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Las propuestas del cine independiente para el resto del año

Como cada año, el Festival de Cine de Cannes exhibió gran parte de las películas que más darán que hablar en cuanto lleguen a las salas. Este año la cosecha ha sido más internacional que nunca, y es que incluso el cine independiente norteamericano se ha nutrido de directores foráneos para sus producciones pero también un nueva horda de cineastas de todas partes con suculentas nuevas ideas cinematográficas.

Ejemplos de esta tendencia son el danés Nicolas Winding Refn (Drive) o el italiano Paolo Sorrentino (This Must Be The Place). En el primer caso, el premio a mejor director en el citado festival de Cannes asegura una buena cantidad de premios en meses venideros y, puesto que se trata de una producción estadounidense, está en una posición privilegiada de cara a los Óscar. Su premisa es sencilla; un especialista de Hollywood (Ryan Gosling) se ofrece como conductor de huidas para atracadores de bancos. Al parecer, las reacciones de quienes la han visto son entusiastas y resaltan el buen dominio del tempo, lo que la convierte en una de las cintas más esperadas de este año.

En cuanto a Paolo Sorrentino, autor de la exitosa Il Divo, es ya un imprescindible de Cannes. Con This Must Be The Place se enrola en una producción internacional de descarada estética indie aunque con un presupuesto que ronda los veinticinco millones de euros y que narra las desventuras de un rockero (Penn) en clara decadencia que busca la reconciliación con su padre moribundo. Una historia algo vista pero que cuenta con la baza de una curiosa caracterización de su actor protagonista, que puede poner la oportunidad en bandeja a Sean Penn para alzarse con su tercera estatuilla dorada, aunque todavía es pronto para vaticinar y más teniendo en cuenta la escasa repercusión del film entre la crítica.

Otra de las grandes apuestas del año nos la propone la escritora australiana Julia Leigh, que se ha lanzado a la dirección partiendo de su propia novela Sleeping beauty (La bella durmiente), según las críticas una muy interesante revisión yonki del mito infantil.

De otra parte del mundo, Turquía, vuelve Nuri Bilge Ceylan, que volvió a deslumbrar a la crítica con Once upon a time in Anatolia; una extensa película sobre la búsqueda de un cadáver una noche y que supone su vuelta al cine de su polifacético director, también fotógrafo, tras la multipremiada Tres monos(2008). Atención a esta cinta porque puede ser la revelación independiente del año; la crítica la admiraba a los mismos niveles que El árbol de la vida, la película de Terrence Malick que finalmente obtuvo la Palma de Oro. A pesar de ello, no cabe duda que no será apta para todo tipo de público, no hay más que fijarse en su reflexión sobre el cine: «El cine puede mostrarlo todo, incluso el aburrimiento es interesante».

Por otro lado, además de Malick este año veremos lo nuevo de otro peso pesado, Lars Von Trier, que nos traerá su particular visión del fin del mundo con su Melancholia, que viene precedida de la enorme polémica que causó durante la rueda de prensa en Cannes al afirmar que entendía a Hitler. Más allá de sus intervenciones, su propuesta viene abalada por la crítica más dura, que no suele regalarle nada a este autor, con lo que las expectativas son muy altas.

Desgraciadamente,

para poder ver todas estas películas en pantalla grande tendremos que esperar, en el mejor de los casos, a final de año, coincidiendo con la temporada de premios cinematográficos, dejándonos un verano saturado de blockbusters de superhéroes y comedias románticas para refrescar las hormonas veraniegas pero desértico en cuanto a estrenos de calidad.

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