Si la leyes en Madrid no se posicionan especialmente amables a favor de la música y de la cultura en general, hoy, por fin, hemos avanzado unos pasos.
Desde 2002 ha habido una ley que literalmente impedía a las salas de conciertos dejar entrar a menores cuando todo el mundo piensa que la música es un lenguaje universal que no entiende ni de años, ni de colores ni de ningún tipo de calificativo. Este problema se hacía extensible incluso a que un menor pudiera tocar en directo si no tenía la edad indicada. A partir de mañana, la ley de Espectáculos Públicos será parte de nuestro tenebroso pasado dejando paso a un modelo de ley bastante más renovado.
Aunque nos consta que los jóvenes que van a conciertos posiblemente pasen totalmente de tomarse una copa y/o cerveza debido básicamente a que los precios son bastante discriminatorios en este aspecto, sino que van a ver a sus bandas en directo, estarán identificados si hace falta con una letra escarlata para que no lleguen a la barra. Agradecemos la forma de velar por la salud de los jóvenes, pero, posiblemente, no sea su principal objetivo.
Aún recuerdo el día que me responsabilicé de una joven que quería entrar a un concierto pero tenía 17 años. A uno se le cae un poquito el alma a los pies cuando ves que un posible estudiante se ha dejado los ahorros en un concierto y se queda mirando en la puerta, viendo pasar al resto.
También huelga decir que esta ley era algo más laxa por no decir mucho según el recinto, es decir: Esta ley afectaba mucho más a las pequeñas salas que a los eventos de gran magnitud ya que desde luego, hay conciertos en los cuales hay 90% de jóvenes y un puñado de padres sufridores. Nos alegramos mucho que la equidad haya llegado a este lugar y que el medidor de años se haya quitado de todas los espacios, no sólo de aquellos que eran tan rentables.
Gracias a plataformas de apoyo a esta idea como ¡Queremos entrar! o el festival Festeen, la juventud podrá volver a disfrutar junto a quién quiera de la música en vivo sin que le cuestione por su edad. Es surrealista que haya festivales que apoyan la inclusión infantil y comunidades autónomas tan carcas.
Será un placer compartir codo con codo miles de experiencias con las nuevas generaciones, tenemos también mucho que aprender de ellos.