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Julio de la Rosa: «Cada disco que hago pienso que es el último que voy a hacer»

Julio de la Rosa es un artista consolidado que, después de más de 20 años en la música tanto en El Hombre Burbuja como en solitario, no necesita contentar a nadie más que a sí mismo. Un artista polifacético que ha tocado todos los palos en su trayectoria: pop, rock y por supuesto, las bandas sonoras. Tras un pequeño parón en su proyecto personal, con cuatro años sin sacar referencias, vuelve con Hoy se celebra todo. Un disco que nos muestra que, a pesar de haberse concentrado más en la creación de bandas sonoras, sigue firmando grandes obras con su nombre.

Después de unos años muy ajetreados componiendo bandas sonoras has vuelto a sacar un disco con tu nombre. ¿Echabas de menos componer canciones en las que el guión sea tuyo? Sin que formen parte de una banda sonora.

En realidad me encanta que el sufrimiento del folio en blanco lo pase otra persona. Se aprende mucho contemplando el sudor de otros. Y no es que lo echara de menos, en absoluto, simplemente tenía que hacerlo, no sé cómo explicarlo. Era practicamente una obligación existencial. Necesaria para seguir haciendo otras cosas. Como cuando tienes que limpiar el baño.

¿Qué podemos esperar del disco?

Es mejor no esperar mucho. Yo no esperaba gran cosa de él, y míralo, ahí está, yendo al cole él solo.

 

¿Has seguido el mismo proceso de grabación para este disco que para tus anteriores discos?

No, lo cierto es que éste lo he grabado entero yo solito en el estudio que tengo en casa. Lo planteé como un disco que no iba a tocar en directo y ello me ha permitido explorar lugares a los que no habría podido llegar ensayando en un local con la banda. Además he podido macerar los temas. Dejarlos reposar a medio hacer en el ordenador, ponerme a otra cosa y volver a oírlos pasadas unas semanas, una y otra vez. Así he procurado que los temas fluyeran por sí solos, he intentado escucharlos yo a ellos, en lugar de obligarlos a obedecer la primera gilipollez que a su creador se le ocurría. Parece una tontería pero una canción a medio hacer a menudo habla por sí sola: Te pide ‘’llévame por aquí’’, ‘’déjame disfrutar de este momento un poco más’’, te dice ‘’por ahí no’’ o ‘’aquí me quiero quedar’’. Hay que prestarles mucha atención para saber qué es lo que realmente quieren.

¿Es muy diferente la grabación de una banda sonora respecto a un disco propio?

Está lo del folio en blanco. También que en el cine los plazos son más estrictos, porque no eres tú quien los pone. Hay que saber trabajar sin esperar a estar iluminado, sino buscando esa iluminación. A mí personalmente me permite explorar mezclas insólitas de instrumentos que nunca haría si tuviera que tocar esa pieza en directo, nuevas maneras, estilos, armonías. La limitación que te impone la narración, en realidad, te está abriendo muchas otras puertas. Sólo hay que girar el pomo.

 

Se notan las voces más serenas, introspectivas y quizá más dulces en este disco, ¿es algo buscado?

No, supongo que es el fruto natural de mi estado, no sé.

 

¿Hay alguna canción fetiche en el disco?

En el momento en que termino una canción deja de gustarme, pero te puedo decir que Las puertas me gustó mucho mientras la hacía porque creo encontré sitios nuevos; ha abierto unas puertas, sin duda, esa canción. Malapascua es un tema a un amigo fallecido y es el tema que más me ha costado cantar en mi vida. Oceanario es una canción dedicada a una amiga que acaba de superar un cáncer, así que me movió también mucho al escribirla. Y Celebrando la Suma y Por fin son las dos canciones más románticas que he hecho nunca, así que considero un logro poder haber escrito desde ese lugar y no arrepentirme del resultado.

 

En Desvarío de un Superviviente nos sorprendes recitando y Asueto es una pieza también diferente, instrumental y con arreglos de cuerda. ¿Estás en un momento en el que puedes hacer lo que quieres sin miedo?

Bueno, lo cierto es que siempre lo he hecho. Ya hice hace mucho un tema recitado, Kill the Mosquito, que ha inspirado según me cuentan algunos otros, y me apetecía hacer otro en la misma línea aprovechando la introducción de la novela que acabo de editar. Lo de Asueto era más una necesidad del álbum. Necesitaba una pausa, un interludio en el disco antes de pasar al tercer acto. Cada disco que hago pienso que es el último que voy a hacer, y siempre parto con la premisa de que está todo perdido, de que no voy a conseguir nada, así que eso me permite sentirme más libre.

 

¿Escuchas música durante el proceso de grabación o prefieres aislarte? En caso de que hayas escuchado ¿qué ha sido?

No, no escucho actualmente mucha música que tenga que ver con lo que hago. Escucho jazz, de Ella Fitzgerald a Lounge Lizards, música instrumental tipo algunos discos de Papa M o toda la escena de Chicago, canadienses como A Silver Mount Zion, soul añejo, dub; en general, discos que me permiten olvidarme de la música que tengo en la cabeza.

 

¿Crees que volverás a girar o hacer algún concierto puntual en algún momento? En alguna entrevista has comentado que con este disco no tienes previsto hacerlo.

Puntual, no. Pero seguramente en un tiempo me apetezca girar de nuevo, no lo sé. Estoy en otro momento ahora mismo.

 

¿Crees que hay más focos puestos sobre ti o más expectación por tu trabajo después del Goya?

No lo sé, no soy los otros y aquí a la sierra no me llega muy bien internet. No es algo que me preocupe, sinceramente.

 

Después de tantos años de carrera, ¿qué te queda por hacer? ¿Tienes alguna espinita clavada de algo que siempre hayas querido hacer y no hayas podido aún?

Me apetece hacer el jardín de casa, literalmente. Lo veo muy relacionado con la creación, eso de ver crecer algo e ir cuidándolo hasta convertirlo en algo.

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