Primer día de la primera edición del Dcode Festival en el Complejo Deportivo Cantarranas de la Universidad Complutense de Madrid. Llevamos dos fines de semana seguidos de festivales madrileños, algo muy de agradecer cuando la capital llevaba unos años huérfana de estas citas musicales. Y al igual que la semana pasada en Matadero Madrid, el calor volvía a ser el primer protagonista.
A pesar de contar con más sombras y el esfuerzo de la organización por regar con mangueras a aquellos valientes colocados en las primeras filas, el sol decidió abrasar a todos los asistentes hasta que empezó a caer la noche. Unos asistentes que, por cierto, sobre todo en las primeras horas y en conciertos de bandas como Sum 41 o My Chemical Romance, eran muy muy jóvenes, acompañados por padres y familiares que, en muchos casos, aguantaban estoicamente mientras los conciertos se iban sucediendo.
Pero vayamos a lo importante, la música. Por resumirlo en cierto modo, podríamos decir que la de ayer fue la noche de las barbas porque, si tenemos que elegir unos triunfadores, claramente nos decantamos por Eels y, sobre todo, Band of Horses. Mark Oliver Everett, o Mr. E, salió al escenario acompañado por su magnífica banda y completó un concierto redondo en el que no faltaron temas como Novocaine for the Soul, Souljacker Part I o Fresh Blood, por citar algunas. Durante todo el concierto, el sonido fue magnífico y la conjunción de la banda funcionó a la perfección, finalizando con un resultado redondo que dejó el listón muy alto para el resto de las bandas de la noche.
Unas horas más tarde, las barbas volvieron a retomar su protagonismo gracias a Ben Bridwell y sus Band of Horses. Antes de comenzar la crónica de su concierto, tengo que reconocer que me resulta difícil, casi imposible, ser imparcial con esta banda. Su último trabajo, Infinite Arms, es un disco mayúsculo, sin olvidarnos de sus anteriores trabajos, Everything All The Time y Cease to Begin, pero además tuve la oportunidad de presenciar su directo en Madrid el pasado mes de febrero y, desde entonces, el día de ayer estaba marcado en mi calendario como la ocasión en que podría disfrutarles de nuevo.
Una vez aclarado este punto, sólo queda resaltar que el concierto de ayer sirvió para confirmar que Band of Horses es una de las mejores bandas que existen en la actualidad. Emotivos y cañeros al mismo tiempo, disfrutan en el escenario y hacen disfrutar, se emocionan y saben transmitir esta emoción. Pero cómo no van a hacerlo con la una vez más increíble voz de Bridwell, que en ocasiones alcanza notas que parece improbable que puedan salir de su garganta, con los teclados y coros de Ryan Monroe, y con temas como Laredo, The Funeral, Is There A Ghost o Compliments. Si hay que buscar un pero, por pequeño que sea, al concierto, sería que nos hubiera gustado que hubiera durado dos horas más. Pero eso es pedir un imposible y lo sabemos.
En cuanto al resto de la jornada, Toundra y The Low Anthem fueron los encargados de abrir los respectivos escenarios (colocados, por cierto, en paralelo, uno junto al otro alternándose los conciertos) en el momento en el que más pegaba el sol. Tocar entre las 16 y las 17 horas en estas condiciones climatológicas tiene mucho mérito, ya sólo por eso se merecen un aplauso.
The New Raemon ofreció un buen concierto, intercalando comentarios y guiños jocosos al público presente y a la temática “emo” de la tarde de ayer, definiendo su banda como un “sucedáneo de emos” antes de, precisamente, interpretar su canción Sucedáneos.
Muchos esperaban entonces la actuación de los americanos All Time Low, pero problemas técnicos hicieron que la banda retrasase su actuación de las 19:15 programadas a las 00:15, por lo que los Autumn Comets ocuparon su lugar en el escenario y supieron aprovechar esta oportunidad (o capear este marrón, según como se mire) con buena nota.
Foster The People supusieron una de las sorpresas agradables de la tarde. Personalmente, no esperaba gran cosa de la actuación de los californianos, pero la verdad es que sonaron muy bien con los temas de su álbum de debut, titulado Torches, y se han ganado una recomendación a su directo. Notable alto para ellos.
Sum 41 y My Chemical Romance ejemplificaron el protagonismo del fenómeno fan. Había cientos, miles de personas en el recinto que habían acudido al festival principalmente a ver a estas dos bandas, y sus respectivos conciertos no decepcionaron a su numerosos seguidores. La primera banda, con sus temas punk rock e incluso atreviéndose con canciones heavys, y la segunda, intercalando los éxitos de su último álbum con temas clásicos de sus anteriores trabajos, especialmente del The Black Parade, probablemente su mejor obra y cuyos temas fueron los más coreados por los presentes.
Hemos querido dejar a Lori Meyers para el final pues su concierto también fue de los más coreados de la noche y de mayor éxito en cuanto a afluencia de público se trata. Los granadinos desgranaron un playlist lleno de temazos, uno tras otro, frente a un público entregado y con ganas de bailar con temas como Mi Realidad o ¿Aha han vuelto? Buen broche de oro a una jornada que cerraron los Zombie Kids.
También para este punto de la crónica hemos querido dejar un comentario negativo para la organización. En un punto determinado de la jornada, a la que por cierto acudieron anoche 11.000 personas según fuentes de la propia organización, se terminaron los bocadillos (única opción gastronómica además de helados artesanales, poca variedad) en todos los puestos menos en uno, en el que por supuesto se formaron colas kilométricas y se acabaron los existencias en determinados momentos, retrasando todavía más la espera. Fácil de subsanar, pero necesario para el correcto funcionamiento del festival.
Acabamos ya esta crónica para podernos marchar de nuevo al Dcode, donde hoy actúan artistas como Kasabian, The Hives, The Vaccines o Crystal Castles. Esto promete señores…
