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En el nombre del cerdo (2006), de Pablo Tusset

EN EL NOMBRE DEL CERDO
Ediciones Destino

Género: Novela negra

 

Si alguien que va a leer En el nombre del cerdo piensa en la anterior obra de Pablo Tusset Lo mejor que le puede pasar a un cruasán (2001), que se olvide por completo de que va a leer algo del mismo autor. Es más, si quiere más de lo mismo, que recurra a la hilarante Sakamura, Corrales y los muertos rientes (2009), que ahí sigue tocando las mismas teclas incluso con más habilidad. De acuerdo, es del mismo escritor (reservado, ya que no da entrevistas y poco se sabe de su vida personal) y hablamos de misterio, intriga y un pinchazo en la barriga, pero este último elemento sólo es uno más dentro de una estupenda novela negra. Me explico: Es cierto que en El nombre del cerdo vamos a encontrar varios toques gamberros, insolentes y muy divertidos, pero no son el motivo principal sobre el que gira la trama. Estamos ante una novela con todos los elementos necesarios para considerarla negra y magnífica, nada menos, aunque fuera infravalorada por algunos en el momento de su edición precisamente por estar demasiado condicionados por la primera, que incluso fue llevada al cine.

 

Uno de los principales personajes, el Comisario Pujol, investiga la muerte de una mujer que ha sido descuartizada como si de un cerdo se tratara, de ahí el título, junto con cierta reminiscencia a Eco, parece, mientras su colega T. deambula de aquí para allá ayudando de un modo u otro al comisario en su investigación. Esto es lo que en un principio atrae al lector, pero a medida que vamos leyendo, vemos como se trata de la herramienta elegida por Tusset para hablar de las relaciones amorosas, las de verdad, los niveles jerárquicos tan habituales en los pueblos y las personalidades más complicadas que se pueden encontrar, ya que la caracterización de los mismos, ya sea los principales como los que pasan por aquí de vez en cuando (fantástico y divertidísimo el dependiente de la tienda de discos), es muy completa y realista. Por una parte, el retrato de ambos investigadores es magistral, no sólo a nivel descriptivo, sino a través de sus reacciones, como van evolucionando y su vida personal, el uno en las antípodas del otro, sin que esto sea problema para que la relación entre los dos sea fraternal y fluida. El comisario con Mercedes, su mujer de toda la vida y un T. solitario dando bandazos de un sitio a otro. Por otra, el retrato trazado de los lugares es asombrosamente apetecible. Nos encontramos en Barcelona, con sus tiendas, calles y ajetreos, en Nueva York, restaurantes variados y todo tipo de gente por la calle, y finalmente, en un pueblo pequeño que todos los que conozcan la vida que se suele llevar en muchos de ellos reconocerán, no sólo el modo de vivir, sino también a muchos de los personajes que aparecen.

 

Innegable que volvemos a ver a Vázquez Montalbán y a su Carvalho, incluso a otros autores más modernos que él mismo comenta, partiendo de una Barcelona posterior, pero con otros matices y desde otra perspectiva, muy bien situada en el tiempo a base de hechos ya históricos como la destrucción de las torres gemelas de Nueva York, las marcas de automóviles que conducen los personajes y que les definen de modo muy certero en la época en la que estamos.

 

A destacar los títulos de los capítulos, relacionados con El jardín de las delicias de Bosco, algo que muchos lectores pasamos por alto o de los que nos apercibimos cuando ya hemos leído la mitad. Podemos estar en tres sitios distintos: “En el paraíso”, “En el mundo” o “En el infierno”. La elección de uno de los tres no implica que vayamos de sitios mejores a otros peores sino que son los personajes y sus cuitas los que se mueven entre estos ambientes.

Por si esto fuera poco en cuanto a originalidad y autorreferencia; la dedicatoria, muy importante releerla una vez hemos terminado el libro. Y todo ello en conjunto, magistral.

 

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 9/10

 

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