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«Esther y su mundo», viaje en el tiempo con Purita Campos

ESTHER Y SU MUNDO

 

Cómic

En la época de los 70, en concreto desde 1971, aunque no llegó a España hasta el 74, empezaron a publicarse las aventuras de Esther Lucas en la revista para chicas jóvenes “Lyly” con el título Esther y su mundo. Como lectora de estas historietas, yo misma me sorprendía al ver que la autora se llamaba Purita Campos, indudablemente originaria de estos lares, junto con Philip Douglas como guionista, pero que todo ocurría en la Inglaterra más acérrima con sus autobuses rojos de dos pisos, libras esterlinas, casas con jardín y colegios con uniforme. Y efectivamente, así era. Catalana de origen, Purita Campos trabajó la mayor parte de su tiempo para el extranjero, ya que sus cómics nos sólo fueron publicados con éxito en Inglaterra, sino que también lo tuvieron en otros países europeos.  De hecho, la situación de las historietas en la entonces modernísima Gran Bretaña, en concreto en Southampton, era donde residía gran parte de su éxito. No es por casualidad que Campos fuera una experta en moda antes de dedicarse al cómic femenino, ya que los modelitos de los personajes, concordantes con las tendencias de la época, sobre todo los de Esther, complementos y teorías sobre si eran bonitos y elegantes o no, eran uno de los máximos atractivos de las historietas.

Una vez situado localmente el personaje y la autora, algo poco habitual y de gran importancia y para rematar el interés acérrimo para las chicas de la época, el personaje de Esther hacía que las lectoras se identificaran inmediatamente con ella. Aparte de ella, su amiga Rita, con problemas de salud, y la enemiga Doreeen, fea, ambiciosa y con el mismo objetivo repitiéndose una y otra vez: ligarse a Juanito, el atractivo futbolista rubio del que Esther estaba locamente enamorada. Junto con su entorno social, el familiar era modernísimo para nosotros en aquellos años pero bastante habitual en el resto de Europa;  guapísima hermana mayor recién casada con un atractivo médico, madre viuda y casada en segundas nupcias con un policía y hermana pequeña, hija de su madre y de su padrastro, encantadora y a la que a veces Esther cuidaba. Todos estos personajes y otros que salían de vez en cuando como su tía hippy soltera o una guapísima compañera del voluntariado en la enfermería de la que Juanito parece enamorarse con el consecuente disgusto y llorera por parte de Esther, participan en las historietas de lo más variadas. Casos policiales, cruceros veraniegos con robo a bordo del barco, disgusto de la madre por temas económicos, incluso un caso en el que hipnotizan a Esther y cada vez que ve unos pendientes de aro (¡esos elementos de la indumentaria, tan, tan importantes!), baila como si de una gitana se tratase.

 

Sí, Esther es tímida, indecisa, con alegrías y tristezas cuando peor le va y con una pizca de mala suerte con la que las adolescentes nos sentíamos profundamente identificadas. Después de las revistas, también se publicó en distintas ediciones en tomos por parte de Bruguera con gran éxito editorial, hasta que desapareció a mediados de los 80.

 

Tras este lapsus de unos veinte años, con estas historietas básicamente desaparecidas, creciditas nosotras, se producen dos hechos que redefinen las características de nuestra querida Esther. El primero es que si releemos sus cómics en la actualidad, por muy estupendos que sean nuestros recuerdos, apreciamos un regustillo antiguo, machista y poco liberal respecto a las mujeres. Cierto que era lo habitual en la época, pero no resultaba tan evidente como lo es ahora. Y el segundo es que Pura Campos fue animada en una feria del cómic a retomar el personaje y seguir con Esther situándolo en la época actual. Y así lo hizo. En 2006 salieron varias historietas llamadas Esther y su nuevo mundo en la editorial Glénat dónde nos volvemos a encontrar a Rita, Doreen, Juanito y a una Esther divorciada, con una hija adolescente y en situaciones muy parecidas a las que vivió años atrás pero esta vez en plena treintena. Recuerdo la ilusión de muchas de nosotras al salir la nueva Esther y la pequeña decepción al ponernos a leerla. No son historias terribles, ni mucho menos, pero ya no somos las mismas y parece que Esther no ha realizado ese viaje en el tiempo. La mayor parte de las lectoras hemos aprendido que la vida no es del color rosa que imaginábamos y es posible que ella no. De modo que preferimos quedarnos con la Esther Lucas de toda la vida, viajar en el tiempo con nuestros sueños adolescentes y preocupaciones de los años 70 y 80, con esos magníficos modelitos y ¡Canastos! – como ella decía – con esa fantástica Esther con la que nos sentíamos tan identificadas.

 

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10

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