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Leonard Cohen: Cuando la poesía decidió vestirse de traje

LEONARD COHEN

Deberíamos agradecer, en ocasiones, esos caprichos macabros del destino. Como esos que han llevado a Cohen, el viejo poeta, a realizar una nueva gira por motivos económicos. Esa poesía que le perturba y nos encandila, durante casi cuatro horas, y despierta esa sensibilidad escondida al ver a un hombre de setenta y ocho años enamorarte aún.

A eso vino Leonard ante un Palacio de los Deportes de Madrid rozando el “sold out”. Con la excusa de la presentación de Old Ideas, y con un “no se cuándo volveremos a vernos, pero esta noche daremos todo lo que tengamos dentro” se presentó junto a sus trovadores para recitar poema tras poema. Treinta y tres cortes, de los cuales solamente cuatro de su nuevo trabajo fueron de la partida, siendo el resto un repaso exhaustivo de su carrera. Es fácil comenzar con Dance Me To The End Of Love o continuar con The Future y Bird On A Wire, pero lo difícil es mantener esa pose de caballero, de amante clásico, y unir al respetable al son de una voz irrepetible, y enamorar, uno a uno a los allí presentes para recrear pequeñas veladas, individualizadas, únicas.

Con unos músicos elegidos a conciencia, coristas, violín, piano, guitarra. Los ingredientes anunciaban algo perfecto. El sonido alcanzó el virtuosismo esperado de alguien que comenzó a arrancar ovaciones de manera irrepetiblemente fácil. Llega el descanso. A la vuelta Cohen muestra credenciales al mando del teclado con Tower Of Song para, seguidamente, disparar Suzanne. Con guitarra en mano, y con la complicidad que desprende con público y músicos, se dedicó el resto de la velada a ir desgranando uno a uno los mejores puntos de su vida, con canciones como Night Comes On, The Guests o The Gypsy’s Wife. Folk, blues, country, música española  y hasta soul. Todo tuvo cabida en un evento a la altura de quien lo representaba. Incluso sus coristas, las hermanas Webb, deleitaron con Coming Back To You, o Sharon Robinson, con Alexandra Leaving. A medida que pasaban las horas, cada vez fue más notorio que el final iba a ser mejor de lo esperado, y todo se confirmó cuando las notas de I’m Your Man o Hallelujah.

Pudo poner final, aquí pero hasta tres bises dieron paso a temas como First We Take Manhattan, So Long, Marianne o Famous Blue Raincoat, cuando el público decidió no volver a tomar asiento para corear una tras otra. Closing time, I tried To Leave You y su versión de Save The Last Dance For Me de Drifters pusieron punto y final a una velada romántica de casi cuatro horas. No sabemos si será la última vez, probablemente si. Pero sus letras permanecerán eternas.

 

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