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Escuchando Elefantes: «Nuestra esencia son nuestras voces»

Los gallegos Silvia Rábade y Carlos Tajes nos presentaron Show&Tell (2012) su primer disco, en el que apostaban por un folk-rock muy especial mientras daban guerra en las calles con sus actuaciones improvisadas. En estos cinco años les ha dado tiempo a conquistar Reino Unido, tocar con Bono de U2, poner música a una película y sacar otros discos. De los violines de su anterior trabajo, Happy Lonely People (2014), han pasado a un LP mucho más crudo y rockero con Hope (2017), que salió a la venta el pasado marzo. Con Silvia a la batería, Escuchando Elefantes se reinventa sin perder su esencia y envueltos en un halo de esperanza. Desde Crazyminds hablamos con Silvia para que nos contase cómo están viviendo todos estos cambios y nos adentramos en las profundidades de su último disco.

Ya lleváis desde marzo con el disco, ¿cuál es el balance de la respuesta del público? ¿Y el vuestro? ¿Estáis contentos con el resultado?

Estamos muy contentos con el resultado, creemos que Hope nos representa muy bien y lo que estamos haciendo en este momento. Creemos que es nuestro mejor disco en este sentido.

En cuanto a la acogida, no hay queja ninguna, a la gente le está gustando el cambio a quienes nos conocían antes y no ha habido quejas por parte de nadie, así que genial.

Habéis decidido llamarlo Hope, y la verdad es que alternáis constantemente canciones tenebrosas con otras llenas de luminosidad que dan esas pinceladas de esperanza. ¿A qué se debe esta decisión?

Antes para componer escribíamos historias o cosas por el estilo, en este disco era como que todo iba en torno a un sentimiento, y ese sentimiento común, aunque con sus variantes (Ready habla de la depresión, por ejemplo), todos tenían el calor común de la esperanza. En el disco decimos «hope” mucho durante todo el disco y de hecho nos planteamos ponerle la palabra a todas las canciones del disco, pero tampoco queríamos forzarlo tanto. Nos parecía interesante el concepto de “hay esperanza en todo lo que estamos escribiendo en este momento”. Es el primer disco nuestro que habla de un sentimiento.

¿Por qué os han salido así las canciones del disco, con ese halo de esperanza?

No lo sé, la verdad, no sé si es por algo que ha pasado con nosotros o por la música en general. El mundo de la música es muy duro y tienes que estar con la esperanza puesta al día para seguir adelante. Ha habido algunos episodios duros, yo estuve bastante pachuchilla y tuve que estar ingresada en el hospital, igual esto también influyó en las canciones que he compuesto. Supongo que todo influye a la hora de escribir estas canciones.

Somos un grupo que, por nuestro estilo musical, ese estilo con esperanza pero oscuro a la vez siempre nos ha gustado y yo creo que poco a poco lo hemos ido plasmando. Siempre lo hemos tenido, igual antes era más oscuro y ahora es más luminoso. Al final las situaciones de la vida te van configurando para hacerlo, pero la música, el arte, lo transmites según el momento en el que estés componiendo.

Y empezáis la aventura del LP abriendo con Anyway, una apuesta bastante fuerte…

Al principio somos mucho de no poner el primer single que sacamos de primera canción, pero con Anyway nos parecía importante hacerlo porque con Hope nos parecía importante remarcar que era un disco con el que íbamos a saco. De hecho, la música que estamos sacando ahora, que va un poco del folk del que estábamos acostumbrados al rock, somos más directos, vamos más a piñón y con Anyway nos pareció genial.

Luego fuimos conscientes de que teníamos que hacer canciones que fueran en la misma línea y la verdad es que luego en el disco tenemos otras canciones fuertes. Vamos alternándolas, porque es verdad que hay gente que prefiere las canciones con más caña al principio y luego las que te entran, que te llenan. Nosotros quisimos alternar y por eso Hope, que es la más emotiva y la más sentimental, va en el medio del disco.

Y hablando de canciones con fuerza, The Fight es muy distinta a todo lo que habéis hecho antes.

Sí, The Fight y Starstop son las dos que hicieron el cambio en Escuchando Elefantes. The Fight igual es la más importante, porque la teníamos grabada al estilo Happy Lonely People: con una acústica, teníamos pensadas unas líneas de violines… Teníamos una canción muy balada y ya habíamos grabado otras, ya había empezado a tocar la batería y pensamos que la canción era demasiado bonita y no queríamos quitarla del disco, pero no nos convencía cómo estaba en ese momento. Es una decisión muy dura, porque es una canción que igual llevas tocando tres años, ya la sientes como tuya y sabes que tiene que estar en el disco. Dijimos: “o lo cambiamos, o se va del disco”.

Fue un momento muy duro para los dos, pero muy bonito, porque nos dimos cuenta de que había que hacer algo y en cuanto decidimos hacerlo y cambiamos la canción radicalmente y estábamos los dos de acuerdo al 100%, fue cuando nos dimos cuenta de que si podíamos hacer eso, teníamos que cambiar muchas cosas. Ahí fue cuando hicimos Starstop y cuando pasamos al rock y nos dimos cuenta de que éramos otro Escuchando Elefantes. Estamos muy contentos con el resultado.

Te has puesto a los mandos de la batería en este disco, ¿cómo ocurrió el cambio?

Creo que ha tenido mucho que ver que lleve tanto en la música para que se me dé bien, porque pensaba que iba a ser nula. Yo llevaba toda mi vida diciendo que me gustaban muchos los baterías y me gusta mucho el ritmo, pero tenía clarísimo que nunca iba a tocarla. Me parecía mucho más fácil tocar un violín, y mira que es complicado. Pensaba que era arrítmica, pensaba que tocar y cantar era imposible, que era un don de cinco privilegiados, y de repente un día empecé a tocar el bombo, caja, bombo, caja, y luego metí plato y dije.., “ah, pues mira, puedo hacer algo”. En un mes ya estaba tocando la batería en directo y fue por la presión de Carlos, que me animaba a ello.

Es un cambio muy positivo. Yo ahora termino el concierto y pienso qué hacía antes de tocar la batería, sólo cantando. Esto es ya tan natural que me parece raro pensar en cuando no la tocaba. Cuando alguien me pregunta qué hago en el grupo, ahora directamente digo que toco la batería, he llegado a interiorizarlo hasta a ese punto.
Ahora la gente se espera un poco más en el directo el cambio, pero al principio nos decían que molaba mucho que nos cambiásemos las posiciones tocando. No sabemos cómo queda para fuera, pero nosotros nos lo pasamos genial.

Show&Tell fue un disco mucho más crudo, con el segundo metisteis violines y músicos por un tubo y con Hope os habéis pasado al rock. ¿Cómo conseguís mantener vuestra identidad?

Es algo curioso que nos dice mucha gente y nosotros también lo pensamos. Creo que Show&Tell es más bonito, más romántico, pero con Hope quisimos volver a lo crudo de Happy Lonely People y nos llevó a volver a estar los dos solos y los instrumentos después de hacer un disco con muchos músicos y muchos arreglos. Conseguimos cambiar el estilo, pero sigue siendo nuestra esencia, porque si te fijas, desde la base somos Carlos y Silvia, una voz y una guitarra. Yo creo que ese es el truco, que siempre nos vas a reconocer porque siempre vamos a ser los dos con una guitarra, por eso nos reconoces cuando nos escuchas aunque cambiemos un poco el estilo. Siempre están nuestras dos voces muy presentes. De hecho, cuando empecé a tocar la batería, nuestra mayor preocupación era que mi voz estuviera presente y que pudiera cantar, porque si no, no se podía hacer. Le dimos mucha importancia a que yo pudiera seguir cantando aunque tocara la batería. Las voces son siempre muy importantes en Escuchando Elefantes y yo creo que eso es lo que mantiene la misma línea en los tres álbumes.

Carlos y tú siempre habéis estado solos al frente del grupo y sois vuestros propios managers. ¿Cómo lo conseguís?

Sí, nos coordinamos muy bien y tenemos muy claro en ese sentido qué queremos conseguir y sabemos decirnos el uno al otro perfectamente lo que queremos. Después de estar tanto tiempo trabajando juntos, acabamos hartos el uno del otro pero de una forma muy bonita, porque estamos creando lo que queremos. Hemos llegado a un punto de sinceridad en el que si algo nos parece una mierda, se lo decimos directamente al otro. Nos apretamos las tuercas hasta desquiciarnos y ser muy bordes, sólo para conseguir el resultado que queremos y lo que buscábamos. Somos muy meticulosos, sobre todo Carlos, que es muy perfeccionista, le da vueltas a todo hasta que sabe que está todo lo mejor que puede hacerlo.

El primer disco quizá, al ser tan crudo, no pudimos poner los arreglos que queríamos, el segundo ya fue más a nuestro gusto y tiraba adonde queríamos, pero ya el tercero se forjó desde un principio como queríamos. Yo creo que con el cuarto va a ser 100% Carlos y Silvia y va a estar bastante adecuado a lo que nosotros queremos hacer.

Ya tenemos un montón de temas para el siguiente disco y va a ser más rockero, más similar a Hope. En este estamos buscando que batería y guitarra eléctrica funcionen. Va a ser muy directo.

La producción de todos vuestros discos ha sido independiente. ¿Cómo afecta ser manager y músico a la vez?

Es muy complicado, creo que casi nadie lo es, o sólo al principio, porque vender tu producto como producto cuando para ti es tu vida, es muy duro. La gente con la que tienes que trabajar tiene que comprártelo y sólo les importa si va a funcionar o no, y es lo único que les importa. Es difícil, sobre todo compaginar el tiempo que “pierdes” haciendo de mánager cuando deberías estar haciendo de músico.

Mucha gente os conoce porque desde que comenzasteis hasta a día de hoy, tocáis en la calle. ¿Por qué seguís haciéndolo? ¿Cómo conseguís trasladar el sonido del disco a un ambiente tan imprevisible como la calle?

Mi respuesta es, ¿por qué no vas a tocar en cualquier sitio si puedes hacerlo? Es muy bonito tocar en la calle, igual que lo es tocar en cualquier sitio si es lo que te gusta. La calle es un escenario más y es una pena que no se haga más.

El primer y el segundo disco eran más fáciles llevarlos a la calle, pero con este directamente lo que hicimos fue encontrar el set perfecto para poder llevarlo a la calle y tocar con él. La verdad es que las canciones tienen la misma energía en el directo que en el disco. Hay que saber adaptarse a todos los escenarios donde vas a tocar.

Habéis fichado por Big Thing Music, ¿cómo ha sido el cambio?

Sí, estamos trabajando con ellos para este concierto de Madrid, pensamos que estaba bien trabajar con alguien más que me liberarme de ser mánager y son unos chicos encantadores.

Este viernes tocáis en la Costello Club de Madrid y luego vais a Reino Unido, ¿cómo os habéis planteado el directo de este disco?

Nuestra gran fase es “vamos a darlo todo”. Después de los directos Carlos sale empapado en sudor y yo salgo exhausta, pero sobre todo salimos muy sonrientes. Siempre salimos a saludar a la gente y estamos súper sonrientes. Vamos a darlo todo y a disfrutar mucho.

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