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Canción de Navidad (Villancico en prosa o cuento navideño de espectros) 1843, de Charles Dickens

CANCIÓN DE NAVIDAD

 

Novela corta

Editorial Alianza

Si hay una obra de Dickens que fue aceptada desde el primer momento, muy elogiada, y que es conocida por todo el mundo hasta nuestros días es Canción de navidad. Extendidísima la expresión “¡Paparruchas!” ( “Humbug!” en el original),  típica exclamación del protagonista, que se usa en la lengua inglesa para expresar disgusto por la navidad. Innegable que muchos de los aspectos que se tratan en un típico cuento sobre el tema son abordados de un modo poco sorprendente, algo evidente en el argumento: Scrooge es un tacaño empresario inglés, mayor, frío, desagradable, al que lo único que le importa es ganar dinero. Pero llega la navidad y después del anuncio del que era su socio, tiene tres visitas fantasmagóricas sucesivas que le muestran su pasado, su presente y su futuro. Vaya, que le hacen pensar en algo distinto que no sea su dinero, con un consabido final feliz que no vamos a desvelar. Fácil y evidente, ¿no?

Bien, así es, pero algo que hace que la lectura valga la pena es el retrato y la denuncia que Dickens hace de la sociedad en plena revolución industrial en la que le tocó vivir.  Si miramos con lupa, surgen muchos temas que cuando fue escrita eran problemáticos y que ahora, en algunos casos y desgraciadamente, lo siguen siendo. En el pasado de Scrooge podemos ver la denuncia al abandono infantil, costumbre muy habitual en la época, la explotación de los trabajadores en la segunda, y la mendicidad y la proliferación de los que tienen graves problemas económicos en el futuro. El planteamiento de estos temas en un cuento navideño fue de lo más acertado, un modo de denunciar las terribles circunstancias de modo atractivo para todos. Y es cierto que el final es felizmente navideño, no vamos a terminar un cuento de estas fechas de modo realista y sucio, pero al igual que al malvado protagonista, plantea al lector ciertos temas que aplicados a los problemas actuales, sobre todo inmersos en la actual crisis, pueden ser muy reveladores. De hecho, tal vez sea una de las historias de Dickens que ha sido versionada en distintos medios audiovisuales con más frecuencia que ninguna, ya sea a través de la animación, con actores reales o incluso con muñecos, como en la magnífica e hilarante versión de Los teleñecos.

No vamos a negar los múltiples “peros” que se le pueden encontrar, pero es imposible no reparar en ella. Una de las principales características de Dickens es que es muy difícil hablar de su obra maestra, ya que todas sus novelas poseen temas, personajes y momentos memorables, pero todas cuentan con algún elemento mediocre. También es cierto que uno de los componentes que le definieron fue cierto remilgo, en ocasiones rozando lo baboso, de algunos de sus finales. No podemos definir esta historia como melindrosa, pero el final tal vez sea demasiado melifluo.

En cualquier caso, es muy agradable de leer, muchos de sus pasajes son divertidísimos, el modo en el que se dirige directamente a nosotros, nos sorprende y hace gracia. La edición de Alianza, aparte de estar estupendamente traducida con notas al pie de página absolutamente imprescindibles, cuenta con reproducciones de grabados de las primeras ediciones y con un aspecto muy cuidado.

Desde luego, Dickens era consciente de que al lector hay que atraparlo desde el primer momento, y esta es una de las instancias que así lo demuestran. Abrimos el libro por la primera página y leemos: “Digamos, para comenzar, que Marley estaba muerto… Tan muerto como el clavo de una puerta”. Después de esto, imposible dejarlo.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10

 

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