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Por qué las fiestas del Pilar (no) han sido musicalmente birriosas

Es muy fácil redactar un artículo de opinión basándose en un claro sesgo, lo cual conlleva implícitamente desarrollar y defender una idea sin tener en consideración nada más. Lo que es bastante más difícil es redactar algo con sentido constructivo en vez de destructivo, aunque este segundo estilo parezca haberse convertido en una clara seña y tendencia urbana. Debe ser divertido el cobrar por escribir hachazos preconcebidos en vez de intentar cambiar las cosas, porque obviamente para qué participar en algo que implique estar más de media hora delante de un ordenador.

Los medios, apoyados por las redes sociales, se han dado cuenta de que el morbo y el «veamos quién la lía más» son las técnicas que mayor alcance les genera. Y es algo normal, nos encontramos ante una exposición tan ilimitada de información que el querer llamar la atención de los potenciales lectores modernos se ha convertido en un fin. Buenas muestras de ello son la inclusión del audiovisual y la redacción potenciando el clickbait —como decir que los conciertos necesitan parafernalia constante. De esto último no nos libramos nadie que nos encontramos en los medios, independientemente de la temática. Y el que diga que no, miente. Aunque, obviamente, siempre hay grados.

Yo no tengo necesidad de escribir esto, a mi no me paga uno los principales periódicos de Zaragoza para juzgar a determinadas personas o agrupaciones utilizando la música como excusa. Simplemente quiero dejar reflejado lo que yo he vivido durante estas fiestas del Pilar 2018, porque la oferta musical ofrecida no ha sido ni tan birriosa ni tan perfecta. Eso sí, ha estado más cerca de lo segundo que de lo primero gracias a la participación activa de quienes mejor saben cómo es la escena en Zaragoza. Sí, aquellos que realmente promueven la cultura musical en Zaragoza durante todo el año.

Antes de nada, ¿qué problema hay porque me guste David Bisbal o Chenoa? Muy triste que en 2018 todavía algunas personas se sientan superiores a otras por la música que escuchan. Igual es demasiado atrevido afirmar que Kase.O actuando en la plaza del Pilar —juntando tan solo a 98.000 personas— implica denigrar el tiempo pasado y deteriorar el nombre de Zaragoza. Por desgracia para los que tenemos una mentalidad abierta, las décadas de los 70, 80 y 90 pasaron. Y digo por desgracia porque nos toca convivir con personas ancladas en las mentalidades e idolatrías vacías de aquellas épocas.

¿Llevar y acercar la cultura a la calle también está mal? Normal, para qué potenciar que la población tenga más herramientas para pensar y cuestionarse las cosas. Obviamente ver un concierto en la plaza de la Justicia no es lo mismo que vivirlo en la sala Mozart, las condiciones acústicas y el perfil de público asistente va a ser diferente. Pero quizá, solo quizá, lograr que artistas como Jane Birkin actúen en la plaza San Bruno sea la diferencia entre potenciar una sectorización de los asistentes a ese tipo de conciertos y expandir las posibilidades de disfrutar de ello en directo a cualquier persona. Una idea que entiendo no case muy bien con el elitismo, al igual que exigir respeto cuando predicas precisamente lo contrario.

La cuestión de las promotoras y la cesión de espacios para el desarrollo de sus propuestas. Para quienes vamos  al menos con la mayor regularidad posible dentro de lo que aquello que nos da de comer nos permite a estos espacios y eventos durante el resto del año (porque un año tiene 365 días y no 7 días) nos parece un hecho natural y necesario. A quienes llevan la Lata de Bombillas, a la Casa del Loco o a Las Armas les vas a iluminar con tu visión musical y qué bandas hay que traer a Zaragoza y cuales no. Una cosa es comprender que se pueden alternar conciertos en la sala Mozart y en el Avv. Arrebato, otra es tachar de malo e insuficiente todo lo que no conlleve un gasto superior a 50€ en la entrada.

Especialmente el caso de Las Armas, un espacio que constantemente se encuentra en constantes discusiones con la asociación de vecinos de la zona, es el ejemplo perfecto de cómo educar musicalmente. Tres conciertos todos los días del Pilar, una oferta extremadamente amplia (desde Anna Calvi a Bad Gyal pasando por Acid Mothers Temple) y una actitud de todos los asistentes espectacular. El silencio total, en un espacio público, es algo realmente bastante utópico. Pero ver a familias con niños de todas las edades disfrutando gracias a la música es algo impagable y beneficioso para la sociedad. Además, si quieres ver un grupo en concreto seguro que no será porque durante el resto del año no tienes la oportunidad de verlo en la ciudad.

No solo los espacios y promotoras, también otras iniciativas como Bombo y Platillo, Vagón de Lujo o Zaragoza Feliz Feliz han ayudado a que estas fiestas del Pilar 2018 no sean birriosas. Y seguro que me dejo alguna. De hecho, gracias a los segundos tuvimos la oportunidad de disfrutar de Maria Arnal i Marcel Bagés. Y es que, aunque ocurriese hace prácticamente diez días, todavía sigo asimilando el silencio que viví en la plaza de la Justicia durante su actuación. Auténtica piel de gallina. Pero claro, Maria Arnal i Marcel Bagés no son Dire Straits o Pink Floyd.

El caso del Espacio Zity en Valdespartera, que ha sido el único recinto instalado este año, es algo diferente. Y aún así ofrecen lo que la gente demanda: Bustamante, C. Tangana o Vetusta Morla entre otros. Adaptarse o morir, es lo que hay. Pretender vender una idea porque es superior a otra, eso no es lo que hay. Otra cosa son los problemas que en este espacio hayan habido en torno al acceso o precios, eso ya es otra cuestión.

Lo que está claro, en definitiva, es que una gran y variada oferta musical gratuita nunca es algo negativo. Acercar la cultura a la población es algo maravilloso. Es más, más de un museo han sacado sus obras a las fachadas de los museos en los que se encuentran. Pero bueno, considerando que no todos somos tan inteligentes sino que hemos sucumbido aparentemente en la mediocridad y aceptación de lo que se nos impone, por supuesto aceptaremos la opinión de un experto al que se le espera en los diferentes espacios culturales de la ciudad durante el resto del año para que nos ilumine. A lo que sí que no me he acostumbrado es a hacer a alguien de menos, al menos injustificadamente.


Fotografía: Ute Lemper (Fiestas del Pilar. Página Oficial)

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