Cuatro miembros del grupo punk Pussy Riot interrumpieron ayer la final del Mundial de Fútbol, entre Francia y Croacia, a principios de la segunda mitad del partido celebrado en el Estadio Luzhniki de Moscú.
Vestidas como policías, los cuatro miembros del grupo lograron burlar la seguridad y acceder al campo de juego ante los 81.000 espectadores que albergaba el estadio. Entre ellos, se encontaba el presidente ruso, Vladimir Putin, cuyas políticas han sido criticadas por el grupo a lo largo de los años.
Poco después del incidente, Pussy Riot publicaron un vídeo online atribuyéndose la responsabilidad del hecho y leyendo un comunicado en el que piden “libertad para todos los presos políticos” y que se permita la competencia política en el país.