Sí. Lo reconozco, me he tomado mi tiempo en esto de escribir sobre el disco de Bon Iver, titulado así, tal cual: Bon Iver, para qué más. No hacen falta lirismos que titulen el nuevo trabajo de Justin Vernon alias Bon Iver y que ahora es también una banda, compuesta por: Sean Carey, Mike Noyce y Matt McCaughan. Quienes acompañan a Justin Vernon (auténtico Bon Iver por sí solo), a su vez, han colaborado con bandas como: The National, Arcade Fire o Sufjan Stevens, ahí es nada. Y la combinación de todos estos seres maravillosamente atormentados es sublime, obvio. Y se manifiesta en este disco.
Decía que me he tomado mi tiempo para saborear este disco. Disculpad la demora, pero valía la pena hacerlo y no precipitarse en las conclusiones. Y es que Justin Vernon, quien ha escrito y producido en su totalidad este trabajo, nos ha hecho esperar también un poco demasiado desde su excelente For Emma, Forever Ago. Pero la espera ha sido placentera a pesar de todo, pues hemos podido saborear sin cansarnos este primer disco que nos cautivó y/o enamoró desde el principio, descubrirlo y navegar por entre sus recovecos. Pero la razón de tanta tardanza en la elaboración de este segundo trabajo, tres años nada más y nada menos, la encontraréis en el disco mismo. Y es que los discos de J.Vernon no son algo que pueda cocinarse en dos días. Sus proyectos van a fuego lento. Son como el trabajo del artesano, del orfebre, elaborado con calma y cuidando hasta el último detalle. Para que no se escape ninguna emoción, para que todas queden grabadas en cada nota, cada acorde, cada silencio.
Y después de escucharlo en ‘modo: bucle’ y entrar en un trance tan nostálgico como esperanzador, he de decir que el nuevo disco de Bon Iver cumple, sin lugar a dudas, con las expectativas marcadas por todos los fans de For Emma, Forever Ago. Bon Iver es un dignísimo sucesor de ese primer disco de debut.
El nuevo disco de Justin Vernon se compone de diez canciones poderosas, de la primera a la última. Diez postales enviadas desde lugares distintos pero muy concretos y a la vez desde el mismo. Desde un enclave preciosamente silencioso, lejano, solitario, pero a la vez cálido, dulce y placentero que no es otro que el mundo interior de este genio. Paisajes como el que ilustra la portada del disco, como la montaña en la que se perdió a conciencia para curar las heridas del desamor, para que cicatrizaran a golpe de canción en su primer disco y que reaparece en este último trabajo. Parece que la estela de esa ruptura ha dejado secuelas. Pero del drama, de la pena, de la rabia, que no es más que impotencia y tristeza contenidas, de todos estos sentimientos dolorosos, los buenos artistas no saben sino sacar partido y crear genialidades. Y si no, sólo hace falta escuchar cualquiera de los dos discos de Bon Iver. No hay mal que por bien no venga, para que nos entendamos. Pero cabe apuntar que las canciones que componen este nuevo disco son algo más esperanzadoras que las de su opera prima. Parece que Vernon ha visto la luz aunque sin despojarse de la amargura, de ese cariz casi mágico que le da el sufrimiento. Que lo torna todo bello.
Bon Iver, se abre con Perth. Tema al que el propio Vernon califica como ‘una canción que suena como heavy metal en una guerra civil’. Y si él lo dice, será verdad. Lo cierto es que Perth inaugura el disco de manera brillante y potente. Aunque a primeras comienza tímido, con dulces guitarras. Rápidamente se unen a ellas percusiones, mientras ‘la voz’ de Bon Iver se desliza con delicadeza. Cerrad los ojos, dejaos llevar. Encontraréis los mismos trazos que mancharon el cuadro de For Emma, Forever Ago, pero arropado por nuevas pinceladas que le aportan profundidad, texturas nuevas. Perth se da la mano, casi se abraza, se trenza, se entrelaza con suavidad con el segundo de los temas, sin perder la fuerza inicial: Minessota, WI.
Holocene le sigue y estremece. En ella volvemos a encontrar al J. Vernon íntimo, el que conocemos de sobra, el que nos encanta, que nos arropa y envuelve cálidamente sin demasiados adornos. Holocene conmueve hasta vencer a las lágrimas que, desde que comienza el tema, bailan por nuestros ojos, humedeciéndolos, haciéndolos brillar. Y no hay más que añadir. Es uno de los temazos del disco. Escuchad y morid de placer.
Y después de este paréntesis de serenidad, de emoción irrefrenable en forma de canción, nos encontramos con algo que a priori parecía insólito. En Towers encontramos a un Vernon bastante más alegre de lo que nos tiene acostumbrados. ¡Oh, sorpresa!…Grata, ¡eso sí!
Pero ese aparente optimismo enmascara angustia. La que contiene el tema que le sigue: Michicant. Una auténtica maravilla que crea una atmosfera dulce aunque triste. De aquellas canciones que necesitas escuchar un día gris y en el que tu estado de ánimo no te permite escuchar nada más optimista. Y así, más o menos, son las cuatro canciones que le siguen: Hinnom TX, Wash, la preciosa y mágica Calgary, que nos dio la clave para llegar al corazón de Bon Iver y con la que muchos respiramos aliviados por la vuelta del nuevo exilio premeditado de Vernon por sus montañas inspiradoras.
Y en la cumbre del disco, encontramos dos rarezas: Lisbon, OH, instrumental y onírica, y Beth/Rest , algo ‘ochentera’, que a priori desconcierta por el saxo que aparece, que claramente se desmarca del resto por los originales arreglos y que huyen del Bon Iver convencional.
Pero rarezas aparte, el disco de Mr. Vernon es una maravilla. La perfección no existe, pero Bon Iver la roza constantemente. Es prácticamente imposible crear otra obra maestra como lo fue en su día, y sigue siendo For Emma, Forever Ago , al que no nos cansaremos de recurrir, a menudo, como terapia, en los días buenos, pero también en los malos, sobre todo en esos. Para aislarnos por unos instantes ‘en la montaña’ con Justin Vernon y llorar, sanar las heridas y salir fortalecidos tras la última canción. Y es que no es de extrañar encontrar por las redes sociales grupos como este: ‘When life is hard I listen to Bon Iver’. Me gusta esto. MUY FAN. Ahora tenemos, además, dos grandes discos para hacerlo, cuando la vida se ponga difícil. Dos discos y un EP, no lo olvidemos, para morirnos de placer.
Ansiosos estamos, desde luego, por ver qué tal suena en directo Bon Iver. Por muchos es recordada su visita al Primavera Sound de 2008. De momento, J.Vernon y su banda se pasearán por Europa durante el dulce mes de Noviembre. No hay fecha en España, por ahora… ¡oremos!
Pero a espera de que el señor escuche nuestras plegarias, recordadme que, cuando en Crazyminds hagamos balance de los mejores discos que nos ha dejado este 2011 anote este Bon Iver. Sin duda, toda una joya.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10