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VIET CONG – VIET CONG

Canadá, 2012. Tras la muerte de uno de sus guitarristas y problemas internos, la banda Women se separa, pero Matt Flegel, como culo inquieto y creador que es, no se queda ahí parado e inmediatamente después forma una nueva banda junto a Mike Wallace, a la que ponen por nombre Viet Cong. A ellos se unen dos guitarristas para retomar el camino artístico de la formación predecesora, sacando un cassette en 2013 y reeditándolo el año pasado, momento en el que la prensa empieza a recordar que a estos tipos no se los tragó la tierra, que siguen al pie del cañón.
Si hablamos de lo anteriormente publicado por ellos, Cassette era una grabación no sólo de peor calidad, sino de muchas menos líneas y giros que esta, aunque ya de por sí es un buen trabajo que daba esperanzas. Ha sido con este “debut” homónimo con el que los canadienses han dado en el clavo. Formado por siete canciones, y en apenas 35 minutos, Viet Cong nos muestra una paleta de influencias, sensaciones, emociones y colores oscuros. Este breve álbum es uno de esos que te encierra y te contagia a pesar de su sonido rechinante y violento, un cómodo hogar cálido, de rabia, un ser humano dispuesto a reaccionar de mil maneras distintas ante una acción desarrollada por otro, impredecible y potente, con aires a una ola inglesa muerta. Pero, aun así, decir post punk es quedarse muy corto para hablar del sonido del cuarteto, que en algunos cortes juega en la liga de los grandes, y hablando de nombres propios deberían destacarse las canciones largas: March Of Progress, Bunker Buster y Death.
Y es que últimamente nos quejamos mucho de la música alternativa y de los pocos caminos que se han explorado durante 2014, pero la música postmoderna es justo eso, recoger todos los caminos ya escrutados y crear una ruta impredecible y potente que deje al que la escucha entre confundido, admirado, enganchado y desengañado. Pura polémica que levanta la fama de un sonido, y este álbum, como ya he comentado, es una paleta de cosas pasadas colocadas de forma estratégica y sorprendente para dejarnos anonadados. March Of Progress pone inicialmente a prueba al oyente, con un absorbente ritmo que apenas varía en tres minutos, para dar paso a estructuras clásicas con riffs pegadizos. Esta salida de tono de tanta repetición hace que sintamos lo anterior como esencial para la comprensión del sonido de la canción, y agradecidos, podemos casi bailar sobre los últimos compases oscuros y deprimentes que, sin embargo, suenan frescos y esperanzadores para nuestros oídos deprimidos.
Bunker Buster corta de raíz esta positividad con un punteo que suena tan agresivo como una maquinilla de afeitar, mientras nos sobrecoge la batería cansina, entran las voces perpetuas y casi fantasmales a romper toda nuestra esperanza, estando definitivamente a merced de Flegel y los suyos, que sabiéndose dueños del percal sueltan un riff fantástico para volver a jugar con nosotros. Esta canción hay que escucharla varias veces, no solo por lo buena que es, sino por la cantidad de giros que tiene. Sensacionalmente espontánea, no para de evolucionar hasta dejarnos sin fuerzas tras tres minutos sin una sola palabra y puro juego de guitarra.
Continental Shelf y Silhouettes ya las conocíamos como singles. La primera es extraordinariamente oscura con las graves guitarras y la potente voz de Flegel, dando un momento de paz en el estribillo que suena delicioso, pero que dura muy poco, y la segunda es una canción de punk desbocada, de ese punk de finales de los 70 que rozaba el postpunk pero que aún persistía entre la repetición y el sonido lo-fi. Indispensable, pegadiza y tan oscura como las demás, es una descarga de adrenalina brutal antes del maravilloso cierre del disco.
Cuando observas el tracklist y ves que la última canción dura 11 minutos de 35 totales y que se llama Death, ya te puedes imaginar que algo brutal puede suceder. Un implacable punteo y el vocalista cada vez más alterado van dando paso a un crescendo de elementos que funcionan a la perfección. Unos coros dignos de un acto diabólico y acompañamientos graves van haciendo que te tenses hasta que se consuma todo en una dramática pausa (evolutiva) que se alarga varios minutos en una estatismo cada vez más ruidoso, como el período entre la muerte y el viaje del alma, que inesperadamente acaba en el infierno, con un punteo animal al que solo salva el gozo de la oscuridad y de la maldad. En definitiva, un clímax rítmico extraordinario, un destino aceptado y consumado, nuestro espíritu ardiendo y nuestra risa más desbocada, hasta que entre gritos desesperanzados llega la nada absoluta, lo desconocido, el final del disco.
Fantástico debut de los canadienses que ya tienen mucho camino a sus espaldas y se nota en su forma de componer. Aun así, parece que les queda mucho por recorrer, lo cual es esperanzador no sólo para los fans de la banda, sino para el panorama en general.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8,5/10
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