El último disco de Havalina suena a Ciencia Ficción. Entre la música electrónica y su inconfundible sonido rock se mueve Muerdesombra, noveno álbum de la banda, que ya está deleitando a toda su horda de fans. Ahora toca convencer al resto del mundo.
Desde Havalina son muy conscientes de ello. Manuel Cabezalí, cantante y compositor, admite que les han llegado a llamar «viejos» en algunos medios a pesar de que rondan la treintena. Una etiqueta que les hace poca justicia y que con una escucha a Muerdesombra queda descartada. Hablamos con Cabezalí de la gira que les espera, de cómo surge este álbum, diferente a todo lo que han hecho hasta ahora, y de qué se considera «viejo» en la industria del rock.
¿Cómo está siendo la acogida de vuestro último disco Muerdesombra (Ernie Records, 2017)?
En general, muy bien, aunque es pronto para saberlo. Ahora mismo la respuesta que tenemos es un poco la de nuestros fans, que es la gente que según sale el disco ya se lo escucha. Hay una cierta sensación de sorpresa, pero luego la gente está siendo muy agradecida. Tenemos muchos mensajes de gente diciendo «al principio no me enteraba muy bien pero le he pegado varias escuchas y ahora me encanta». A mí me sale pensar «gracias por pegarle varias escuchas» (risas). Porque va un poco de eso y no es tan fácil conseguir que la gente escuche tu disco varias veces para que finalmente lo entienda. Así que en general, ya te digo, un poco de sorpresa pero estamos teniendo críticas muy positivas.
¿Cómo ha sido el proceso de grabación?
Ha sido mucho más disco de laboratorio y no tanto de local de ensayo. Al contrario que en nuestro álbum anterior, Islas de Cemento (Origami Records, 2015), donde nos poníamos a improvisar en el local de ensayo y luego yo le ponía la letra con mi hermano. Aquí hemos tenido un proceso que ha empezado mucho más desde aquí, desde mi habitación.
¿Ese es el laboratorio?
Eso es, digamos que aquí surgían las ideas. Empezaba a trabajar no con la guitarra si no con teclados, con un bajo y con algunos loops, e intentaba dejar la guitarra para el final del proceso compositivo. Y después de tener estas maquetas era cuando lo llevaba al grupo y ahí todos juntos nos poníamos a tocarlo en el local de ensayo. Ha sido el proceso inverso. Lo que queríamos era conseguir un resultado distinto y para ello lo suyo era cambiar el método de trabajo desde el principio.
Las guitarras son ya una marca de la casa en el sonido de Havalina. ¿Cómo nace este idilio y por qué tienen tanta presencia en vuestra banda?
Mi relación con la música siempre ha estado muy canalizada a través de la guitarra. Empecé a tocarla con doce años, recuerdo que había una guitarra española por casa y mi padre se molestó en cambiarle las cuerdas y ahí empecé a tocar. Aunque ya antes de eso, con ocho o nueve años, intenté fabricarme una. Cogí una tabla y le puse como unos clavos y unas gomitas como de las cartas y, en mi cabeza, las diferentes tensiones hacían notas más agudas y más graves. También recuerdo que con diez años me ponía discos de Metallica y Iron Maiden, me colgaba una raqueta con una cinta y estaba todo el día tocando. De alguna manera empezó desde muy pequeño.
¿Producía algún sonido la guitarra que creaste?
No creo (risas). Haría algo tipo -se pone a cantar-, pero no creo que sonara muy allá. Y luego en mi adolescencia solo tocaba la guitarra, iba a la calle y salía con ella encima. Faltaba a clase para tocar la guitarra, iba al Retiro a tocar la guitarra y a ganar un dinerito con mi hermana. Era el centro de mi vida. Y así ha seguido siendo, lo que pasa es que con la vida un poco más adulta toco más instrumentos, hago más cosas, pero de alguna manera sigo ahí.
¿Cómo ha cambiado el grupo desde que erais unos desconocidos con Havalina Blu hasta ahora?
Éramos tremendamente desconocidos. Tal y como yo lo veo, la vida de artista es una especie de búsqueda constante de uno mismo. Con 20 años estaba mucho más perdido, lo recuerdo como una época de hacer música y pasarlo super bien, pero no tener ni idea de lo que estábamos haciendo. No es como ahora que hacemos un montón de cosas porque las queremos hacer. Este disco, por ejemplo, todo lo que te he contado de cómo hemos cambiado el método ha sido muy premeditado, pero en aquellos tiempos hacíamos lo que salía y no teníamos ni idea de a dónde queríamos llegar. Pero lo recuerdo con mucho entusiasmo. Cada concierto era un evento increíble. Si tenía un concierto el sábado estaba todo el tiempo pensando en ello. Eso ya no me pasa. Lo tengo más integrado en mi vida, es un día más.
¿Pero sigue haciendo ilusión?
Por supuesto. Pero sobre todo me hace ilusión en el momento de estar haciéndolo. Hay algo de tocar en directo que te conecta, como que le da sentido a tu existencia como músico, estás ahí y piensas «esto es lo que quiero hacer», pero es cierto que no puedo mantener la ilusión que tenía con 20 años ahora con 34 porque sino sería insoportable para mí (risas).
¿Prefieres el papel de músico o el de productor?
Tal y como yo lo veo están muy relacionados. Hay muchas producciones que hago en las que también toco, entonces al final la línea es un poco difusa entre una cosa y otra. Donde sí hay una gran diferencia es en el modo de vida. Básicamente, cuando eres músico viajas mucho más y es más cansado. Digamos que tienes un trabajo que se centra más en los fines de semana y estás más de aquí para allá. Recuerdo hace como unos ocho años, que tocaba con mucha gente, con Russian Red y con otros grupos, y estaba todo el día de aquí para allá. Ahora los únicos conciertos que hago son con Havalina y tengo un trabajo más de lunes a viernes, una vida más organizada. Pero creo que lo bonito para mí es hacer las dos cosas. Si dejara de tocar en directo lo echaría mucho de menos, y no creo que lo deje de hacer nunca, y producir discos tiene otra perspectiva muy bonita y me parece que es algo con lo que me puedo hacer mayor mejor. Ahora tengo 34 años y todavía soy joven, pero cuando tenga 60 sí me veo produciendo pero no haciendo giras.
¿Crees que grupos como Rufus T. Firefly, a los que produces, o incluso los propios Havalina podrán ser cabeza de cartel de los grandes festivales indie, o seguiréis siendo los «alternativos», por detrás de unos Izal o Lori Meyers, por poner un ejemplo?
Creo que grupos como Rufus o Havalina estamos en esos festivales un poco porque no podríamos estar en otros. Hay propuestas que son más asequibles para el gran público y otras que no lo son tanto. Siento que Havalina o Rufus estamos un poco testando los límites de hacer canciones que no lo son. Todos estos grupos que me mencionas tienen una cosa en común que es que hacen canciones. Música con estribillos y una serie de lugares comunes que hacen que sean un poco más asequibles, pero no hacen canciones de 8 o 10 minutos. Estilísticamente es otra historia, por eso siento que grupo como el nuestro, o Rufus, estamos abriendo un camino que es más lento. De alguna manera es como abrir un camino a machete, en lugar de ir por uno que está más abierto.
Por ejemplo, con Rufus, que ha sacado su último disco y está teniendo muy buena acogida, estoy muy ilusionado y muy contento, y sobre todo muy expectante por ver qué pasa y en qué se traduce. Es una banda que no hace canciones al uso, porque si escuchas discos de Rufus puedes oír una canción, un estribillo y luego se meten en un jardín de tres minutos de psicodelia absoluta para luego volver, eso no lo hacen generalmente los grupos que son cabezas de cartel de festivales.
Tal vez necesitamos un Festimad o algún otro tipo de festival donde encajar estas propuestas.
Sí, parece también… esto no lo tengo muy claro, pero da la sensación de que en España tenemos más cabida para los grupos de fuera que vienen haciendo eso. Por ejemplo, cuando toca Tame Impala, parece que eso nos gusta pero que lo haga un grupo de aquí… Creo que tenemos que seguir trabajando en ello, no sé, es un poco mi sensación. Quizás si tenemos esta conversación dentro de diez años hayan cambiado muchas cosas.
¿Sigue teniendo sentido que se os compare con grupos como Queens of the Stone Age o Kyuss? ¿Sigue existiendo el Stoner Rock y crees que podéis haber sido el referente nacional de este tipo de música?
Creo que Havalina es como un caleidoscopio de varios géneros y uno de ellos es el Stoner, o lo ha sido, porque por ejemplo en este último disco no hay nada de eso. Pero tenemos tanto de Stoner como de otras cosas. Siempre me ha parecido que es un género muy cerrado, los grupos de Stoner puro y duro son como muy de manual. A mí me gusta pero no quiero hacer un grupo solo de eso. Siempre que nos han puesto como referente de este tipo de música creo que se han equivocado. Tenemos influencias pero el Stoner es otra cosa. También es verdad que con Las Hojas Secas o H había más momentos de eso, pero ahora no hay ninguno. Existe un afán muy grande de etiquetar cosas y de poner nombres cuando en realidad creo que Havalina va un poco más allá de eso. La forma en la que está pensado este último disco, por ejemplo, es mucho más electrónica y menos rock. Havalina es un grupo que evoluciona constantemente.
¿Todavía se puede vivir de la música?
Es difícil. Sobre todo teniendo en cuenta, si hablamos en términos de mercado, de que la demanda es mucho menor que la oferta. Hay un montón de grupos y no hay tanto público que lo consume. Si te pones a pensar cuántas de las bandas del indie nacional pueden vivir de ello, no te salen muchas. No te salen muchas y muchas de ellas viven ahora de esto pero dentro de cinco años igual ya no. En general es un mundo muy difícil y, ¿sabes qué? hay una cosa con esto de tener éxito como artista que en España, y creo que en el resto del mundo, está muy relacionado con tener éxito joven y muy rápido. Las Hinds, por ponerte un ejemplo. Es una manera de triunfar: ser muy joven, muy fresco, descarado, tener éxito y luego desapareces y ya está. Pero no se contempla el otro éxito que es el de: ten una carrera larga, cúrratelo, ve yendo poco a poco…. Eso mediáticamente no interesa, no se reseña. A mí me ha pasado de llevar a algunos medios el disco de Havalina y que me digan «no nos interesa porque ya sois viejos, tío», y yo: ¿cómo que somos viejos? Tengo una edad muy buena para hacer música, todavía soy joven y simplemente porque lleve tocando con mi banda 15 años no le quita mérito, en todo caso debería dárselo. Pero tenemos esa cosa de que queremos lo fresco y lo nuevo, y no ayuda mucho al que quiere vivir de la música, porque el éxito tempranero no depende de ti, sin embargo el de la carrera larga sí que está más en tu mano, pero si el mundo no lo valora lo hace mucho más difícil.
¿Qué os queda por experimentar?
Mira, no lo sé, pero sí te puedo decir que con este disco hemos abierto una puerta que nunca antes habíamos abierto, que es la de empezar a crear desde la ruptura con algo que ya no quieres hacer. El otro día estábamos hablando Javi (batería) y yo sobre hacer un siguiente disco y que él cante, y hacer más cosas con voces, y también con el bajista. También habíamos hablado de hacer un disco en el que la batería no lleve platos, quitárselos y ver que pasa. La puerta que se ha abierto es la puerta del juego, que es ya un poco la que teníamos pero la estamos empezando a visualizar muy a saco y parece muy divertido. El decir: oye y si quitamos los platos a la batería, o si en lugar de tocar el bajo tocas el ukelele. Estamos pasándonos música muy distinta, no hemos hecho nada todavía porque es muy temprano pero si te digo que el siguiente disco será un cambio, aunque no sé muy bien hacia dónde.
¿Y a corto plazo?
Me temo que conciertos y giras porque no nos da la vida para más. Estamos ahora ensayando muchísimo para la gira que empieza en dos semanas. Son muchos bolos seguidos y eso es lo que nos va a tener ocupados los próximos meses y cuando haya pasado la vorágine de todo eso, el siguiente paso será siempre componer. En realidad con los grupos acaban creándose ciclos y suelen ser lo mismo: sacas un disco, haces una gira, al final de la gira te pones a componer el siguiente, te metes a grabar… y así todo el rato.
¿Cuál es tu parte favorita del proceso?
Grabar me flipa, desde luego. El momento en que estás materializando todo lo que has ido creando me parece una parte super emocionante. Eso y estar encima de un escenario.