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London Calling: La condena de McCartney

paulmccartney

He aquí un caso digno de estudio. El creador de una de las colecciones de canciones más reconocibles de la historia de la música popular teniendo que demostrar sus habilidades como compositor. Enamorado del mito de Peter Pan (permanezcamos jóvenes, aunque sea a base de botox y melodías de plástico), el pop ha olvidado a sus padres. O al menos a los que lo ha interesado.

Mientras un David Bowie ajado por la edad recibe salvas y loas a cada pestañeo, Sir Paul McCartney tiene todavía que ganarse un puesto en las páginas dedicadas al noble arte de la música. Que nadie me malinterprete. El Duque se ha ganado con creces el crédito que atesora. Su fama de camaleón mutante ha hecho que todos nos terminemos creyendo su último gran personaje: el artista sin cara, el músico que no necesita salir en los medios de comunicación ni en las revistas de tendencia para dar la campanada. El gran enigma. Mientras, ‘Macca‘, el Beatle superviviente (teniendo en cuenta que la historia se ha empeñado en borrar al sonriente Ringo), el encargado de llevar la antorcha de un legado convertido en manantial inagotable de reediciones, bibliografía, alabanzas, se tiene que conformar con las migajas. Demasiado peso para un vivo.

Ahora que el calendario de efemérides recuerda por enésima vez la muerte de su amigo John Lennon, conviene poner sobre la mesa una verdad: el auténtico mártir es Paul. Aquel 8 de Diciembre de 1980 no sólo murió la mitad del mayor dúo compositivo del pop, también comenzó la condena de un McCartney incapaz de competir con el mito. Ya saben músicos y demás gente de la industria del espectáculo, mueran pronto y dejen un cadáver bonito. Porque, de lo contrario, terminarán encadenados a la cruel etiqueta del rockero venido a menos, el vendido a la memoria y al dólar, el cantante que se arrastra por los escenarios para asegurarse un lujoso retiro en Hawaii. O en las Islas Caimán. Relegados al circuito de la nostalgia, esperando a que un jovenzuelo con barba de tres días, que descubrió anoche los vinilos de Elvis y Johnny Cash, produzca tu disco.

¿Y toda esta pataleta a qué viene? Pues a que aquel viejo Sir británico, incapaz ya de tapar los signos de la edad, acaba de editar su vigésimocuarto disco de estudio, si dejamos a un lado sus trabajos orquestales y sus álbumes experimentales bajo el seudónimo The Fireman. Casi sin quererlo, como aquel que lleva toda la vida haciendo una cosa y a estas alturas le es incapaz de cambiar de oficio. Sólo el guarismo debería ser motivo de elogio en estos tiempos en los que es más difícil editar un disco que ganar la bonoloto. 24. Claro que habrá quien piense que Mr. McCartney saca discos como churros, que puede permitirse editar un álbum al año porque tiene dinero para ello. Y porque puede. Y porque a ver quién es el directivo que dice que no al compositor de Yesterday y Hey Jude.

Sí, claro, a estas alturas ‘Macca’ puede hacer lo que le venga en gana. Hasta editar una colección de versiones de sus clásicos favoritos como ya hiciera la temporada pasada. Y aparecer en el Jubileo de la Reina de Inglaterra recordándonos que él también se va acercando al invierno de la vida. Y editar un disco de nuevas canciones redondo y rebosante de buenas ideas. Porque, por mucho que le pese a los cazadores de tendencias, a los que se limitan a escuchar el último hype de NME o aquellos que siguen alabando a las vacas sagradas de siempre (que, todo sea dicho, siguen sacando discos de relumbrón. Quien tuvo retuvo), New es un álbum fresco, directo, con la carga justa de oficio, pero sin perderle la cara al futuro. Que para eso el ex-Beatle ha contado con Ethan Johns y Mark Ronson en las labores de producción.

Si no me creen, comiencen con I Can Bet. Estribillo pegadizo, base potente y un ‘Macca’ en perfecto estado de forma. ¿Pero este hombre no había muerto en un accidente en 1966? Si así fuera, su doble da el pego. Y lleva haciéndolo durante casi cuarenta años. Si no me creen escuchen RAM o Band on the Run. O Flaming Pie, por citar obras más cercanas en el tiempo. O, ya que estamos, New. Música nueva, contemporánea, anclada a su tiempo. Y si no me creen, hagamos la prueba del algodón. Si preguntáramos a alguien por una canción que definiera la década de los sesenta probablemente respondería con una canción de los Beatles. ¿Y si hiciéramos el mismo experimento con el año 2013? Ustedes podrán elegir el infinitamente radiado single de Daft Punk. Yo me quedo con Everybody Out There de McCartney.

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