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Entrevista Crazyminds con… Veronica Falls

La entrevista está concertada a las 19h en la sala BeCool. Llamo al número de teléfono proporcionado por la discográfica y salen a recibirme. “Acabamos de llegar y los chicos se han puesto con la prueba de sonido. Si no te sabe mal, prefieren probar el equipo antes de la entrevista; aunque no creo que tarden mucho. ¿Prefieres esperar, o quieres pasar a ver la prueba?”

Ante la mirada de Univers, el proyecto paralelo del guitarra y voz de Mujeres, Yago Alcover, Veronica Falls prueban minuciosamente los instrumentos y el equipo. Parece que Roxanne Clifford, situada a la izquierda del escenario, junto de la pared, no oye con claridad los monitores a causa de los efectos desconcertantes del sonido de retorno. El técnico le asegura que, una vez la sala se llene, el público abosorberá el retorno y no interferirá con los monitores. No queda muy convencida y pide que bajen el sonido de los otros instrumentos. El bajo suena demasiado fuerte. Ejecutan Tell Me y Found Love in a Graveyard. Para un profano suenan cristalinas, pero Roxanne sigue pidiendo cambios. La prueba se alarga hasta pasadas las 20h. El técnico le asegura que el sonido será perfecto. James Hoare da su visto bueno y Marion Herbain hace notar que el sonido que le llega por sus monitores es un poco estridente; Roxanne confía en que todo vaya bien, aunque no parece muy convencida. Univers tendrá poco tiempo para probar y preparar su equipo. Está claro que el concierto empezará más tarde de lo anunciado.

Nos dirigimos a la taberna irlandesa contigua, Dublin. Primero charlan un buen rato con Derek Robertson, de The 405. Cuando llega mi turno, me piden ayuda para descifrar los ingredientes que aparecen en la carta; no tienen ninguna en su idioma. Mientras esperamos que les traigan la cena, entre cervezas y cocacolas, les agradezco que me hayan concedido la entrevista y los felicito por su nuevo disco, un disco que reafirma la impresión del debut, de que nos encontramos con una banda con un sonido propio, que ha alcanzado en poco tiempo un estado de gracia y que tiene por delante una carrera prometedora. A pesar de los problemas de la prueba, Roxanne desprende simpatía por los cuatro costados. Tiene una mirada límpida y dicharachera; mira directamente a los ojos, y aunque el jaleo de la taberna hace que mi inglés chapurreado se entienda menos aún que de normal, nunca se le borra la sonrisa. A su lado, James tiene aspecto distraído; pero no: suyas son las respuestas más chispeantes y el humor socarrón con el que salpica la entrevista. Es de ese tipo de personas que te asegura veladas de franca diversión. Marion es una chica encantadora: ojos oscuros y curiosos, sonrisa diáfana, atenta y de ideas bien asentadas. De los cuatro, Patrick parece ser el único que tiene su mente ya puesta en el concierto; sólo interviene cuando sus compañeros parecen quedarse sin respuesta, y contesta con precisión de cirujano. Aun así, su amabilidad, como la del resto de sus compañeros, es, simplemente, exquisita.

Haciendo el esfuerzo mutuo de comprendernos por encima del bullucio casi ensordecedor de la taberna en plena hora punta, empezamos a charlar.

Crazyminds: Waiting for Something to Happen… ¿Qué es lo que espera Veronica Falls que ocurra en el futuro, teniendo en cuenta vuestros inicios y vuestra evolución hasta este segundo álbum? 

Roxanne Clifford: (Risas.) Hay momentos en el que, cuando escuchamos las canciones que estamos a punto de tocar, estoy convencida de que contienen algo que hará que se pongan muchas cosas en marcha. Aunque muy a menudo dude, crea que tomamos decisiones erróneas y esté todo el rato insatisfecha y criticando el resultado, sin embargo, parece como si un algo intangible nos acompañase e hiciese que todo salga bien. Son esos momentos los que me hacen confiar en lo que hacemos, los que me abren los ojos y me hacen ver que, en realidad, sí que estamos logrando hacer algo nuevo, que nuestro sonido sigue evolucionando y, bueno, en ello seguimos. En cuanto a lo que nos depara el futuro, no podemos hacer otra cosa más que esperar a que llegue. Bastante tenemos con conseguir dar forma a las canciones, decidir los arreglos, añadir cosas, ajustar las letras…

James Hoare: La verdad es que preferimos no preocuparnos por el futuro y centrarnos en lo que hacemos, en componer canciones y mejorar nuestra técnica. Al fin y al cabo sólo cuando estás seguro de lo que haces, de la calidad de las canciones que tocas, puedes convencer a los demás.

Marion Herbain: Ahora mismo estamos muy emocionados por presentar las nuevas canciones a un público y poder ver cuál es su reacción. Eso les insufla vida, nos hace conscientes de cuáles funcionan, nos permite verlas desde otra perspectiva. Piensa que apenas las hemos tocado en directo, y ya ese hecho en sí es muy especial para nosotros, que nos ayuda a mejorar tanto en la composición como en el directo.

C: De todos modos, se os oye más seguros, más afianzados como grupo en este disco. ¿Os sentís así?

RC: (Titubea unos segundos.) Sí, es posible que sí… Diría que hemos dado con algo que se nos escapaba, que hemos conseguido capturar el sonido real de la banda, como tal, durante la grabación de este álbum, algo que apenas se ve en las viejas canciones. Creo que hemos ido ganando seguridad, cosa que también se ha visto reflejado en la composición. Hemos trabajado mucho este aspecto, y se ha vuelto un aspecto fascinante, más profundo, que alcanza nuevos niveles a los que no llegábamos años atrás. Incluso diría que se ha vuelto como algo más natural, más intuitivo.

C: ¿Escribís con más facilidad que en vuestro primer álbum?

JH: Nos hemos dado cuenta de que hemos escrito con mayor fluidez y más rapidez que en el anterior álbum. Porque, por otra, no tuvimos más remedio. Aparte del hecho de capturar las canciones a medida que se nos ocurrían, mientras estábamos de la gira, etcétera, nos pusimos una fecha límite para grabar el disco. Poner un plazo tiene efectos positivos a la hora de escribir, aunque también tiene otros negativos. Pero ese es el precio a pagar cuando te autoproduces.

RC: Bueno, yo no diría que la escritura haya sido más fácil; depende en realidad de muchos factores. Pero no queríamos que corriese mucho tiempo.

MH: El hecho es que preferimos producirnos nosotros mismos. Nuestro amigo Rory Attwell grabó las canciones, que interpretamos prácticamente entero en el estudio como una banda, en vez de grabar cada pista por separado y mezclarlas. Pero actuó más como ingeniero que no como productor.

RC: Sí, nos hemos producido el disco para sonar tal como nos gusta, y evitar así los errores del anterior disco.

C: ¿Concebisteis el disco como una unidad, una obra conceptual?

RC: No, la verdad es que, como decía James, teníamos unas cuantas canciones que capturábamos en cuanto se nos ocurrían. De otras, teníamos algunas líneas escritas, algún instrumento, pero nos tuvimos que esforzar para completarlas, para añadirles la letra… Eso pasó con unas cinco canciones, más o menos. Así que este disco es el resultado de unir elementos dispersos que habíamos ido recopilando, pero con el rodaje adquirido. Las canciones acabaron interactuando entre ellas, les añadimos los arreglos… Tengo que decir que, sin nuestro primer disco, ese primer paso, no habríamos llegado hasta aquí.

C: Tras la excelente acogida de vuestro debut, y ser mimados por medios como Pitchfork (que han estrenado vuestro álbum en primicia mundial a través de su servicio de streaming Pitchfork Advance), ¿habéis notado la presión durante la creación del álbum?

JH: Bueno, siempre existe esa presión. Es algo que no puedes quitarte de encima cuando sabes que la gente espera un resultado. Aparte, tienes los problemas de agenda, las exigencias del presupuesto, pero al final no te queda otro remedio que olvidarte de todo eso y centrarte sólo en la música.

RC: Sí, no te queda otra que lidiar con la presión que surge cuando estás en boca de todo el mundo porque, si no, puedes acabar volviéndote chalado. Pero sí… Al fin y al cabo, nunca sabes cómo van a salir las cosas. Todo resultaba tan fascinante en el 2009, las sensaciones, la reacción del público, todo era nuevo para nosotros; y cuando lo recuerdas, intentas no dejarte arrastrar por la presión cuando entras en el estudio.

C: ¿Qué me podéis contar de la experiencia vivida en vuestro tour? Europa, América…

JH: Te sientes en una vorágine. Estás en una ciudad, no sé, digamos Pittsburgh, y apenas has llegado que ya te llevan a otro sitio, y más tarde vuelves a aquella ciudad, y te das cuenta de que, entre el primer y el segundo concierto, la gente alza sus teléfonos, cantan los estribillos, y entonces siente la euforia y el amor por el trabajo hecho, por las canciones. Da la sensación de que te revitaliza, cambia para mejor la forma de trabajar y parece que te facilita la escritura.

Patrick Doyle: Te das cuenta de que las cosas funcionan cuando vuelves a tocar en una ciudad donde creías que habías fracasado y ves que acude cada vez más gente a verte, que se conocen las canciones; cuando oyes que tu grupo está en boca de todos y da la sensación que, la próxima vez, aún vendrá más público. Todo eso anima a seguir adelante y te lo hace todo más fácil, más llevadero.

RC: La gira, sin lugar a dudas, nos dio a conocer al mundo. Al principio no teníamos expectativas. Nos sentíamos libres para hacer lo que quisiéramos, aunque tocásemos para cuatro gatos, pero nos lo pasábamos bien. Además, el contacto con la gente era mucho más cercano. Más adelante, bueno, cuando parece que ya te has labrado una reputación, obtienes unas recompensas que antes ni soñabas, pero es muy diferente, sobre todo cuando tocas en festivales; parece que pierdes el contacto con el público, la perspectiva con la que tocábamos al principio. Ahora que volvemos a tocar en salas como la BeCool nos sentimos mucho más cómodos. Nos encanta este contacto más cercano.

C: ¿Qué os motivó a cada uno iniciar la carrera musical?

JH: He estado escuchando música desde que tengo uso de razón; empecé a tocar a los nueve años, y ya de pequeño quería formar parte de un grupo, así que, en mi caso, estaba prácticamente cantado.

RC: Siempre he considerado la música como mi sueño, una forma de salir de la oscuridad, de crecer y de recorrer un camino que condujese allí donde yo quería. Para mí, esta era la razón más importante para tocar.

MH: En mi casa, de pequeña, en vez de contarme cuentos, mis padres ponían discos. Nos pasábamos la tarde escuchando y hablando sobre los álbumes que nos gustaban. Mi padre también era bajista, así que la elección del instrumento surgió de forma casi natural. También sabía que acabaría formando parte de un grupo, conociendo a gente, viajando…

PD: La verdad es que nunca lo he considerado seriamente. Quiero decir, mi hermano mayor tiene un coche fantástico; una vez pone en marcha el motor nos lanzamos por ahí sin preocuparnos de cómo funciona, cuánto consume, etcétera. Tan sólo lo disfrutamos; igual con la música.

C: A la hora de escribir las letras sobre amores no correspondidos, ¿vertéis vuestras experiencias personales, o se trata de meras ficciones? ¿Pensáis que, a tenor de lo que se oye actualmente, el amor es visto por vuestra generación desde un punto de vista más cínico?

RC: ¿Cínico? (Medita un momento.) Creo… Creo que el amor comporta deseo, y que, de alguna forma, está envuelto en un halo de melodramatismo con el que no tienes otro remedio que lidiar. Cuando estás inmerso en ese proceso, es inevitable que alguien, desde fuera, pueda decir que tengas un punto de vista cínico.

MH: Sí, es bastante más complejo que todo eso. En algún momento te das cuenta de que el amor no es… definitivamente no es muy realista, te aparta de la realidad, la exagera, la deforma. Tiene tantas facetas…

C: En este disco se os nota más asentados, más seguros; por otra parte, aun a pesar de que vuestras letras no caen en el típico romanticismo ingenuo tan habitual en el pop, sino que hablan del amor desde el escepticismo y el desengaño, Waiting… suena mucho más optimista que Veronica Falls. ¿Fue premeditado o surgió espontáneamente?

RC: ¿Más optimista? Sí, bueno, puede que tengas razón. Como decía, algunas canciones ya venían con nosotros durante la gira, y las fuimos puliendo mientras nos asentábamos como banda. Sí, creo que ese optimismo se trasluce en el disco.

JH: Pues yo creo que nos han quedado demasiado edulcoradas.

El comentario de James les arranca carcajadas a los cuatro miembros de la banda. Se los ve distendidos, a pesar de que en breve tiene una actuación. En ese momento les sirven la comida, que se pasan con esa camaradería tan propia de un grupo de amigos que ha salido de viaje. Cualquiera que pasase junto a la mesa pensaría que se tratan de unos estudiantes de Erasmus que están disfrutando de la noche barcelonesa. Les deseo buen provecho y les digo que los dejo disfrutar tranquilos de la cena, pero ellos, derrochando simpatía y amabilidad, me urgen a seguir charlando con ellos.

C: ¿Cuál es vuestra visión de Internet en el negocio de la música? ¿La veis como una herramienta útil para vuestra promoción, o consideráis que servicios como Spotify dañan al sector musical?

RC: La verdad es que no estamos muy puestos. Tenemos una página web donde la gente puede consultar información sobre los conciertos, noticias y demás, pero no la llevamos nosotros. Es un asunto de la discográfica; nosotros nos centramos exclusivamente en la música.

MH: Sí, es una tarea aburrida. No nos implicamos en ella.

RC: En cuanto a herramientas como Spotify o SoundCloud, creo que es una forma nueva y diferente para dar a conocer nuestra música a la gente, pero, como te decía, la verdad es que sólo nos preocupamos de hacer el mejor disco posible.

MH: Por otra parte, la gente que le gusta tu trabajo comprará el disco; por eso intentamos hacerlo lo mejor posible, dotarlo de un aspecto bonito, incluir notas y comentarios, fotografías, usar material e impresión de calidad; que nuestros seguidores se lleven un objeto lo más bonito posible, que pueda atesorar y por el cual merezca la pena gastarse el dinero. Por otra parte, quien vaya a descargarse nuestro disco lo hará de todas maneras, así que no cabe preocuparse.

JH: Nos esforzamos por hacer el mejor disco posible; no tan sólo por el disco en sí, sino para que la gente venga a vernos, a disfrutar de la música. Desde luego, no para vender más que American Idol.

Charlamos unos breves instantes sobre nuestros gustos musicales, pero el barullo se hace ensordecedor y no quiero entretenerlos más, así que nos despedimos y los dejo disfrutar tranquilos de las hamburguesas antes de que diesen uno de los conciertos más entrañables del año. Pasen y lean, si no.

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