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Opinión: El cambio ¿es bello?

Hay un bar en mi ciudad en el que hacen un bocadillo de tortilla que me encanta, en mi opinión es el mejor bocadillo que he probado en mi vida. Llevo comiéndolo allí desde que tengo uso de razón. Un buen día, noté que el bocadillo no tenía el mismo sabor de siempre. Es casi imposible no notarlo cuando llevas años comiendo lo mismo. Quise hablar con el cocinero para que me explicara el porqué de esa diferencia. Muy amablemente me aclaró que había puesto un poco más de cebolla en la tortilla, que quería experimentar levemente después de tantos años. Yo le dije que no estaba malo, que simplemente había notado cierta diferencia y quería saber las causas de la misma. Acepté sus argumentos y también acepté que en algunas ocasiones podría encontrarme con un bocadillo diferente del que normalmente me como.

El caso es que hace unos días me senté en mi silla de siempre, pedí mi bocadillo de siempre y cual fue mi sorpresa al ver que me traían un plato de pimientos de padrón. Avisé al camarero para decirle que se habían equivocado de plato, que eso no era lo que yo había pedido. Entonces el cocinero se acercó a la mesa y me explicó que ese era el nuevo bocadillo de tortilla que iban a ofrecer al público. Yo, educadamente, me levanté de mi silla y le dije que sintiéndolo mucho no me veía capaz de fingir que un plato de pimientos eran un bocadillo de tortilla.

Hace un par de meses me ocurrió algo parecido cuando escuché el Kill the DJ de Green Day, y el otro día al escuchar el One Way Trigger de los Strokes. Entonces me asaltó una pregunta. ¿Puede un grupo hacer lo que le de la real gana sin tener en cuenta el público para el que ha estado componiendo en los últimos años? ¿Es lícito grabarte roncando, mezclarlo con una pelea de perros y ofrecerlo como un trabajo experimental?

Muchas bandas se han pasado la vida haciendo lo mismo y les ha ido de maravilla, como los Ramones. Otros se han alejado diametralmente de su sonido con felices resultados, como es el caso de Radiohead. Pero también los hay que han tratado de cambiar y se han llevado palos y más palos. Es cierto que la gente tiene derecho a probar cosas nuevas y a buscar evolucionar, pero tampoco se trata de defender lo indefendible. También es verdad que hay grupos que han sabido introducir cambios paulatinos sin causar demasiados destrozos. Lo que ha hecho Green Day con Kill the Dj lo lleva haciendo muchos años, con cierta naturalidad y sin levantar demasiadas ampollas, Offspring. A veces es cuestión de coyunturas, a veces de suerte y a veces de rodear el cambio de muchos elementos familiares para no hacerlo de manera traumática. Si yo empecé a escuchar un grupo por su sonido guitarrero y de un día para otro se dedican a la electrónica, no hay razón para suponer que me han de seguir gustando. Los más fanáticos de una banda pueden llegar a soportar cambios bruscos, pero todo tiene un límite. Es mi caso con Radiohead. No me gustan. Yo me enamoré de temas como Creep. ¿Deben esperar que Lotus Flower me guste? Un grupo te agrada por una serie de características. Si éstas desaparecen por completo, no hay razón para fingir un orgasmo musical con las nuevas.

He leído también en muchas ocasiones que una gran banda no ha de justificar su trabajo porque no le debe nada a nadie. Eso no es del todo cierto. Un grupo grande suele serlo porque en un momento determinado su legión de fans consiguió que tuvieran una gran repercusión. No es que tengan que llamarles antes de publicar un disco, pero sí creo que esa gente se merece al menos una explicación de por qué se hace un cambio brutal de rumbo.

Es verdad que una banda puede hacer lo que le parezca cuando le plazca, pero entonces debe ser consecuente con los posibles escenarios que se pueden dar, y uno de ellos es que la gente te tire tu plato de pimientos a la cara y se acerquen al bar de al lado a probar su bocadillo de tortilla.

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