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London Calling: Y Prince se hizo carne

Algunos le daban por desaparecido. Otros por muerto (artísticamente, claro). En cualquier caso, Prince ha conseguido despistarlos a todos. Pocos son capaces de mantener un perfil tan bajo y aun así llenar allí donde va. Lejos quedan las entrevistas a tumba abierta y las peleas por ser el artista que más veces llena el O2 londinense de manera consecutiva. El compositor aparece este mes en la prestigiosa revista Mojo a raíz de una entrevista en la que la notica es… ¡que no hay noticia! Esto es, la conversación gira sobre el pasado y el presente del norteamericano, que espera editar su próximo trabajo en los próximos meses. Hay referencias a sus últimos movimientos y a viejas historias. Pero, más allá de eso, la entrevista no creará especial revuelo entre fans y periodistas. Y aun así el artista se las ingenia para aparecer en la portada de la publicación.

Poco amigo de las relaciones directas con los medios, en los últimos tiempos Prince ha medido muy mucho sus apariciones en público, perfilando cual escultor su imagen de cara al exterior. También en lo que a conciertos se refiere. Demostrado que es capaz de vender todo el papel que se proponga, el artista se dedica estos días a presentar sus nuevas canciones en escenarios de pequeño calado y aforo reducido. El Electric Ballroom de Camden y el Koko, ambos en la capital inglesa, son las últimas paradas de un tour guerrillero que el de Minnesota ha realizado las últimas semanas. Sin apenas promoción, avisando en algunos casos apenas unas horas antes del evento, marcando las reglas del negocio del directo. Sólo él podía programar en una misma noche tres conciertos de ¡media hora! sin apenas ruborizarse.

Aburrido de tener que dar cuentas a promotoras y agencias, Prince decidió hace tiempo ejercer él mismo de organizador de sus propios conciertos. Los números salen. Y además evita aquellas costosas y maratonianas giras a las que se ven obligados otros compañeros de la élite musical (U2, por poner un ejemplo). Con el público de su parte, resulta absurdo convertirse en jukebox nómada cuando cualquiera puede comprar un vuelo a Londres por apenas unas cuantas libras. Igual de absurdo que tener que estar pendiente a todas horas de los cientos de canales de comunicación y redes sociales que florecen cada día. A veces menos es más. Y si no que se lo digan a Bowie, que se convirtió en artista del año la pasada temporada con un simple disco y un par de apariciones televisivas. Mínimo presupuesto en promoción, máximo rendimiento.

A pesar de todo no parece que el ‘Príncipe’ vaya a seguir los pasos del ‘Duque’. Sí, en estos momentos hay un disco listo para ser empaquetado. Sin embargo hace tiempo que Prince se dio cuenta de que el negocio no está en la publicación de álbumes. No es que el norteamericano haya estado escaso en cuanto a al ritmo de ediciones en los últimos años. Pero en el fondo, parece que para él (y para muchos) el lanzamiento discográfico se ha terminado convirtiendo en un trámite por el que pasar para poder engrasar la maquinaria promocional. Tanto que casi conviene regalarlo (como ya hiciera Prince en 2007 con su Planet Earth) que gastar grandes sumas de dinero en convencer a unos fans que prefieren escucharlo en Spotify, cuando no simplemente descargarse el single en sus móviles de última generación.

Conclusión. Mejor suministrar las novedades con cuentagotas, que obligar al oyente a escuchar una colección completa. En la era de la playlist, el formato single vuelve a ser el rey. Un terreno en el que Prince siempre fue el primero de la clase. Y si no escuchen su última rodaja sonora en la que los coros y las guitarras tostadas anuncian una de las mejores canciones en lo que llevamos de año. Puede que muchos se muestren incrédulos, pero en 2014 Prince sigue siendo capaz de facturar tonadas redondas. Y, lo que parece más importante en la era del marketing y la crisis de la industria musical, ser capaz de rentabilizarlas.

 

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