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Festival Gigante (sábado): La música nos hace grandes

Nos esperaba un largo día por delante y es que en esta edición también íbamos a poder disfrutar de conciertos matinales tal y como muy bien hacen otros festivales.

Por ello, nos dirigimos a la plaza Mayor de Guadalajara a disfrutar del concierto de The Noises, banda madrileña con las tablas suficientes para hacernos mover bajo el sol de justicia que gobernaba la zona, nada que ver con el frío que pasamos. Nos supieron seducir musicalmente. Turno para Correos, mucho más densos y rockeros, quizás más apetecibles en otro contexto. Nos destacaron más los primeros.

Nuestra llegada al recinto fue especialmente temprana y es que desde primera hora tenía la agenda muy buena pinta. Por eso, según llegamos, nos acercamos a ver a una gran promesa local que va a dar mucho que hablar: Yo, estratosférico.

Estos chicos se desenvuelven muy bien en el escenario y además, están en plena promoción de lo que será su nuevo álbum, bajo el título Japonés Hablado. Derroche de energía para abrir la magnífica tarde del sábado. Os lo recomendamos desde ya, el público enloqueció al final con un broche de oro, una grata sorpresa encontrar a bandas que se dejan la piel en las maderas del escenario.

Tras finalizar estuvimos viendo el cierre del recital de Ángel Stanich, que en otras ocasiones le hemos visto y una vez más estuvo a la altura. Este benjamín se tiene al público ganadísimo.

Dimos una oportunidad a Full, que ya nos gustaron en el Sonorama pero queríamos oírlos fuera del contexto festivo y la idea fue igualmente buena ya que tienen un directo potente y que engancha, aunque nos gustaría que encontraran su propio estilo ya que también nos recuerdan a otras bandas ya totalmente asentadas, aunque con mucha más humildad y entusiasmo. Distintos o ¿Quiénes somos realmente? nos hicieron despegar nuestros pies del suelo y hacernos gozar.

Cambiamos de escenario y de tercio ya que abandonamos las guitarras para pasarnos al ukelele y a la bonita voz de John Franks liderando Smile, la banda más feliz del panorama indie.

Supieron arrojar luz a la ya fría noche alcarreña con piezas tan bonitas como City Girl o Let Go, nos hablaron de libertad, bajaron al calor del público y todo lo hicieron bien, ¿Podemos perdirles algo más? Hay que ser muy creyente para hacer este tipo de música y no morir en el intento, a nosotros nos tienen bien ganados.

Lo que nos quedaba de noche la decidimos pasar en el escenario principal. La primera opción era Dorian, que dieron uno de sus mejores conciertos en los últimos tiempos, con un sonido nítido y un ritmo de concierto aceptable aunque nos gustaría oír otras canciones en vivo aunque sabemos que la gira de 10 años y un día no admite muchos cambios en este aspecto y anunciaron a viva voz un nuevo vídeo junto a Daniel Bruhl y María Valverde para octubre, ¡Permaneceremos atentos!

Después era el turno de Vetusta Morla, ese grupo que levanta pasiones y envidias a la par y que para aquellos que les hemos visto nacer, hemos visto una evolución muy inteligente, pasando de ser un grupo que tocaban para ellos mismos a ser una banda generosa en sonido y espectáculo.

Vacilando entre La Deriva, su tercer álbum y sus canciones más trilladas (La Cuadratura del círculo, Copenhague, Mapas) saben transmitir energía, dejando el corazón roto al finalizar con Los días raros.En realidad tienen motivos para ser envidiados pero no para ser criticados a nivel musical porque sacan el trabajo adelante con mucha pasión y saben plasmar a cada espectador allí congregado las letras de todas las canciones. Una vez más, se marcharon del escenario ante una gran ovación, dejando al respetable satisfecho de lo vivido. Podrán gustar más o menos pero quitar el mérito a quién lo hace bien de forma aleatoria dice mucho de quién suscribe las palabras.

La noche se metía en su pleno apogeo de oscuridad y cerrábamos el festival con El Columpio Asesino, cuyo perfil musical asumimos que es de amar u odiar. Nosotros, que ya los hemos visto esta gira, decidimos permanecer un rato, dejando espacio a aquellos atrevidos que querían desafiar a la noche.

Y hasta aquí podemos hablar sobre nuestro paso por el Festival Gigante, un trampolín único para ver las novedades y artistas consagrados en un pequeño espacio, donde la música inunda cada rincón.

Buena organización, precios populares, sin mucha aglomeración: ¡Volveremos y a por la tercera!

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