del dolor, y que a veces, o quizá también por todo eso, porque a veces también puede llegar a ser hermoso, os presentamos estas dos horas y media de música que demuestran que, ni siquiera en el pop, el amor es tan cursi como nos lo pintan.
“El amor es un ángel vestido de lujuria”, escribió Bruce Springsteen y cantó Patti Smith en la que quizá sea la canción de amor más prosaica (y más hermosa) jamás escrita. Una oda al amor carnal que seguramente conozca a la perfección Robert Smith. Lovesong es una canción que puede parecer plaga de clichés; en el subtexto, la declaración de amor de Smith a su novia se convierte en la súplica de un músico en gira constante que tiene en su novia de toda la vida un baluarte y una referencia. No en vano, esta canción fue su regalo de bodas.
En el polo opuesto está la cruda descripción de la muerte del amor a causa de la rutina que Ian Curtis al frente de Joy Division narró en Love Will Tear Us Apart. Su declamación casi de autómata sigue provocando escalofríos casi 35 años después.
Exit Music (For A Film) fue el primer destello del celebradísimo OK Computer (Parlophone, 1997), formó parte de la banda sonora del pastiche Romeo + Juliet de Baz Luhrmann. Igual que el original shakespeariano, la canción destila dramatismo gracias al arranque de Thom Yorke, a quien hay que reconocer que tiene una de las voces más expresivas de la escena, por mucho que la esconda tras capas y vocóders.
Para drama, la de los protagonistas de Perfect Day, del añorado Lou Reed. Una descripción casi espartana de un día cualquiera donde subyace la posibilidad de una pérdida, la del ser querido o la del control de uno mismo bajo la adicción. La instrumentación deja los pelos como escarpias, perfecta y envolvente sin acudir a trucos sentimentaloides.
Las dos siguientes también están relacionadas con pérdidas. Someone Great empieza como una recriminación contra una amante para tornarse un lamento por la pérdida de dicha persona; una canción con la que James Murphy demuestra que recursos como la ironía y la hipérbole en seis minutos sirven para impresionar y emocionar.
Es bien sabido que Funeral (Rough Trade, 2004) adquirió nombre y tono a causa de la muerte de familiares y amigos de Arcade Fire durante la grabación del álbum. Crown of Love es toda una elegía a la pérdida, del amante, del amor, que golpea directamente al hígado. Lloros asegurados en festivales.
Con el mismo tono melancólico, pero más sobria que la precedente, The Ocean también resulta más clásica en su estructura: aquí la vastedad del mar conecta con la redención de un amor que sitúa al protagonista, un Richard Hawley dando rienda suelta a su voz de barítono, fuera de la rutina mundana. En manos de Rufus Wainwright, una canción sobre un amor no correspondido, de esos a los que se reclama atención para obtener sólo desprecio, deviene un drama de tintes operísticos.
The Wild Ones mantiene el tono melancólico de una pasión de medianoche a la que Brett Anderson pide que se quede más tiempo para fundir la noche londinense. No hay nada más, pero ¿acaso el amor es algo más? Que se lo pregunten a la protagonista de Underwear, que se percata, mientras el rollo de la noche sube las escaleras, que la decisión de irse a la cama es un error. La fina línea entre el amor y el deseo, la libertad y las cadenas del amor esporádico, una tierra de nadie escabrosa que las letras de Jarvis Cocker exploran una y otra vez.
No podíamos obviar la gran canción de amor obsesivo de la historia. Todos conocéis cómo Eric Clapton le dedicó Layla, el apelativo cariñoso de Patti Boyd, a la mujer de George Harrison, quien siguió conservando la amistad con ambos tras su ruptura y la boda de Clapton y Boyd. Aun el cariz civilizado de la ruptura, Layla es pasión desbocada e irrefrenable.
Pero nadie como PJ Harvey para ahondar en el pozo oscuro de la pasión; qué mejor que el espeluznante Rid of Me para entender cómo es la obsesión sin mesura, violenta y terroríficamente carnal.
Después tenemos la obsesión contraria, la del amante idealizado, el amor platónico, el de “yo sólo quiero ser tu amigo/a” y, bueno, seamos francos, acaba siendo igual de perniciosa pero sin dejar nada claro. Prince se marca en Purple Rain uno de los solos de guitarras que más escalofríos por metro cuadrado produce.
Más obsesiones: la de Nick Cave (que ya es decir) a su arquetipo de amor trágico, al que promete transformación y abnegación, y la de Okkervil River sobre un amor “prohibido”: el amante cuyo objeto del deseo volverá siempre con su pareja, y a quien no le queda otra salida que aguantar o huir. Correr y huir. Parece que el amor es incapaz de permanecer quieto.
Como si el sentimiento en sí no fuese lo suficientemente complicado, muchas veces el entorno, la historia, la edad, las circunstancias, la orientación no hacen más que añadir trabas a la relación. Ya lo dice Perfume Genius: y qué importa todo eso si yo de verdad te quiero… Sí, amigas y amigos, el amor es ciego, e incluso unos dinosaurios como U2 dieron en el clavo a la hora de describirlo y, de paso, cerrar una obra monumental como Achtung Baby. Love Is Blindness es una melodía tan envolvente y sobrecogedora como la noche y el pozo que en ella aparecen.
Pero el amor también puede ser luminoso, y no por eso caer en la ñoñería. Björk toma el Und jetzt ist es still de Horst Winter y lo transforma en un It’s Oh So Quiet radiante, optimista y lleno de energía; una canción que te hace lamentar que la vida no sea en realidad un musical.
La ironía también puede usarse como elemento positivo en una canción sobre la rutina laboral y sentimental, como la divertida Step Into My Office, Baby, de Belle & Sebastian. Y de paso poner en solfa la sociedad y la política. Sí, incluso entre canciones que ensalzan el amor sin más encontramos auténticas joyas que eluden el pastiche y la repetición. Made-Up Lovesong #43,< de los excéntricos Guillemots, contiene chispas, dragones, poesía, y una melodía ampulosa, a medio camino entre el jazz y la psicodelía, que la hace deliciosa como pocas.
El título del disco ya lo decía todo: Loveless (Creation, 1991).Sin embargo, el tsunami eléctrico de My Bloody Valentine contiene odas tan tranquilas como este When You Sleep, que retratan a la perfección el momento en que te quedas mirando embobado a tu pareja mientras duerme.
¿Qué pasa cuando el amor perdura aun después de que haya acabado? No cabe duda del talento superlativo de Manel al describir situaciones de desencuentro y ruptura en medio de escenas cotidianas, tratándolas con ternura y con un grado nada desdeñable de reflexión. Aunque normalmente las rupturas tienen un aire más prosaico y nada sugerente. Y con trazas de miserias humanas que Hefner desgranó en su obra maestra The Fidelity Wars (Too Pure, 1999). Alcoholismo, mal genio, pasotismo, y un verso final demoledor.
Y eso cuando la ruptura no tiene un impacto mucho más trágico. Escuchad la solemnidad de la versión del Hallelujah de Leonard Cohen en la voz del malogrado Jeff Buckley. Bajo las recriminaciones en estas dos canciones corren las lágrimas del lamento; es tan difícil pasar página… Si habéis cortado esta noche, por lo que más queráis, saltaos esta pista. Y la siguiente. Annabel Lee, adaptación del poema de Edgar Allan Poe de la mano de Radio Futura, nos trae otro tipo de pérdida, la más dolorosa. La tragedia parece rugir en cada estrofa, en cada ola que golpea el acantilado y que se desprende de la voz de uno de los narradores y ensayistas musicales más activos de nuestro país, Santiago Auserón.
Ah, los amores imposibles… Pocos son como la triste historia de Annabel Lee, arrebatada por la enfermedad, o como la de Romeo y Julieta; muchas veces somos nosotros que nos empecinamos y nos ponemos los palos entre las ruedas. ¿Cuántas veces habéis lamentado no haberle dicho que lo o la querías? ¿Cuántas veces os han dicho “sí, lo sabía”, demasiado tarde? Ya lo cantaban Comet Gain hace unos años: es lo que sucede cuando ocultas tu amor. Aunque es cierto que, a veces, aún tenemos la sensación de que estamos esperando a la persona adecuada. Quizá maltratados por tantas decepciones, no queramos arriesgar más. Es muy respetable; es más, en ocasiones nos sentimos demasiado frágiles como para intentarlo. Joan As Police Woman lo expresa a la perfección en este To Be Lonely.
Otra persona sola es la chica del piano del Adelante, Bonaparte (Buena Suerte, 2010), y esa declaración de amor a distancia, capaz de salvar una ciudad enferma; o, cuanto menos, de despertar el corazón cansado de B. al inicio del tercer acto de esta obra conceptual de Standstill.
Sea como sea, el amor cuenta con muchas trampas, como hemos visto hasta ahora, y los de Duluth, Low, son especialistas a la hora de describir el lado oscuro del sentimiento. Just Make It Stop, el primer single de su último trabajo, es un hermoso crescendo sobre la forja de un amor que no sea autodestructivo.
Cuando la búsqueda resulta infructuosa y todos los intentos han fallado, no queda más que resignarse porque, a fin de cuentas, no puedes conseguir siempre lo que quieres, aunque, si lo intentas, puede que obtengas lo que necesitas. El clásico de The Rolling Stones perdurará como una de las canciones que te urgirá a seguir adelante. A fin de cuentas, el mundo sigue dando vueltas, y ni aunque te encuentres a tu ex con el anillo de otro, tú sigue adelante. La voz rota de Tom Waits es la de muchos, muchos corazones.
Llegando al final del viaje, nos recogeremos en nuestro pequeño reducto, en este My Little Corner of the World donde nos sentimos seguros y a gusto. Nuestro espacio íntimo, nuestro refugio, un asunto de dos. Una tierna canción de amor de los años sesenta con la que Yo La Tengo cierra I Can Hear the Heart Beating as One (Matador, 1997), sus conciertos y nuestra lista con un toque de paz, dulzura y recogimiento.
Hay muchas más canciones ahí fuera, pues el amor no deja de ser el tema más preciado para los músicos; estas son sólo unas pocas de las que arrojan luz sobre la verdadera naturaleza del amor. Esperamos que esta lista suponga un alivio para este Día de los Bombones. ¿Qué canciones añadirías? ¿Cuáles son tus favoritas?
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