La velada tocaba a su fin, las agujas del reloj rebasaban ya la medianoche del miércoles y la audiencia congregada en el Teatro Lara, a medio camino entre la satisfacción generalizada y una ligera sensación de contención no elegida, de euforia reprimida por las circunstancias del formato acústico, entró en combustión. Patterson Hood, colíder junto a Mike Cooley de Drive-By Truckers, atacó Let There Be Rock, uno de los clásicos de esta memorable banda. “And I never saw Lynyrd Skynyrd but I sure saw AC/DC, With Bon Scott singing, ‘Let There Be Rock Tour’. With Bon Scott singing, LET THERE BE ROCK!”, vociferaba Hood, en el estado de hipnosis habitual que le invade cada vez que acomete esta deliciosa apología del rock and roll, y el escaso centenar de fans allí presentes, todos debidamente sentados y cuadrados ante el escenario, rompieron la quietud predominante hasta entonces con un amplio repertorio de movimientos, contorsiones y algún puntual alarido. Era lógico, fue uno de los momentos álgidos de la actuación, y la que seguramente mejor definió el carácter genuino e intransferible de este tipo de ceremonias, su pasión y autenticidad a contracorriente.
La propuesta, como varias de las impulsadas por SON Estrella Galicia, tal vez no gozara de mucho reclamo popular, pero lucía una virtud infinitamente más seductora para el amante de la música: su exquisito gusto, su inteligente oportunismo. Porque una gira acústica de Patterson Hood, Will Johnson y Craig Finn tal vez no impresione a bote pronto, pero desentrañando un poco, uno descubre que brinda la oportunidad de ver, respectivamente, al icono de la banda que probablemente con más emoción, talento y versatilidad ha representado el rock americano en este siglo y a los líderes de dos de las formaciones más recomendables e infravaloradas de ese estilo, como son Centro-Matic y Hold Steady.
Y desde luego que la experiencia no decepcionó, y tuvo mucho de amena e insólita. Porque, pese a compartir una escena musical, las personalidades de nuestros tres protagonistas son muy marcadas, difieren bastante entre sí, y fue bonito contemplar con qué naturalidad se iban fundiendo y entrelazando al servicio de un concierto absolutamente democrático, en el que las interpretaciones se iban alternando y en el que Hood y pese a la equidad citada, gozó de una presencia levemente mayor que sus compañeros. Los tres rayaron a un notable nivel, pero él brilló más como protagonista, y también ofreció más y mejores ayudas como secundario, demostrando que es un rol que domina a la perfección y del que está perfectamente acostumbrado con su grupo, donde en muchísimas composiciones de firmadas por otros miembros ha ofrecido un impagable acompañamiento de guitarra.
Better Off Without, de su muy personal e interesante Heat Lightning Rumbles In Distance, inauguró su repertorio, con su cadencia contagiosa y la calidez que distingue a este reciente disco, el tercero en solitario de su cosecha. Una de las más inspiradas, y uno de los lances más especiales de la noche. El más hermoso, seguramente, fue el homenaje que dispensó a Vic Chestnut, con una sentida confesión en la que explicó cómo se hizo fan del malogrado cantante antes de obsequiar al público una preciosa interpretación de Come Back Little Star. Y el guiño más inesperado a su banda, sin duda, fue su recuperación de Heathens, del inmortal Decoration Day.
Se le notaba contento, orgulloso, locuaz como es habitual en él, y su sintonía con la audiencia fue absoluta. Johnson, por su parte, exhibió una actitud más sobria, más austera. Los respaldos a sus compañeros solían limitarse a minimalistas percusiones y a esporádicos coros, pero su estampa cabizbaja y un ligero aire atormentado escondían una voz poderosísima, como bien pudo desplegar en la muy vitoreada Just to Know What You´ve Been Dreaming. Finn, por último, recuperó algún tema de Hold Steady, presentó su debut en solitario, titulado Clear Heart Full Eyes, y se lució con la atmosférica New Friend Jesus, entre otras. No ocultó su devoción hacia Patterson Hood, admitiendo que fundó su banda a raíz del comprensible impacto que sufrió al ver a Drive By Truckers en la gira del Southern Rock Opera, a comienzos de la década pasada. Su talante expresivo y risueño, además de esos movimientos espasmódicos típicos de él cuando actúa con su grupo, y que en esta ocasión aparecieron aunque en pequeñas dosis, pusieron el perfecto contrapunto a la parquedad de Johnson, con Hood en el medio, equilibrando ambos espíritus escénicos.
Hasta que al final, como decíamos, los matices se evaporaron y la histeria más primitiva embriagó a todos con Let There Be Rock, rotundo broche a un concierto tan humilde como eficaz para mantener la esperanza de que el rock nos sobrevivirá a todos.