Hacía más de 10 años que la artista islandesa no pasaba por Barcelona, y teníamos aún más ganas del concierto después de recordar que canceló su paso por el Primavera Sound en 2012. En la mayoría de ciudades que pasa para presentar su último aclamado disco, Vulnicura, Björk escoge un museo de arte contemporáneo para dar su recital; pero, en este caso, el lugar de encuentro ha sido la plaza principal del Poble Espanyol de Barcelona. No es lo mismo que un MoMa, pero también tiene su encanto.
La verdad, el concierto no pintaba nada mal. Como acabo de comentar, no ha decepcionado con su último disco y había expectación en como sería el directo de esta gira, puesto que se trata del trabajo más introspectivo que ha compuesto Björk hasta el momento. Por otra parte, una numerosa sección de cuerda frotada, uno de las grandes promesas de la producción electrónica del momento, Arca (quien produjo también Vulnicura), de quien ya se pudo disfrutar esta edición pasada del Sónar, y el talentoso percusionista Manu Delago, eran los encargados de acompañar a Björk. Sin duda, una compañía de lujo que mezcla la música clásica con la electrónica gótica, del joven venezolano.
Una de las cosas que está haciendo la islandesa en esta gira es ir alternando el setlist y su atuendo en los diferentes conciertos, así no se repite y siempre hay un pequeño espacio para el factor sorpresa. Lo que siempre se mantiene es que la mayoría de las canciones que toca forman parte del Vulnicura, mostrando así como se trata principalmente de una gira de presentación del disco. De esta forma, en el recital que ofreció en el Poble Espanyol cantó todas las piezas de su último trabajo (menos Atom Dance, una lástima), recuperó alguna pieza de su discografía pasada pero no cantó alguno de sus himnos clásicos, como Hyperballad (una pena, era una de las cosas que más deseaba), Joga o Army of Me. Björk no venía a hacer un recital de sus mejores canciones, tenía claro que estaba allí para presentar Vulnicura.
Y el concierto empezó de la misma forma que el disco, con Stonemilker y el videoclip en 360 grados de la canción en la pantalla de atrás. No decepcionó, las cosas empezaban muy bien. Y siguió así, pues la primera parte del concierto fue excepcional. Después lo siguió Lionsong y Black Lake, la encargada de poner el clímax a este inicio, con una interpretación brillante (lo mejor del concierto), que consiguió emocionar a una gran mayoría, tanto por su música, como la emotiva voz de Björk. También fue increíble la animación que acompañó a este último tema, un conjunto de líneas, formas y colores que se coordinaban a la perfección con cada uno de los sonidos que iban sonando. ¡Una maravilla!
Quizás, un pequeño problema fue que el recital empezó muy fuerte elevando el nivel a una dimensiones muy altas, provocando después que fuera fácil que, a partir de ahí, alguna parte del concierto fuera más flojo. Y así fue. Quizás la atención disminuyó un poco, hacia la mitad del evento, en el trío de canciones formado por Pleasure Is All Mine, I See Who You Are, Harm of Will. Pero luego volvió a subir con las geniales Quicksand y el siempre emotivo y querido Wanderlust (en esta ocasión con la fantástica animación que fue su videoclip en la pantalla).
Por supuesto, también hubo grandes momentos con canciones como Family o Notget, poco después de la santa trinidad del inicio, y en esta última sorprendiendo al público con llamaradas y fuegos artificiales que seguían el ritmo de la canción a la perfección. Pirotecnia que se repitió más tarde, y con más fuerza, en Mouth Mantra. También se disfrutó mucho de canciones anteriores de la discografía de Björk como Come to Me, All Neon Like, Mutual Core y la ya mencionada Wanderlust.
Todo esto lo iba cantando Björk con un vestido que hacía pensar en la vestimenta tradicional del judo y una máscara que le daba fluidez con las imágenes que se mostraban pero, también, dificultaba a los espectadores ver toda su gestualidad facial. Eso sí, la voz de la artista fue impecable, sin fallar en ningún punto y con toda la emotividad que transmite en todos sus trabajos de estudio. El público lo agradeció, dando su ovación muy a menudo y, a cambio, la artista dando las gracias después de cada canción. Por otra parte, quizás me descolocaron un poco las proyecciones, era difícil ver un hilo conductor que lo uniera todo; y eso era raro teniendo en cuenta toda la faceta artística que acompaña a Björk. En algunas ocasiones se mostraban videoclips, en otras videos de insectos, gráficos de colores y formas geométricas o juegos de luces. Una gran variedad pero era difícil encontrar una unión entre todos. A diferencia del Vulnicura, que es un álbum coherente en todas las partes.
Después de una hora y media, el escenario quedó vacío y los asistentes no paraban de aplaudir ya que querían más. Finalmente aparecieron Björk y Manu Delago para regalarnos una preciosa versión en acústico del One Day: ella cantando y él tocando el curioso hang. Versión que causó la emoción de más de uno. En las entrevistas, la islandesa había declarado que esta canción se trataba de una continuación del Hyperballad así que, por un momento, pensé que al final sí que escucharía esta pieza tan brillante en directo. Pero no fue así, cuando acabó One Day, se despidieron de nuevo y ya no volvieron. La verdad es que no debía ser el único, ya que la gente empezó a silbar pidiendo más.
A excepción de este pequeño broche final y del pequeño momento más flojo, la verdad es que el concierto valió mucho la pena, estuvo en general a la altura de la artista y aún me emociono recordando algunos de los momentos vividos en el recital. Con una cosa me quedo seguro: cuando vuelva, iré a verla de nuevo.
Foto: Francesc Fàbregas