InicioNoticias – ArchivoHOTEL VALMONT - SEÑALES

HOTEL VALMONT – SEÑALES

SEÑALESComenzaron a filtrar prometedoras canciones durante la pasada década, la mayor parte de ellas de una hondura emocional que como mínimo llamaba la atención, debutaron en 2010 con un EP llamado Estaciones de Paso y algunos vieron que ahí podía fraguarse algo importante, algo con calado, algo con capacidad para dejar huella y agitar el comatoso panorama del rock en España. Manuel L. Sacristán, cantante, guitarrista y líder espiritual de Hotel Valmont, aceptó el reto, afinó las cuerdas y el corazón, regrabó los cuatro temas del EP, pulió maquetas, se aferró a las musas y, un año después, se ha descolgado con su primer LP, Señales, un disco que confirma todos los presagios y las sospechas, un disco personal, irrepetible y necesario.

Nunca es tarde para recuperar la fe, en nuestro país aún es posible ver nacer a una banda de rock con actitud, credibilidad y canciones que importan. No todo está perdido, no todo es intranscedencia o vergüenza ajena, la música del infierno, de vez en cuando, se reivindica hasta por aquí, donde parecía un difuminado recuerdo para melancólicos. Señales, desde luego, es un puñetazo en la mesa de los que se recuerdan, una absoluta revelación, seguramente el disco nacional de rock más impactante del año. Centrándonos en las canciones, lo que mejor sabe hacer esta banda (gran síntoma), cuesta poner ímites a la música que ofrece Hotel Valmont, es complicado recurrir a la socorrida y cobarde etiqueta. Pocas veces un disco se siente menos orientado a encajar en un determinado casillero estilístico o a complacer a una audiencia puntual, así como a adherirse a alguna moda o coyuntura.

El repertorio de Señales, aunque cabría tildarlo de rock, es un dechado de variedad y matices, un disco con una exuberancia de estilos, atmósferas y tonos muy difícil de encontrar hoy en día, tiempos tristes de uniformidad y asepsia. Sacristán y Beto, su mano derecha en la banda, sin olvidar la estimable producción de Carlos Macías, líder de Maggot Brain, conjugaron talento y fuerzas para escapar de lo mediocre y lo rutinario, y el éxito ha sido total. Fogonazos hard-rockeros, arrebatos punk, aroma country y melodías pop, incluso ciertos aires souleros, se pasean con garbo y orgullo desde el primer hasta el último acorde, y la cohesión y la naturalidad con la que todo fluye es sencillamente admirable. Del mismo modo, la cantidad de teclas emocionales que pulsa el álbum es también digna de mención. Cada composición es un universo en sí mismo, un paisaje con entidad y empaque, un trozo de entraña de Sacristán obsequiada al mundo para lamer heridas, purgar pecados y saldar deudas.

California y Noches De Ciencia Ficción, entrando en materia, son dos pildorazos directos muy propicios para comenzar a engancharse al álbum. Rock clásico, de toda la vida, bien ejecutado. Pero en este registro de abrasión y contundencia, y sin subestimar el encolerizado homenaje a Axl Rose llamado El Rey Lagarto, donde Sacristán reivindica la importancia que tiene el díscolo cantante de Guns N’ Roses en su vida, sin duda habría que arrodillarse ante La Señal, una de las cumbres de Señales, un tema crudo e incandescente, de voltaje muy próximo al punk, y que no hubiera desentonado lo más mínimo en el último disco de Social Distortion. 1959, creada en memoria a su fallecido padre, es otra de las grandes hazañas eléctricas, un artefacto oscurísimo que irradia hostilidad y crispación ante la maquinaria de torturas franquistas.

Rebajando decibelios, y con Sacristán más vulnerable que nunca, emerge la que es seguramente la filigrana sonora más singular y genuina del disco, Bajo El Manto Del Fuego. Con Sacristán rindiendo en esta ocasión tributo a su madre, también desaparecida, el tema se desarrolla entre cadencias hondas y envolventes muy en la línea de Antonio Vega, secciones de cuerda, saxos y coros arrebatados y progresiones de guitarras que llegan incluso a recordar a ciertos esquemas instrumentales propios del post-rock. Una canción insólita. Próximas en espíritu y grandeza, y con evocaciones respectivas a su infancia y mujer, Radiografía De Un Fracaso y El Bosque De Nunca Jamás son otras dos canciones de corte íntimo, de catarsis, profundas y comprometidas, con vocación de eternidad. Otro viaje introspectivo de primer nivel que ofrece Señales es El Tren De Medianoche, apocalíptica y quejumbrosa, con una letra que bien podía haber firmado Alice In Chains. La Reina De La Ciudad y Todo Lo Que Nos Vio Crecer, en clave más acústica y espartana, husmeando territorios de genios como Leonard Cohen o Nacho Vegas, completan el pequeño milagro de Señales, un disco lúcido, intenso y peleado a la contra. Un inesperado regalo que no sólo enaltece al rock en nuestro país, sino que justifica mantener la fe en esta desconcertante especie humana.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10.

spot_img