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Sábado de Sonorama: la mañana de Jero, la tarde de fiesta y la noche de grandes nombres

SONORAMA

La llegada del fin de semana al Sonorama, la aparición de nuevos grandes nombres para la jornada y el buen tiempo que hacía, nos dio la razón a los que sospechábamos que el público crecería. Así fue, y la primera prueba se produjo en los directos del pueblo. Un gran éxito.

En la pelea por un buen sitio únicamente entramos cuando iba a salir a escena Jero Romero, el ahora artista en solitario que nos mostró las canciones de su LP Cabeza de León. Con una banda muy alegre, con un bello baile de caderas al unísono, Jero nos agradeció en varias ocasiones el aguante al calor que tuvimos que gestar para ver un directo que preveíamos pausado por el ritmo de sus temas en el disco, pero que encontró una respuesta de lo más dancing in hell.

El autobús sustituía los conciertos de La Plaza del Trigo y nos llevaba de paseo a la Plaza La Sal. Vimos a Los Chicos tener algún problemilla de sonido, convivimos con los vecinos de Aranda, cuya paciencia es infinita, y tapeamos por el casco antiguo, otra de las grandes maravillas de la localidad burgalesa.

Ya de tarde, y con el concierto comenzado, vimos a Novedades Carminha. A pesar del calor, la formación gallega elevó el ritmo de la tarde y aportó locura a un público, que a pesar de no ser muy numeroso, si que estaba completamente entregado.

Ante la decepción al descubrir que era exactamente y como sonaban The Pepper Pots, nos acercamos a la Carpa este año denominada Bi Frutas, para pasar un buen rato con The Monotones y su fiesta instrumental. Otros años hubiesen sufrido más por los diferentes problemas de sonido. Este año, la mejora ha influido positivamente en el sonido de los grupos. Y entre ellos, más especialmente en agrupaciones como The Monotones.

Respecto a The Pepper Pots, simplemente no me quiero recrear demasiado. Supongo que son de esas ocurrencias que tienen todos los festivales. Y no se trata de no darle ni una oportunidad… Pero en un entorno de nombres como los que luce el Sonorama, da mucha pereza. Por supuesto, para nada considero que sea culpa de ellas, que harían todo lo posible para gustar.

Gracias a esto había guardado fuerzas para el siguiente concierto, que no fue otro que el de El Instituto Mexicano del Sonido. Muy bien acompañados por Alonso, cantante de Napoleón Solo al saxofón, el Instituto Mexicano Del Sonido dio una gran fiesta e hizo reaparecer el sudor que Novedades Carminha había sido capaz de airear. Tal vez lo único criticable de su directo fue que, bien por las ganas o bien por otros motivos, la primera media hora fue muy animada, con todos sus grandes canciones, y al final perdieron un poco de fuelle.

Uno de los mejores conciertos de la jornada del sábado, y seguramente de todo el festival, lo dieron a continuación en el escenario Castilla y León es Vida The Dandy Warhols. Su estilo es un tipo de música que hay que traer y atraer. Traer para que nuestros jóvenes músicos se vean influenciados y, de esta manera atraer seguidores, que tal vez se han perdido en sonidos Cobain, sin darse cuenta de que The Brian Jonestown Massacre (quienes son buenos amigos de nuestros protagonistas), Black Rebel Motorcycle Club o los propios The Dandy Warhols, tienen un perfil tan auténtico como poderoso. Durante algunas canciones parecíamos estar ante la banda sonora de una gran superproducción, con infinidad de escenas de noche (dentro de la nocturnidad arandina había ya más de un Walking Dead).

En un escenario lleno de rosas rojas (como están convirtiendo en tradición) y con un público que sacó a relucir sus abanicos aparecieron en escena Fuel Fandango. No puedo realizar una reseña de ellos sin comenzar por la increíble voz de Nita. Sabemos todos que Ale Acosta hace un gran trabajo y parece pluriempleado. Pero con esa voz, pueden hacer lo que les venga en gana. Por suerte para todos, han decidido formar parte del grupo social que podemos llamar indie (lamento las etiquetas). Después de unos primeros temas del concierto algo vacíos de música, Ale Acosta comenzó a introducir bases electrónicas a las canciones y todo mejoró. Nita y su precioso sombrero de flores agradeció al público del Sonorama que el año anterior, en la Plaza del Trigo, demandásemos su presencia con el ya mítico himno: «Escenario principal!» Para el futuro espero que Fuel Fandango se presente con una pequeña banda, tal vez mayor presencia de cuerdas para potenciar sus rasgos blues, o alguna sorpresa con colaboraciones inesperadas… aunque este evento era el momento. Tal vez sea exigente con los flamencos de Fuel Fandango, pero esperaba más.

Con un poco de retraso (no demasiado) aprecen en el escenario los chicos de Vetusta Morla. Por lo que vimos en el público, el nombre más esperado del día. Y salieron con la intención de no defraudar. Muy en la línea del viernes con Love of Lesbien, dieron un concierto muy clásico, con los temas que suelen tocar en todos sus directos. Pero también, como siempre, deleitaron al público arandino con una infinidad de detalles. Recibieron al público con Mapas y una reivindicación para todos los músicos españoles que se han abierto un hueco, como ellos, y a los que debemos apoyar. También hicieron una reivindicación social y en boca de Pucho dejaron claro que no creían que los impuestos fuesen las solución de nada, para seguir con El hombre del Saco. Con Saharabbey Road desaparecieron del escenario, después de que todos sus seguidores les ayudasemos con otro cántico que se ha convertido en himno festivalero y de sus directos. Nos obligaron a reclamar bis, hasta que volvieron a aparecer. Tuvieron un recuerdo para su directo, tres años atrás en La Plaza del Trigo, concierto que muchos de los allí presentes aún recordamos. Y más que nosotros, parece que ellos.

Posiblemente el momento más emocionante de todo el festival se produjo cuando Pucho hizo su homenaje a Chavela Vargas cantando a capella Piensa en Mi. Y también emocionante fue la ovación del público, demostrando el lamento que les ha producido la pérdida. Y en ese retorno de Vetusta Morla al escenario principal, hubo varias anécdotas más. De las más destacadas fue la caída de Pucho, quien parece padecer hiperactividad y no para sobre el escenario. Entre los altavoces y los cables del micrófono se hizo un pequeño lío, que solucionó cambiando la letra de uno de sus temas diciendo: «A youtube que voy!» Creo que fue el concierto más largo de todo el festival y de los mejores. Sus detalles musicales, sobre todo en la percusión, las distintas funciones que tienen todos, los varios aparatos que tocan… el detalle elevado al máximo exponente musical.

Después de su directo, en frente, dieron su espectáculo El Columpio Asesino. Las fuerzas por mi parte bajaron después de Vetusta Morla y ví con cierta perspectiva y distancia su concierto. Seguramente esto me hizo perder gran parte de los gestos y particularidades del concierto. Pero denoté menos oscuridad musical que escuchando al grupo en disco. Eso sí, la respuesta cuando los pamplonicas tocaron «Toro» fue brutal. Todo el público brincó y cantó con muchísima fuerza. Y es que lleva camino de ser otro de los grandes himnos musicales de los festivales en los que estén presentes, o en los que un dj quiera encontrar el éxito.

Y para finalizar el día, el segundo concierto en dos días de Sidonie. Para ser más correctos, en 36 horas. Dejaron las camisas hawaianas que lucieron en La Plaza del Trigo y se vistieron de punta en blanco, de nuevo con la compañía de David T. Guinzo, quien encaja a la perfección en la guitarra y ficharía de forma permanente sin dudarlo. Con un exquisito manejo de las luces del escenario, Sidonie dejó de lado las versiones (repitieron, con letra en castellano, Kids de MGMT) para presentar El Fluido García. Si bien es cierto que no solo hicieron temas de este disco, presentaron la portada, que les acompañaba en un gran reflejo en el escenario, con un fuerte tono rojo, dando a entender que era algo así como el quinto integrante del grupo.

Cerraron el concierto con El Incendio. Un final mágico que les sirvió como una muestra de poder en el escenario del Sonorama, que veía así como aquellos que aún tuvieran fuerza podían seguir viviendo un sábado de fiesta. Personalmente, después de El Incendio, decidí que lo mejor era buscar la cama para allí, recordar lo que había ocurrido en un día en el cielo musical arandino.

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