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La noche de los Goya acaba diciendo que ‘No habrá paz para los malvados’. Te contamos cómo fue.

PREMIOS GOYA
La ceremonia de entrega de los premios Goya de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España acaba convirtiéndose, año tras año, en uno de los eventos más esperados de la temporada, al que se observa y juzga desde diferentes frentes: desde las revistas de moda hasta las revistas propiamente de cine, pasando por, por ejemplo, las publicaciones del corazón, sin olvidar las redes sociales, que arden, cada año más, al tiempo que se celebra la gala. La de este año ha sido una más, pero queremos que sepas, si no estabas viéndola, o si quieres hacer memoria, más o menos cómo ha quedado la cosa tras la 26ª edición, celebrada anoche en el Palacio de Congresos de Madrid.

 

 

ENTRE ESPECTÁCULO Y ESPECTÁCULO, LOS MOMENTOS MÁS COMENTADOS DE LA NOCHE

La gala se abría con un show musical protagonizado por la presentadora, Eva Hache, quien se hacía cargo de un espectáculo con aires de musical que intentaba evocar al mítico estilo cabaret, acompañada de algunos de los nombres más importantes de la gran pantalla española, como por ejemplo Victoria Abril, Belén Rueda o Lucía Jiménez, quienes bailaron y cantaron con ella, que acabó bajando, cual vedette, al patio de butacas para «charlar» en el mismo tono con algunos de los invitados, con un guion previsto y que intentaba sacar partido a la faceta más humorística de la presentadora.

Sin embargo, el primer momento emotivo de la gala lo supuso la salida al escenario de Silvia Abascal, acompañada de Miguel Ángel Silvestre, en la que era su primera aparición pública tras el ictus que sufrió hace unos meses y del que todavía se está recuperando. Aunque no iba a recoger premio, sino a entregarlo (al mejor actor masculino de reparto), las lágrimas le saltaron de los ojos al dar las gracias por poder estar ahí después de los meses tan difíciles por los que ha pasado, y con ello arrancó también sonrisas y lágrimas de todos los allí presentes.

Volviendo a los previsibles espectáculos que siempre caracterizan la gala, de nuevo con tono musical, El Langui, Antonio Resines, Juan Diego, Javier Gutiérrez y Tito Valverde protagonizaron el segundo y último de una noche en la que la música ha estado mucho menos presente que en otras ocasiones. Así, se encargaron de sacar adelante un rap, compuesto por El Langui (dos veces premiado con un Goya), y que parece que no sentó muy bien entre las redes sociales, ya que los comentarios negativos sobre el espectáculo empezaron a extenderse cuando éste todavía no había terminado.

Además de las actuaciones, la gala estuvo amenizada por los fragmentos de películas (de las grandes favoritas) en los que la presentadora, Eva Hache, simulaba haberse metido para pedir a sus personajes que argumentaran los motivos por los que su película tenía que ser la ganadora y por los vídeo-consejos que Cayetana Guillén Cuervo, como clásica dentro de la presentación de la gala de los Goya, daba a nominados, ganadores, encargados de entregar premio, etc.

En cuanto a los discursos, esta vez parece haber dos dignos de señalar. De un lado, el clásico, esto es, el del presidente de la Academia, cargo que actualmente desempeña Enrique González Macho, escoltado por las dos vicepresidentas, Marta Etura y Judith Colell, quienes básicamente se dedicaron a recordar a las instancias gubernamentales lo que ya dijera Álex de la Iglesia en la pasada gala, celebrada durante su presidencia de la Academia. Internet, nuevas formas de difusión, «marca España», importancia de las ayudas económicas, necesidad de potenciar el talento, etc. fueron los conceptos clave a los que el Ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, presente en el patio, atendió sin apenas pestañear ni gesticular.

Por otro lado, destacó la aparición de un divertido Santiago Segura que intentó quitar hierro a la noche frivolizando, en su tono habitual, sobre los criterios que se siguen a la hora de votar a los candidatos, y poniendo una sonrisa en todos aquellos que o no habían sido premiados y se habían quedado con las ganas o que todavía no sabían si ganarían el premio al que aspiraban o no y estaban en un momento de considerable tensión. Consiguió, pues, además de protestar por no tener ni una sola nominación en esta edición, aflojar los ánimos de los allí presentes, entre los que destacaban las «invitadas extranjeras» Salma Hayek, nominada en la categoría de mejor interpretación femenina protagonista por La chispa de la vida, y Melanie Griffith, que acompañaba a su marido, Antonio Banderas, nominado a la mejor interpretación masculina protagonista por La piel que habito.

Sin embargo, fuera de guion, el discurso de Isabel Coixet al subir a recoger el premio al mejor largometraje documental por Escuchando al juez Garzón, recordando la situación actual del juez Baltasar Garzón, consiguió levantar innumerables aplausos en el recinto.

El contrapunto a todo esto lo puso la aparición, en dos ocasiones, de espontáneos en el escenario, algo que de tan habitual comienza a dejar de llamarnos la atención. Según unos se debió a un fallo de seguridad del Palacio de Congresos de Madrid, donde se celebraba, y según otros no era más que una forma adicional de llamar la atención y ocupar espacio en el boca a boca que sucede a todo este tipo de eventos. Aunque no tardará en verse a alguien que se aventure a relacionar la aparición de uno de ellos, con el rostro de Anonymous, con el hecho de que durante gran parte de la celebración de la gala y ahora mismo, apenas unas horas después de que haya finalizado, haya sido sea completamente imposible acceder a la página web de la Academia, que recientemente está sufriendo numerosos ataques por parte del colectivo en cuestión.

 

 

LOS PREMIOS

Pero, fuera de anécdotas y de detalles sobre la celebración en sí misma, hay que pararse a comentar los premiados. Si algo está claro es que la gran ganadora de la noche fue No habrá paz para los malvados, que consiguió llevarse seis galardones de las catorce categorías a las que estaba nominada. Entre ellos, además, se cuentan algunos de los más importantes, como el de mejor película, mejor dirección para Enrique Urbizu, mejor interpretación masculina protagonista para Jose Coronado, mejor guion original, mejor montaje, y mejor sonido. De entre todos, puede que el más emotivo fuera el de Jose Coronado, quien arrebataba el premio a Antonio Banderas, uno de los grandes favoritos por su papel en La piel que habito, logrando hacerse, por fin, con un Goya que llevaba años esperando.

Por su parte, la otra favorita de la noche, La piel que habito, vivió una ceremonia agridulce, ya que, a pesar de estar nominada en dieciséis categorías, se llevó premio únicamente en cuatro de ellas. Sin embargo, hay que decir que entre los que recogió se contaban el celebrado reconocimiento de Elena Anaya como mejor interpretación femenina o el de mejor actor revelación para Jan Cornet, acompañados del de mejor música para el premiadísimo Alberto Iglesias y del de mejor maquillaje y peluquería. No obstante, pareció saber a poco a un Pedro Almodóvar que recientemente ha recogido el BAFTA a la mejor película de habla no inglesa de manos de la Academia Británica, y que no acaba de reconciliarse completamente con la Academia española.

Blackthorn, de Mateo Gil, fue la tercera ganadora de la noche, también con cuatro estatuillas, de las once a las que optaba. Finalmente, este western rodado en tiempos actuales, se hizo con los premios a la mejor fotografía, a la mejor dirección de producción, al mejor vestuario y a la mejor dirección artística.

La voz dormida, de Benito Zambrano, drama ambientado en la Guerra Civil española, sería la cuarta favorita de la noche, y por ello candidata en nueve categorías. Finalmente, triunfó en tres de ellas, la de mejor actriz revelación para María León (que recogió el premio emocionadísima y apoyada por su hermano, el también actor Paco León, presente en la ceremonia), la de mejor actriz de reparto para Ana Wagener y la de mejor canción original por su Nana de la Hierbabuena.

La fábula futurista Eva fue otra de las sorpresas de la noche, ya que se alzó con el premio al mejor actor de reparto para Lluís Homar, el de mejor dirección novel para Kike Maíllo (conocido por muchos por haber sido director de videoclips antes de pasarse al largo) y el de mejores efectos especiales.

Por su parte, sorprendió gratamente el largometraje de animación Arrugas, adaptación del tebeo del valenciano Paco Roca a manos de Ignacio Ferreras, una reflexión sobre el Alzheimer que consiguió llevarse el esperado premio a la mejor película de animación y el no tan esperado al mejor guion adaptado, al que optaban nombres de la talla de Woody Allen por su Midnight in Paris.

En el resto de categorías, la suerte se repartió de forma mucho más puntual. Destacaremos el nuevo triunfo de The Artist, que últimamente arrasa en todas las entregas de premios, y que aquí se llevó el Goya a la mejor película europea. Por su parte, el Goya a la mejor película iberoamericana fue para la comedia Un cuento chino, protagonizada por Ricardo Darín.

Quedan por comentar los premios a la ya mencionada Escuchando al juez Garzón, como mejor largometraje documental, junto con el de mejor cortometraje de animación para Birdboy, el de mejor cortometraje documental para Regreso a Viridiana, y el de mejor cortometraje de ficción español para El barco pirata. No podemos olvidar el Goya de honor, concedido a la directora Josefina Molina.

Cómo no, también hubo perdedores, o al menos no ganadores, como es el caso de Katmandú, de Icíar Bollaín, que sorprendentemente sólo optaba a una categoría, o Maktub, del novel Paco Arango, que no consiguió ninguno de los tres premios a los que optaba.

Podríamos comentar el desfile de la alfombra roja y los nombres de los diseñadores más cotizados en esta edición, pero con esto nos damos por satisfechos y os damos por informados, así que dejamos esos temas a quienes saben tratarlos.

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