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Animal Collective en La Riviera, Madrid

ANIMAL COLLECTIVE

Decepcionante, apasionado, psicodélico, alegre, emotivo, aburrido, extravagante. Algunos de estos adjetivos van ligados a Animal Collective, según a quien preguntes. Y es que en la noche de ayer, una sala La Riviera sin total ocupación, quizá por la fecha, se llena de gente de lo más variopinto, pero de una edad e ideas claras. Animal Collective, ese extraño grupo que firmó el soberbio Merriweather Post Pavilion ), por fin actuan en Madrid.

Y es que, hasta para intentar ser Animal Collective, has de ser Animal Collective, y los de Baltimore han llevado el dicho hasta sus últimas consecuencias. Tras un telonero, Hyperpotamus, donde la originalidad de sus composiciones era lo más destacable, a las 21.30h se presenta el cuarteto.

Los que les vieron en el Primavera Sound 2011 avisaban de lo que podía ocurrir, y que finalmente pasó. Aporrearon una detrás de otra canciones recién salidas de estudio ante la mirada de los allí presentes. Nadie parecía comprender nada, a pesar de los esfuerzos titánicos del público por intentar conectar una y otra vez.

Did You See The Words? fue la primera explosion eléctrica con la que el público ansioso de algo conocido despertó y empezó a sentirse vivo. Pero de nuevo vuelta a la realidad. Por su parte, Animal Collective ponía poco de su parte y apenas interactuó con el público madrileño, a excepción de un tímido Avey Tare.

Los minutos transcurren y la infinita paciencia del respetable tiene su fruto cuando suenan las primeras notas de Brother Sport. Durante unos minutos, el recinto se viene abajo, los pogos se generalizan, y no por el sonido, deficiente en su forma durante toda la velada, sino por la rabia acumulada. We Tigers consigue mantener el ambiente cálido.

A pesar de volver una vez más a la tónica general de canciones desconocidas para todos, el público ya está encendido, y termina de estallar al final del concierto en Summertime Clothes, haciendo que la gente salte en volandas.

Los bises, finalizando con Taste, fueron mero trámite. Lo mejor de la noche, cómo no, Panda Bear. Lo peor, el sonido y la dejadez general de los americanos en su tracklist. Lo que prometía ser un viaje entre amigos se quedó en un mero paseo que, eso sí, dejó un buen sabor de boca a todos y a pesar de todo.

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