Desorden es el nombre del álbum debut de La Plata, lanzado en marzo de este mismo año. Un álbum en su punto, de melodías aceleradas, que te hacen despegarte del suelo mientras no paras de dar vueltas a las verdades de sus letras, honestas y desencantadas con la vida.
Tras conocer Desorden, supe que tenía que ver a La Plata en directo; comprobar en primera persona la puesta en práctica de un sonido tan necesario para la escena nacional actual. Tuve la oportunidad de hacerlo el pasado sábado 21 de abril en la Sala El Sol de Madrid, una de las paradas en que los valencianos han decidido presentar los diez temas de su trabajo.
En esta ocasión, como teloneros, los bilbaínos Vulk ofrecieron un breve pero bestial entrante de post-punk, de pocas palabras, voces desgarradas, progresión y gran expresividad sobre el escenario.
Con su debut Beat Kamerlanden publicado el año pasado, Vulk llegaron a la Sala El Sol puntuales para dar todo de sí y hacer la boca agua con ese sonido que lograba transportar a otro tiempo y lugar al público de una sala cada vez más llena.
Y se hizo La Plata
Y de repente, se hizo la luz. Los primeros acordes de Fracaso estaban sonando con el quinteto valenciano sobre el escenario. Esa mezcla de synth-pop y post-punk, de letras agridulces, reflexiones sobre el presente y sobre la vida, había llegado a la Sala el Sol de Madrid.
Y yo, si bien me esperaba un concierto desordenado, de gamberradas, gritos al aire, interludios extensos en que los valencianos compartiesen con el público aventuras varias, me di con la realidad de bruces.
Comprendí que la esencia de La Plata está en su introversión: una puesta en escena tan correcta como explosiva, en que la música es la principal preocupación. Ocasionales sonrisas tímidas, miradas de complicidad, pero sobre todo concentración en lo que cada uno aporta: un sonido exacto y brillante que no sin motivo ha convertido a Desorden en uno de los álbumes más aclamados de este año.
Y es que, si no fuera por esa actitud, los chicos de La Plata no serían quiénes son, no escribirían esa letra, tocarían de esa manera ni llegarían a tantas personas de la forma en que lo hacen. De esta manera repasaron, por orden, los distintos temas de su álbum debut, ante un público menos salvaje de lo que yo había ideado pero mucho más comprometido con su música.
Los etéreos teclados de Patricia Ferragut, la energía de las guitarras de Diego Escriche y Salvador Frasquet, el bajo acelerado de María Gea y la percusión de Miguel J. Carmona se ensamblaron a la perfección, demostrando que el directo es sin duda la mejor cara de Desorden.
Los honestos estribillos, en la mayoría de los temas como Me Voy, Miedo, La Luz o Un Atasco, parecían sacar a grupo y público de su trance para acortar las distancias y sacar el lado más emocional de ambos. Tras el último tema de Desorden –mi favorito, Me Miras Desde Lejos–, los valencianos sorprendieron con una versión acelerada del tema Nuclear Si, de Aviador Dro.
La brevedad del concierto -no podía ser de otra manera- me dejó con ganas de más. Y también a un público que, tímidamente, pidió un «otra, otra» hasta que la inminente música de la sala acalló su petición.
No hay duda que La Plata tienen algo increíble entre manos, y sé que sabrán aprovecharlo. Por ahora solo queda volver a verles en la temporada de festivales (Tomavistas, Monkey Week, Vida y Low) y repetir las escuchas de Desorden, tratando de revivir fútilmente –pues la vida es así– el memorable directo de los valencianos.