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Alhambra Sound: cuando la música volvió a sacudir Granada

La verdad es que no esperaba vivir el festival Alhambra Sound como lo viví el pasado sábado. Soy una persona muy solidaria y según han ido saliendo los distintos concursos del festival, he ido participando para que se vea y se mueva, sin ninguna otra intención, porque nunca me toca nada. Mira tú por dónde que en el último concurso me tocó un abono VIP. Así que, decidida a celebrar mi cumpleaños por adelantado, rechacé amablemente la acreditación que me dieron después y fui a pasarlo bien, simplemente.
No te preocupas por llegar con la suficiente antelación para recoger tu acreditación, no estás pendiente de los horarios para acceder al foso, de si han pasado ya las tres canciones que te permiten fotografiar o de esperar las mejores luces para captar «la foto». Tampoco tomas notas ni vas pendiente de cada detalle de todo lo que te rodea. Aunque debo reconocer que se me hizo raro no llevar la cámara al cuello todo el día. Más diversión y menos trabajar era la premisa.
Alhambra Sound lo resolvió en un momento con un amplio recinto a 10 minutos de mi alojamiento: Fermasa, la feria de muestras de Armilla (Granada). Allí se congregaron 5000 personas repartidas entre dos escenarios, rodeadas de barras de bebida, puestos de perritos, zona de mercadillo y merchandising y pequeños trocitos de césped, muy cotizados a ciertas horas. A la izquierda del escenario principal, la zona VIP, que ya que teníamos abono pasamos a cotillear: ideal para reducir el tiempo de espera en la barra y en los baños, con algunos asientos, pantalla para seguir los conciertos y caras conocidas como la de Alfredo Núñez, batería de Lori Meyers, o Antonio Arias, líder de Lagartija Nick.
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Sin menospreciar los detalles, como soy de vivir los conciertos desde la barrera, allá que fui, a donde estaba la masa. Aunque en este caso «la barrera» del Red Bull Tour Bus era bastante alta. Los ganadores del concurso de bandas emergentes, Doroty Perkins, los sevillanos argoT, los malagueños Stone Pillow, Niño Burbuja, Kuve o Los News fueron algunos de los que desafiaron a las alturas para dejar caer lo mejor de su repertorio sobre un público entregado a la fiesta. Será por mi sangre andaluza, pero me quedo con los directos de Stone Pillow, sus pegadizas melodías y el detalle de hacer una versión de Adelante Bonaparte (Standstill) y de Los News y su rock electrizante no apto para público con vértigo. «Hacemos algo un poquito más duro de lo que estáis acostumbrados por aquí», decía su cantante.
La primera revolución musical del escenario principal llegó de la mano de Izal, «el grupo del que todo el mundo habla» y cómo no hacerlo si estos chicos tienen un directo que habla por sí solo. Han ido haciendo fans a base de pisar cada escenario de nuestro país con un repertorio que no decae y al que ya se han sumado algunos temas que entrarán en el nuevo disco. Ya se han ganado su propia tropa de mujeres de verde gritando «Todos a la mierda, ¡sobre todo tú!». Pero tengo que decir que chicos izaleros también hay, que algún «Me encanta esta canción» masculino se escuchó por ahí.
Casi las 7 en el recinto, Izal decía adiós. Repaso mental a la programación: L.A a las 8, Iván Ferreiro, Sidonie, Niños Mutantes aún por delante. «¿Quién falta? No puede ser que haya una hora vacía hasta L.A.». No la había y lo recordamos cuando empezó a sonar Tormento. Miss Caffeina cubría De Polvo y Flores un escenario ya a la sombra con un público a sus pies que no dejó de cantar ni una de sus letras. El sur siempre les acoge bien y la banda lo disfrutó mucho, desde su momento Nacho Cano con Venimos hasta Hielo T, single que consiguió prender la chispa de aquellos que se acercaban a los MissCa por primera vez e hizo que los fans se dejaran la voz en el estribillo como su vocalista se iba dejando la pintura negra de su antifaz.

Asalto al césped para descansar a ritmo de swing mientras se preparaba el escenario para recibir a L.A. El propio Luis Albert lo dijo: tres años llevaba sin pisar Granada la banda mallorquina y la evolución que han tenido tras el primer disco ha sido tan grande que ya había ganas de actualizarse en directo. Poco tardó en salir uno de sus primeros hits, Hands, seguido de Crystal Clear, para visitar a continuación SLNT FLM con temas como Older. Después tuvimos tiempo de ponernos tiernos con Stop the clocks e In the meadow, tarareamos Dualize, adoptamos como grito de guerra «I wanna be a rebel» y nos fuimos a golpe de guitarra con Outsider. Breve, para el gusto de una servidora que llevaba sin verlos desde que se editó Heavenly Hell, pero muy intenso. La presencia que ganan L.A en directo consigue que veas las canciones como algo completamente nuevo, aunque cantas cada una como siempre y las bailas como nunca. Que vuelvan pronto.
Iván Ferreiro llegó con un «Voy a intentar hablar lo menos posible para tocar más canciones, ¿os parece?» Fue el último concierto de la gira con este repertorio antes de la salida ayer de su nuevo disco. Tuvo el detallazo de tocar por primera vez El Dormilón y adelantarnos Una inquietud persigue mi alma. Pero lo que sigue triunfando, más allá de sus ya seis discos, es el buen hacer del que será siempre el exvocalista de Los Piratas, aunque a estas alturas se puede desprender sobradamente de su pasado sin remordimientos. Extrema pobreza, Años 80, El equilibrio es imposible, Santadrenalina, Me toca tirar, El viaje de Chihiro, Mi furia paranoica y los besos que se escaparon con «y besaré todas las bocas para demostrar que sólo existe una»… Pero es el tramo final del concierto el que desata las emociones, cuando enlaza Turnedo, Tristeza, Días azules e intercala un guiño a Maga y su 19. Hay algo en la vida de todos y cada uno de los que estuvimos allí que está irremediablemente unido a la voz de Iván Ferreiro. Lo volvió a hacer: lagrimitas asomadas.
Sidonie parece que lo tuvieron difícil al principio, pero sólo se quedó en eso, en un «parece». Se dejan ver poco por el sur, pero cuando lo hacen se dan un buen baño de multitudes a base de clásicos de su setlist como Fascinado o desgranando El Fluido García, su última referencia. Años de escenarios hacen que la banda sepa muy bien lo que mejor les funciona y cómo ganarse al público. Además, tampoco tienen sentido del ridículo, como algo positivo lo digo. No tuvieron reparos en adelantar a capella lo que parece un trocito de ese nuevo disco que ya tienen casi preparado y que, si nada falla, podría ver la luz en enero. También se atrevieron con una versión españolizada de Kids de MGMT. Ovación que se llevaron.

Claro que si alguien tenía que salir por la puerta grande esa noche, esos eran Niños Mutantes. Jugando en casa, Juan Alberto y compañía echaron el resto desde el minuto uno. Salvando algún problema de sonido y que iban justos de tiempo, fue un cierre de festival por todo lo alto. Desde Caerán los bancos, pasando por Hundir la flota, Volverás, Te favorece tanto estar callada o el «yo sí que no puedo más contigo»«Hasta la polla de ti» en versión granaína– hasta Errante, que nos hizo quemar el último cartucho. No se podía acabar más arriba que despidiendo a la banda a gritos de «¡Otra, otra!», pero no había tiempo para más.
Una de la madrugada. La música de toda la jornada impregnada en los poros y con la cabeza llena de letras hasta la mañana siguiente, cuando te descubres tarareando «Yo no puedo darte lo que quieres porque soy mutante». Segunda edición y no hay duda de que el Alhambra Sound se ha confirmado como una nueva puerta a la música en directo en Granada, referente cultural en tantos aspectos que al día siguiente me fui a disfrutar del gastronómico. Y es que cuando esta ciudad te agarra no te suelta, vengas de donde vengas. El año que viene seguro que el Alhambra vuelve a demostrarlo y esperamos estar allí entonces para verlo crecer.

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