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MARK KOZELEK – MARK KOZELEK

Es curioso como el que fuera líder de los enormes Red House Painters posea cierto aire de impresentable por sus actos y le dediquen textos, artículos y entrevistas sin llegar al fondo de la cuestión “¿eres un gilipollas o te lo haces?”. Porque claro, si atendemos a su talento y carrera musical hay que ser muy personaje para fastidiarla sin serlo. Su última colaboración por ejemplo con Jesu en 2016 (Justin k. Broadrick aka mr Godflesh) me hace dudar. No tengo a Justin por un gilipollas. Más bien su reputación en ese sentido es de tipo peculiar en lo musical y anodino en lo personal. El hecho es que los primeros compases de This is my Town le sirven para, sobre una base repetitiva a modo de loop (¿mount eerie?) sacar sus fraseos que ojo, se atreven a acelerarse en una suerte de “no hip-hop” y no “spoken”.

El hilo es muy fino y si bien enablers o el malogrado Steven Jay «Jesse» Bernstein profundizaron sobre los límites del género parece que mister Kozelek cada vez está más cómodo sin cantar. ¿Recordáis la película I´m still here?. Pues ese estilo pseudo rapeado de traje es en el que ha acabado una de las voces más relevantes del slowcore/sadcore sin apenas entonar tres melodías para contarnos que poco importa su modelo de amplificador ya que tiene su sonido, pero sobre todo, son pasajes cotidianos. Del mismo modo Live in Chicago se apoya sobre unos pocos acordes de acústica para, de forma afligida y lastimera sacar neura y lustre a sus imágenes sobre lo que le rodea. Suponemos que con la sonrisa de quien cree que la realidad es la que él divisa. Ese aspecto de narrador omnisciente y diario abierto. Grabado en hoteles y estudios de San Francisco, debería ser el primero de varios trabajos que pretende publicar en este 2018.

Únicamente unos coros se unen a su voz en algunos momentos para darle mayor profundidad. The Mark Kozelek museum es quizá más etérea que las anteriores en sus arreglos, menos percutiva si fuera eso posible. Al final son recuerdos reales y manipulados con el tiempo y la intención de ponerlos hoy día en unas canciones. Pasa de un recuerdo con una chica de 21 años que quita cristales para sellar la eternidad a una conversación con Ariel Pink. Algunos coros navideños. Un doble cd de 88 minutos que sólo nos hace pensar lo increíbles que eran Red house Painters en su música, sus melodías y sus letras. Que nos hayan robado con los años dos de esos elementos para considerar que sus letras son lo suficientemente buenas como para que este sea el verdadero Mark Kozelek. Normalmente, cuando una banda titula a su disco de forma homónima a la banda se estila eso de “es el disco que mejor representa nuestro sonido”. Y por si fuera poco nos mete fraseos jazzeros de hotel de 5***** y terraza.

My love for you is undying es un compendio de desesperanza que sólo se ve salvado por el propio título de la canción, pese a que nada funcione, en ese fango Mark retoza y se deja llevar. Weed Wacker instrumentalmente aporta una mayor complejidad en sus arreglos pero al final parece necesitar meter nombres más o menos relevantes para provocar algo. Sin esos nombres su figura queda deslavazada, anodina. Insignificante y sólo podemos sentirnos ante alguien con dudas, con necesidad de reafirmarse. Inseguridad casi sonrojante cuando el objetivo es otro. Hastío de hotel en medio de una gira y escritura más o menos espontánea. Bocetos sólo para muy fans llenos de guiños a referentes en un ejercicio casi de poner absolutamente todo lo que sucede frente a sus ojos. Sublime, de hecho, menciona al cantante de susodicha banda, y por si fuera poco, recuerda el modo de su fallecimiento. Momentos más soleados que coinciden con surferos para volver a su creativo ejercicio de estilo en el que nos comenta que a veces, se queda sin palabras. Good Nostalgia ya empieza ponerme de mal humor, quizá como EP hubiera sido suficiente ya que sus textos a veces no pasan de “he visto un cartel de blablablá”, es decir, no hay mensaje más allá de un mero ejercicio descriptivo. No hay fondo. Es todo forma, y para alguien del supuesto talento es llegar a lo más bajo.

Ahí sólo te queda decir que la quieres y acabar así el tema. 666 post armónicos de fondo y un pobre ingeniero de sonido que espero no tenga que aguantar la turra de mr. Kozelek y que haya disfrutado como nadie de este disco ya que esta incontinencia podría haber recaído sobre él. The Banjo Song llega demasiado tarde, no puedo evitar pensar en la tomadura de pelo que ha perpetrado Kozelek con diversas coartadas en diferentes momentos sin hilar nada en absoluto, únicamente como ejercicio descriptivo-narrativo en demasiadas ocasiones carente de fondo o sentido. Que si bien, podría haber tenido cierta gracia, al ser tan aburrido lo que cuenta y obstinado, veo la tv pero veo a Al Gore por ejemplo, en lugar de comentar otras referencias televisivas. Es decir, es más importante qué se esconde detrás de ese sopor en el que él se ve sumido.

Curioso al menos el papel de los/as niños/as que se presentan en diversos pasajes y que en todos los casos dan un mensaje. Young ridick Bowe con cierto deje afro, nos lleva a recordar una figura de un héroe sobre el que se plantea dudas pero acaba con algo que avanzábamos, se cree o pretende mostrarse como alguien más listo que el resto para acabar desdiciéndose como alguien que está en el fango. Cried during Wall Street muestra su dualidad entre el último te quiero a alguien a quien quieres y el miedo que eso provoca y los/as celosos/as cuando llevas a cabo proyecto como un genio que remata con cierta autocomplacencia y lavado de cara porque al final sólo está pensando en su bebé.

En resumen, una mezcla de elementos descriptivos cotidianos en un ejercicio de estilo que probablemente sólo motive a quien cree que Mark Kozelek es alguien, con sus cientos de referencias, interesante como para ser el protagonista de una obra narrada en los descansos de los conciertos estando de gira. Desmitificando tanto a la persona como al artista a la par. O es un genio (eso le daría un 10), o nos toma por tontos/as (lo cual supone un 0). Como uno es estadista 10 + 0 = 10, y 10 / 2 = 5. Moraleja, no subestimes nuestra paciencia ni nuestra inteligencia Mark.

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