Fecha: 10/02/2012
Lugar: Sala Siroco, Madrid.
Siempre es agradable llegar a una sala, Siroco en este caso, y encontrarte a Wild Honey embelleciendo el comienzo de una noche. Guillermo Farré,acompañado de su guitarra acústica llenaba, como acostumbra (sin luces de colores) el escenario de la planta baja de la sala madrileña. Abriendo el preludio de lo que pronto se presentará como una nueva edición del Madrid PopFest.
Voy a decir algo incómodo, bueno, voy a procurar no ser grosera en primer término, porque me pregunto casi cada vez que acudo a conciertos donde hay gente atenta, por qué también hay un elevado número de personas haciendo esfuerzos por no dejar escuchar al verdadero público. Me lo pregunto estos días porque: 1. Como es obvio me parece una falta absoluta de respeto; 2. Realmente, queridos locutores de radio en potencia, no tenéis por qué venir; y 3. En la sala Siroco, precisamente, hay una parte de arriba (es decir) os tomáis una copa, charláis a grito pelado sin que se os escuche y no hacéis que la persona que está tocando se sienta imbécil, ni a nosotros pasar vergüenza por la educación que nunca tuvisteis.
Aclarado este punto, y para que nadie malentienda, Wild Honey hicieron lo que se espera que hagan. La última vez que les vi tocaban también en Siroco, en la parte de arriba. Abajo había un concierto de Death Metal o algo parecido, pero solo se escuchaba en las pausas entre canción y canción. Para que se hagan una idea: Wild Honey llenan más con un xilófono y una guitarra que cualquier ruido externo que se propongo fastidiar lo que han venido a hacer. Y es genial ver que, sea como sea, siempre se les descuelga una sonrisa, mientras agradecen a la organización del PopFest que hayan contado con ellos y terminan de desmenuzar ese Epic Handshakes and a Bear Hug (2010) con la maravillosa Isabella.
“Hola somos Zipper y esto es pop”, fue la apertura de los segundos invitados de la noche. Así se presentaba casi una hora de lo que anticipaban. Los Fresones Rebeldes o Garzón/Grande-Marlaska podrían citarse como referencias en cuanto al sonido, con baterías punk y algo más de rabia, pero suavizada en todo momento por la voz de Mª Mar. Aguda y en algunos momentos quizá más fuerte de lo que nos hubiese gustado, nos invitaba a viajar por el beat. Ellos decían estar viviendo uno de los mejores conciertos que habían dado últimamente y el público respondía.
El público respondía y salieron al escenario Reina Republicana. Y bien, lo cierto es que el debut de la banda con ese disco homónimo después de la publicación del EP, y del Split con Las Robertas para el sello Gran Derby no habían dejado lugar a dudas. Además, la última vez que estuvieron en Madrid, aunque nerviosos, demostraron que suenan.
Pero, con los cambios, vienen los problemas muchas veces. Y aun teniendo una especie de conexión imparcial con las canciones recogidas en este último trabajo, no tuve la sensación de estar asistiendo a un directo a la altura. Quizá fuesen los nervios, o la tonalidad, quizá fuese la sala, el calor, Madrid. Pero Maite, la, además de violinista, nueva vocalista (que sustituye a Amaia tras su marcha) no estuvo a la altura de sus compañeros. Todo entraba bien, había ligereza, comprensión, complicidad entre los miembros. Pero la voz de Maite no es suficiente en directo. Las canciones que suenan completas en el disco sonaban más a cualquier grupo de pop comercial que escuchamos en la radio generalista que a esa mezcla de fuerza y sutileza que marca todo el trabajo de Reina Republicana. Finales abiertos, palabras que se alargaban sobre la letra, entradas desafinadas… Lo más destacable de la noche sin duda Ángeles Pensando en Mí, Que Cunda el Pánico y La Reina.
Algo digno de mención: instrumentalmente (incluido el violín de Maite) los chicos de R.R. son realmente honestos con lo que hacen y el directo es, cuanto menos, respetable. Se notan los ensayos y el trabajo sobre cada tema. Y eso siempre es una batalla ganada. Resulta incluso placentero escuchar todo lo que dicen esos instrumentos en base al pop clásico español. Evocando sonidos y, por qué no, recuerdos de otros grupos en su momento.
Esperemos que el problema vocal dependa del tiempo, y que la próxima vez que vengan, para el PopFest, o dispuestos a llenar una sala más grande los nervios, a lo mejor los culpables más claros, no jueguen con la afinación de la benjamina del grupo.
Que Dios salve a la Reina. Y al PopFest.