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The Killers – Battle Born

the killersThe Killers vuelven a embarrarse en charcos que no les competen. Desde aquel Hot Fuss de hace casi una década no han vuelto a mostrar esa maquinaria de himnos de estadio que supuso ese álbum, a excepción de Sam’s Town, con la madurez, y un toque tímido del Bruce Springsteen más americano, o Spaceman y Human, lo único destacable de Day and Age. Desde entonces no han ofrecido nada, ni nuevo, ni viejo. Y Battle Born supone un resbalón muy importante.

Y es que ya no tienen margen de error y empiezan a vivir demasiado de sus primeras canciones, porque las nuevas que ofrecen no tienen nada de consistencia. A medio camino entre el pop más Duran Duran que les hizo famosos y un intento vacuo de mostrar de nuevo las guitarras, se queda en una mezcla extraña, que deja indiferente. Es más, pierden ese automatismo que hasta hace unos años tenían de crear canciones fáciles, de estadio, de rápida memorización. Se acabaron las ideas, se les apagaron las luces y cada canción es un intento fallido.

Solamente Runaways es lo más destacado de Battle Born, y de ahí que sea su lanzamiento. Pero es una canción que ni hubiera tenido cabida en Sawdust, ese disco de caras b que es incluso mucho más consistente y alegre que este que nos ofrecen en 2012. Demasiado románticos sin llegar a enamorar, guitarras etéreas, sintetizadores fuera de lugar y baladas insulsas, así son los nuevos The Killers.

Miss Atomic Bomb refleja esa confusión en Brandon y los suyos; pretende ser mesiánica, grande, por momentos pop y pegadiza y no es más que el reflejo de todo el largo, confusa, lenta, llena de retales y no apta para quienes conocimos a los americanos al abrigo de Somebody Told Me o When You Were Young. Y es que no han sabido qué hacer, si continuar con la fórmula básica de sintetizadores, pop y canciones de estribillos fáciles, o recuperar las guitarras de Sam’s Town. Esas guitarras y ese álbum que intentan recuperar con A Matter of Time, imprimiendo algo de rapidez y gritos, pero se queda en eso, un intento. Mezclan todo en un sinsentido. Flesh and Bones, corte que abre el álbum es otro reflejo de ello, sintetizadores y coros pero faltos de ritmo.

No hay canción destacable, y la segunda mitad del álbum comienza a decaer, como The Killers, de forma alarmante, con unos medios tiempos que ni ya controlan, como Heart of a Girl o Be Still, cortes que no servirían ni para cabecera de una serie americana de los ochenta, y llegando, por momentos, a rozar el ridículo.

A The Killers se les apagó la llama de la imaginación, se cansaron, perdieron frescura, y no tienen intención de recuperarla. No serán los últimos que vivan de temas más que dignos y sigan llenando estadios hasta que otros tomen su lugar, ese lugar que ellos tomaron por decreto y perderán por derecho. Y es que cualquier tiempo pasado fue mejor.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS:  3,5/10

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