Editorial Plaza & Janés – 2010
Morir a los 27 es la mayor gloria que puede alcanzar un músico. Algo logrado por el club de los 27 en los 60, al cual se agregaron posteriormente Kurt Cobain y ¿Amy Winehouse? pero que fue inaugurado mucho antes por Robert Johnson. Esa edad es a la música lo que el 33 a los profetas bíblicos. Se trata de una redención del espíritu a través de la muerte.
El libro del pseudónimo Joseph Gelinek aborda el tema desde un prisma diferente. Se trata de un trepidante thriller que parte desde el Ritz de Madrid hasta los entresijos de las envidias y los egos de los músicos. La inmortalidad es un juguete demasiado goloso como para no jugar con él. La muerte ronda el libro como un rápido acceso a la gloria, únicamente reservado a quien comprenda que trascender es el premio a una carrera musical.
Vanidad y mitomanía se dibujan en un extraño caso que un buen detective de la policía española debe resolver a través de pistas extrañas, encuentros con su pasado y un exhaustivo estudio de las muertes de los mitos más célebres del Rock.
Falsos culpables, oscurantismo y pistas que no conducen a nada en el centro de Madrid se entrecruzan a lo largo de un relato directo y sin estridencias estilísticas. El thriller clásico sin nada nuevo que descubrir pero con un trasfondo de amor por la música y sus liturgias muy intenso. No esperes un libro con gran profundidad en el ámbito musical. Es ideal para profanos en el tema porque habla de hechos y circunstancias demasiado conocidas.
Si quieres revivir los relatos acerca de las muertes de tus ídolos mil veces escuchadas insertadas en una emocionante historia de crimen e investigación, te resultará una lectura más que divertida. Se echa en falta un poco más de documentación, aunque el ritmo trepidante de thriller superventas compensa en parte sus carencias. Si lo que buscas es un libro con ritmo y no te preocupa ni el estilo ni la profundidad de sus tramas, pasarás uno de los ratos más entretenidos que pueda darte la literatura veraniega. Ideal para piscinas y playas.
Gelinek vuelve a demostrar su innato interés por desmenuzar las historias más oscuras de la música al igual que hiciera con anterioridad con el primer gran genio maldito de la historia musical, el virtuoso violinista Niccolò Paganini. Un músico vinculado con Satanás.
