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La música sin parafernalia también es de calidad

Lo que gusta en España el morbo, el debate y el opinar. Respecto a los dos primeros aspectos, tan sólo hace falta echar un vistazo a los datos de audiencia de los programas televisivos españoles. Todos sabemos qué programas son los más vistos y su porqué. En cuanto al opinar, que quede constancia que no pretendo sentar cátedra de absolutamente nada —porque para eso ya están los enterados en las redes sociales presumiendo de ello—. Eso sí, debes ser consecuente y recordar que la moneda siempre tiene dos caras e incluso un canto.

Necesitaban un artículo que generase debate y lo han conseguido. El consumo de las noticias por internet es así, por algo el término clickbait ya es algo cotidiano para nosotros. Pero bueno, las cosas son así y hay que ser conscientes de dónde se mete cada uno. En este caso la cuestión son los conciertos y la «supuesta» necesidad de que estos sean tan grandilocuentes que enamoren a Roger Waters, Matt Bellamy y Chris Martin.

No voy entrar a criticar los gustos de nadie, si alguien se cree superior a otra persona por escuchar determinados géneros es alguien con quien no merece hablar de música. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Ricky Martin, Beyoncé, Bertin Osborne… cada uno tiene sus cosas y, obviamente, te gustarán más o menos. Pero es que todo se resume en que, realmente, sólo existen dos tipos de canciones: las que nos gustan y las que no. Y en la variedad y diversidad está el gusto, no tengo ninguna duda.

Dicho esto, generalizar está feo (permitidme esta meta-generalización). «El deporte», «los políticos», «la música», «los conciertos»… a estas alturas igual estaría bien ser sensato y reconocer que no es lo mismo hablar sobre Ed Sheeran que sobre sobre una banda emergente que a duras penas tiene para subsistir, siendo éste uno de los motivos principales por los que los festivales han proliferado tanto, porque son una ocasión maravillosa para estos emergentes tanto a nivel económico —aunque siempre hay eventos que se aprovechan, porque esto es como todo— como para darse a conocer a un público más amplio.

Hay una idea que comparto, los conciertos son puro espectáculo. Eso para mí es un hecho. En lo que no estoy tan de acuerdo es en la necesidad de fuegos artificiales, pulseras de colores, pantallas… Y es que, aunque el show sí es espectáculo, eso no siempre ocurre al revés. Es lógico pagar 80 euros por una entrada y querer tener un recuerdo maravilloso, una grandilocuencia que te haga olvidarte de tus problemas. El problema está cuando pretendes equiparar a Bruce Springsteen con Rufus T. Firefly, estás metiendo en el mismo saco al Real Madrid y al Real Zaragoza. Cada uno dispone de sus medios y eso no implica que una cosa sea mejor que la otra.

No hay que mezclar churras con merinas, cada situación es diferente. Sin embargo, lo que está claro que no se puede exigir es que una banda nacional que te cobra 5 euros por su concierto te ofrezca confeti en una pequeña sala de Salamanca. Está muy bien eso de defender que tenemos que seguir acudiendo a ver música en directo, pero quizá estaría mejor apoyar yendo a salas de conciertos durante todo el año —las cuales sufren constantemente para ofrecer una programación de calidad— y que luego ven cómo los festivales proliferan. Ir al MadCool está guay, pero como complemento. El primer concierto de Vetusta Morla, al igual que ocurre con todas las bandas, fue en una sala.

Ahondando este tema, entramos también en las diferencias entre los pequeños conciertos, los que tienen lugar en los festivales y los de estadios. Cada uno tiene su encanto, puedes ir a ver a Coldplay y al día siguiente a una banda de tu ciudad. Hay conciertos que son puro show pero que no te aportan nada y hay otros que, con tan sólo una guitarra te alegran el mes. Por no hablar de The Cure, Bon Iver, Nine Inch Nails o Nick Cave & the Bad Seeds, entre otros muchos, cuyos directos los llenan tan sólo con música y tan apenas parafernalias. Y eso de esperar que en directo suene mejor que el disco… mejor va a ser imposible, otra cosa es que sea diferente y te atraiga más la propuesta. Eso te lo compro.

En cuanto a lo de que los que están detrás de los conciertos deben ponerse las pilas, ¿se lo planteas a una promotora internacional o a aquellas que están consiguiendo, por ejemplo, que la escena musical de Murcia sea un referente en España a base de trabajo duro? ¿O quizá a la sala de Huesca que está logrando devolver la fuerza de la música a la ciudad? La realidad es que no todo son Justin Bieber —cuyos inicios todos conocemos cómo fueron— y es lo mejor. Qué aburrimiento de mundo y música si todo fuese y sonase igual.

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