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(Des)encanto: El precio del pasado puede ser demasiado caro

Después de unos cuantos años sin embarcarse en nuevos proyectos —porque a estas alturas su implicación en Los Simpsons ya es algo tan cotidiano y rutinario como el pan—, el productor y escritor norteamericano Matt Groening ha vuelto a la carga a través de una nueva idea titulada (Des)encanto (Dis)enchantment en inglés—. Sin embargo, a diferencia de sus series anteriores, en esta ocasión ésta se encuentra englobada dentro del espectacular proceso de expansión de la plataforma Netflix y no hay ninguna relación con FOX. Una plataforma que ha dejado más que patente su claro respaldo a esta nueva propuesta del creador de Los Simpsons y Futurama a través de una potente —aunque no en exceso— promoción previa. Lógico considerándose de la primera apuesta de este tipo por parte de la empresa estadounidense.

El resultado de esta colaboración —la cual también cuenta con la firma de Josh Weinstein—es, en líneas generales notable. Aunque, como es lógico y también hay que considerar, se encuentra claramente condicionada por el pasado. Por un lado por el propio autor, ya que ese nombre implica la construcción de un muro de similar tamaño al de Juego de Tronos… siendo lo más probable no poder sobrepasarlo de una forma honrosa. A su vez, la propia ambientación de la serie en la edad media —claro guiño a la famosa serie de HBO— nacía, como así se presentaba en el trailer, como un intento de cierre del complejo mundo animado creado por Matt Groening: pasado ((Dis)enchantment), presente (Los Simpsons) y futuro (Futurama). Una nueva idea preconcebida que también termina fortificando el muro que se pretende cruzar.

Eso sí, hay aspectos bastantes llamativos. Principalmente el hecho de que, por primera vez, podemos apreciar una trama claramente definida y que muestra un trama argumental con comienzo y final… de temporada. Un cambio que, no nos engañemos, es una clara adaptación al modelo de consumo de series en Netflix y que resulta ser una diferencia que rompe con lo construido anteriormente en Futurama y Los Simpsons, especialmente considerando que los dos primeros capítulos de (Dis)enchantment se basan en la presentación exhaustiva de los personajes principales. Una vuelta de tuerca, un intento de diferenciarse de un pasado que, al fin y al cabo, él mismo logró que fuese quien boicoteara su propio futuro.

Y es que la realidad es la que es. El mundo —y la competencia— de los dibujos animados para adultos cambió desde el nacimiento de Los Simpsons, evolucionó con Futurama o Family Guy y se ha adaptado a las nuevas tendencias y tiempos a través de proyectos como Rick y Morty, Bojack Horseman, Hora de Aventuras e incluso Big Mouth. Por desgracia, (Dis)enchantment ha visto la luz en mundo hostil comandado por las reglas marcadas por el propio norteamericano hace años.

Si no tuviésemos en cuenta el contexto y el punto de partida del nacimiento de esta serie, muy probablemente estaríamos hablando de ella como una gran alternativa y opción en cuanto a dibujos animados para adultos en la actualidad se refiere. Y lo cierto es que no todo es malo, ni mucho menos. Obviamente, cualquier nuevo trabajo de Matt Groening va a generar unas expectativas muy difícilmente alcanzables, como es el caso de (Dis)enchantment, pero eso no debe encubrir el hecho de que es una serie que ofrece lo que promete.

Como explicaba anteriormente, la presentación de un proyecto de este tipo, con una tan clara línea argumental, muestra una evolución o nuevo planteamiento de Matt Groening. Sin embargo, en este caso ese hecho también ha terminado provocando cambios importantes, siendo claramente uno de ellos un potente y mucho más marcado cambio de tono. Si una de las marcas de la casa siempre ha sido el encubrimiento de grandes verdades y planteamientos humanos a través del humor —negro, inteligente y absurdo—, en este caso todo ello se expresa de forma más directa al espectador. El humor pasa de ser un medio a ser un complemento. Y, en algunas ocasiones incluso parece no terminar de encajar.

Además de la presentación de un argumento que se mantiene constante, al menos durante esta primera temporada, se produce otra ruptura importante: el protagonismo recae casi totalmente sobre una princesa que no encaja en la época que le toca vivir. Una fusión entre Fray (Futurama) y Lisa (Los Simpsons) pero que, en este caso, sí logra generar un pensamiento crítico acerca de diferentes inquietudes humanas como el sentimiento de pertenencia dentro de la sociedad, la búsqueda del sentido de la vida o las relaciones humanas (con énfasis en los sentimientos).

El resultado termina siendo que, capítulo tras capítulo —con aventuras y guiños entre medias—, se termina construyendo y exponiendo la personalidad e intereses de un personaje que destaca por incumplir con muchos prejuicios relativos a una serie fantástica basada en la edad media. Una relación de choque entre lo social y el contexto de la serie en contraposición con lo personal de los protagonistas. Un movimiento muy interesante y necesario ya que, al igual que ocurre con Bojack Horseman, demuestra que las series de dibujos animados han evolucionado y no sólo prima el entretenimiento. Algo que, lógicamente, a quienes busquen el chiste fácil les hará duro poder llegar a empatizar con la serie.

Junto con todo ello, el espíritu Groening sigue presente en cada escena de (Dis)enchantment. Ya que, si bien esta serie denota desde el primer capítulo un ritmo mas sosegado que sus predecesoras debido al hincapié aplicado al desarrollo y presentación de los personajes —una clara distinción con Los Simpsons, por ejemplo—, también mantiene ese espíritu satírico. De hecho, los continuos guiños, referencias y giros ingeniosos —especialmente ácidas las críticas a la sociedad— son los que pueden terminar dejando a flote un proyecto cuyo argumento termina pesando notablemente.

También hay que reconocer que, en muchos momentos, es imposible no pensar que se trata de una copia —dentro de un nuevo mundo Groeniano muy bien diseñado gráficamente— de una fórmula triturada y consumida durante años. Es complicado, de hecho, no encontrar claras similitudes entre los tres protagonistas y otros personajes de series anteriores. Lo que, unido a lo alto que dejaron éstas el listón, terminan generando que las comparaciones terminen siendo odiosas.

Eso sí, otra de las innovaciones que ofrece esta nueva serie es respecto a la introducción de cada capítulo. Y es que, además de que cada uno de ellos presenta una diferente, éstas se componen de imágenes significativas de lo que va a ser el propio capítulo. Una modificación bastante ingeniosa que se añade a una banda sonora compuesta por Mark Mothersbaugh —autor también de las de Thor: Ragnarok y La Lego Película— que logra casar a la perfección. Al igual que las series anteriores, la música de su entradilla termina acoplándose directamente en el cerebro.

En resumidas cuentas, se trata un proyecto en el que se nota que Matt Groening ha tenido que dar más vueltas de las que está acostumbrado. El resultado termina siendo un cambio importante respecto a su marca personal, gracias al personaje femenino como protagonista y al hincapié en aspectos trabajados de manera más superficial en proyectos anteriores. Una nueva serie que dejará vasos medio llenos o medio vacíos… pero no un punto medio. Y es que el pasado siempre termina afectando al presente y al futuro.

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