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Pony Bravo en Joy Eslava

PONY BRAVO

Lo que pasa con Pony Bravo es que no somos realmente conscientes de lo que tenemos entre manos. De revelación mucho. De lo que entendemos por ‘indie’, nada. Y de música… de música lo que quieran, señores.

Los sevillanos, que iniciaron su aventura con Si Bajo de Espalda no me da Miedo y Otras Historias (Discos Monterrey, 2008) trabajo que, como ya saben, fue incluido en las listas de muchos de los medios musicales más importantes de nuestro país como lo mejor del año. Amén del mejor directo. Reinventaron anoche el concepto de mejor todo. Como ya vienen haciendo desde que viera la luz, hace dos años, su segundo largo Un Gramo de Fe (El Rancho, Casa de Discos).

La experiencia de la primera vez que les vi en Joy Eslava, con independencia de lo que percibí anoche, fue totalmente de encontronazo. En aquella ocasión lo que había eran un puñado de canciones recién salidas del horno. Aquella noche la sala estaba bastante más llena y la expectación respecto al, por entonces, nuevo álbum era mayor. Como cuando sabes que el material ha sido bueno una vez y esperas que, a lo mejor, no lo sea ésta pero acudes a comprobarlo. Vamos, como no. Fue así.

Entonces nos plantearon una apertura irreconciliable con la que nos dejan otras bandas. Porque, como bien ha leído usted en cualquier medio musical que se precie, lo que ofrecen Daniel Alonso, Darío del Moral, Pablo Peña y Javier Rivera no es comparable a lo que hace ninguna otra banda. Al menos en España.

El contenido musical de los discos de estos chicos no se parece a nada que hayamos escuchado antes. En compendio. Bebe de tantas vertientes musicales distintas, y de manera tan sana y tan bien compactada, que uno no sabe bien de dónde viene la sorpresa exactamente.

Los directos de Pony Bravo, aún con la sala algo más vacía (imaginamos que porque llevan tiempo girando con éste álbum y porque la situación económica en general, ya saben, flaquea), aún con el cansancio que, probablemente, vengan acumulando y las dudas que provoca en muchas formaciones eso de llevar tiempo tachando fechas sin parar. Con todas las menciones que puedan ocurrírseme, en esta fracción de minuto que tengo delante, sobre cómo y por qué podrían haber defraudado. Como pasa habitualmente. Estos señores, además de saber lo que se hacen cada vez mejor, mantienen la frescura, la sonrisa y las ganas de disfrutar y de hacer que el público, como audiencia ya CONVENCIDA, les siga fervientemente.

Escuchamos la maravillosa Ninja de Fuego. La divertida, Noche de Setas. La graciosa, La Mangosta. La versión: Whip It (Devo). La crítica: Mi DNI. La referencia, El Guarda Forestal. El hit: La Rave de Dios. La de Teddy Bautista: Super Broker. La nueva: Eurovegas. Y la esperada: El Rayo

Parece que se me llene la boca hablando de Pony Bravo. Pero lo que verdaderamente me rebosa, cada vez que tengo oportunidad de escucharles en directo (sobre todo), es otra cosa.

Los que ya lo han hecho, me entenderán. Los que no, de corazón, no dejéis de procuraros vuestra dosis de fe. Ha bastado un gramo para hacernos creer en lo que hacen aún cerrando los ojos.

GRACIAS.

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