Cuando en 2012 Pasajero publicó Radiografías, la urgencia de la grabación y del momento les llevó a dar forma a un disco de guitarra, bajo y batería. Poco a poco, el sonido de la banda madrileña ha ido evolucionando hasta llegar a Antídotos fugaces, el tercer álbum del grupo liderado por Daniel Arias y en el que los elementos electrónicos adquieren un protagonismo fundamental pero sin alejarse de la esencia rock del grupo.
Hablamos con el propio Dani, para conocer un poco más acerca de este prometedor trabajo que ojalá les posicione definitivamente en el lugar que merecen dentro del rock de este país. Canciones que podrían hablar de cualquiera de nosotros, directas y con un sonido depurado. Las credenciales de Antídotos fugaces son muchas, así que dejamos que el principal responsable de estos temas nos explique para qué sirven estos antídotos y por qué la música es en muchas ocasiones la tabla de salvación de nuestras vidas.
Tras formar parte de Nuevenoventaicinco y Zoo, en 2012 ya formando parte de Pasajero, publicáis vuestro primer disco Radiografías. ¿Cómo has vivido personalmente este ir y venir en diferentes grupos?
Han sido diferentes etapas en las que, a nivel musical, los cambios han ido ligados a las diferentes personas que me he ido encontrado o con las que compartía determinado momento. Pero también ha sido importante el hecho lógico de ir madurando y haciéndome mayor, que ha propiciado que escuche más música y busque enfoques diferentes con respecto a lo anterior.
Con Nuevenoventaicinco éramos más jóvenes, hacíamos un rollo más hardcore y más cañero. El paso a Zoo, donde seguimos algunos de los que estábamos en Nuevenoventaicinco, sí que supuso un cambio a nivel musical en el que intentamos probar otras cosas. Muchas veces me han preguntado si renegaba de lo anterior, pero no es así. No es tanto el hecho de quitarte cosas para hacer otras nuevas, sino que se trata de ir incorporando elementos para encontrar sitios nuevos que definan el momento en el que estás.
Después de esto, pasó algo parecido con el cambio a Pasajero. Aquí, con Josechu (que ya había estado en el último disco de Zoo), nos pusimos a buscar nuevos enfoques y cosas que no habíamos probado antes.
Para mí es que es un poco aburrido hacer siempre lo mismo y lo que más me interesa es probar cosas nuevas. La madurez, como he dicho antes es importante, porque aunque ahora me sigue gustando el hardcore y sigo yendo a este tipo de conciertos, ahora me pongo un disco de Bon Iver y me influye e inspira. Eso sería impensable cuando tenía 19 años (risas).
Por tanto, ¿es Pasajero el proyecto más abierto de los que has tenido?, ¿es aquí donde puedes dar rienda suelta a todo ese espectro musical y a todas las influencias y gustos que tienes?
Por supuesto, cada vez todo se va abriendo más. Igual que Zoo ya era más abierto que Nuevenoventaicinco, creo que Pasajero lo es aún más. Es una cuestión de apertura de oído y que sucede de forma natural, sin premeditarlo. La madurez creo que consiste en cerrarte cada vez menos.
Después del primer disco de Pasajero, en Parque de atracciones y ahora en Antídotos fugaces, se ve una clara evolución en el sonido y en las letras. Ya has dicho que no es algo premeditado, que no te lo pones como objetivo principal, pero ¿responde a una necesidad personal de evitar el continuismo?
De alguna manera sí que intentas no repetir cosas que ya has hecho o ir a sitios en los que ya has estado. Por ejemplo, Parque de atracciones tenía canciones que eran algo oscuras y para este disco, desde los bocetos iniciales, se intentó dar un poco más de luz a los temas. Después, cuando lo hemos montado entre los cuatro, sí que pensamos en construir determinadas canciones en torno a la electrónica, cosa que antes no habíamos hecho de manera tan clara. Nos planteamos ciertas cosas, pero ese planteamiento no tiene que ver con que eso pueda funcionar mejor o porque vayamos a sorprender más, simplemente es algo que nos va pidiendo el cuerpo.
Ya has hablado de que en este trabajo adquiere una mayor importancia la electrónica. ¿Qué habéis querido transmitir con la inclusión o el refuerzo de estos nuevos elementos?
Al principio no lo teníamos muy claro. Buscábamos ciertos sonidos de bandas que nos gustaban. Queríamos hacer una electrónica que no fuera demasiado naif, sino algo más agresivo, como lo que hacen bandas como Nine Inch Nails o Radiohead, que usan la electrónica desde un punto de visto que a veces es incluso incómodo.
Gracias a la incorporación de Javier en la gira de Parque de atracciones y que ya en este disco ha participado en la grabación, nos hemos permitido el lujo de probar muchas cosas y de investigar en la búsqueda de ese tipo de sonidos. Y, como te he dicho antes, no queríamos que la electrónica fuera un instrumento más que, en algunos momentos, esté casi de fondo, sino que pretendíamos construir la canción alrededor de, por ejemplo, una secuencia o de un loop.
En la hoja de promoción se hace especial hincapié en que las diez canciones que componen el disco se han cocinado a fuego lento, con calma. ¿Puedes explicarme cómo ha influido esto en cada uno de los temas?
En el primer disco, por ejemplo, no quisimos maquetar por no perder frescura y no tanto por falta tiempo. Como era el primero y no sabíamos muy bien por dónde tirar, quisimos hacer algo fresco y nos metimos directamente en el estudio. En este álbum hemos hecho casi lo contrario, maquetando las canciones, dedicándolas el tiempo que necesitan, analizándolas… Esto tiene un lado bueno, que es el hecho de poder llevarte las canciones a casa, masticarlas durante semanas, pensar entre los cuatro los arreglos e ir depurándolo todo hasta que queda como quieres. Pero también tiene un lado menos bueno y es que puedes perder un poco de perspectiva, porque al pasar los meses se pierde un poco la frescura inicial y ya no sabes si te gusta lo que haces, si has cogido el camino adecuado, etc.
¿Cómo definirías este Antídotos fugaces?, ¿cuáles son estos antídotos?
Para nosotros esos antídotos son, sin duda alguna, la música. Todos trabajamos y tenemos nuestra vida al margen de Pasajero y claro, en el día a día a veces surgen cosas que te pueden gustar menos y que generan ciertos venenos a tu alrededor. De alguna manera para nosotros, aparte de que somos muy buenos amigos, Pasajero es esa vía de escape y estas canciones han sido un salvavidas para sobrellevar algunos de esos venenos en los que nos hemos visto metidos durante estos años.
¿Crees en el poder sanador de la música?
Por supuesto.
¿Es más necesaria cuando las cosas van mal?
A veces se dice que cuanto peor te van las cosas, mejor compones y escribes. No sé si es así, pero desde luego que hay más material para trabajar que cuando las cosas te van de la hostia. Yo creo que Donald Trump no escribiría muy buenas letras porque le va todo muy bien (risas).
En cuanto a las letras de las canciones, ¿cuál ha sido tu proceso creativo?, ¿eres más de escritura inmediata en servilleta de papel o de rutina diaria?
La verdad es que me siento poco a escribir porque cuando lo he hecho se ha quedado la hoja en blanco. Es que es un proceso mental que yo tengo 24 horas al día. Por eso no me cuesta aprenderme las letras de las canciones, porque realmente no las escribo. Sí que tengo un montón de hojas, servilletas, archivos de Word, mails… con anotaciones, pero muchas veces apunto las cosas solo para que no se me olviden.
Yo soy un tipo muy lento escribiendo. Soy lento y exigente, lo cual me obliga a trabajar mucho y con tiempo. Por ejemplo, si acabamos de sacar este disco, para empezar a preparar el siguiente que igual sale dentro de uno o dos años, me tengo que poner a escribir ya. Intento inspirarme continuamente leyendo o viendo cine, pero a veces voy a frase por semana, así que imagínate. Por eso para mí es muy importante no tener prisa con las letras. En otros momentos de mi vida sí que he tenido que escribir con más prisa porque empezábamos a grabar y no tenía las letras listas y es algo con lo que lo paso muy mal, de verdad.
¿Qué pretendes transmitir a nivel de textos cuando escribes una canción?
Yo escribo sobre las cosas que me pasan y el entorno en el que vivo, no me invento historias ficticias. Yo creo que una cosa bonita que tiene la música y sobre todo la parte lírica de una canción, es la sensación que tienes cuando escuchas una letra y parece que está hablando de ti. Existe esa conexión entre el oyente y la persona que lo ha hecho. Digamos que yo intento que eso suceda, no digo que lo consiga, pero lo intento. La búsqueda es eso, contar algo tuyo personal que pueda conectar con los demás. Yo siempre digo que esto es la individualidad común, porque nos pasan cosas y muchas veces pensamos que somos los únicos pero hay mucha gente que está igual que tú.
El disco comienza con tono relajado, con Allí, para explotar con las siguientes canciones. Tiene cierto aire melancólico, suena como a preparación hacia lo que va a venir después, como una especie de intro.
Eso es. Lo has clavado (risas). Sabes que preparar el orden de las canciones que lleva un disco es una cosa que lleva tiempo y cuando decidimos poner Allí la primera fue por ese motivo que has dicho, porque va entrando poco a poco y es una introducción al grueso de lo que te vas a encontrar en el disco.
Los dos adelantos que conocíamos antes de la salida del disco, Francotiradores y Hombres tristes son dos auténticos trallazos, totalmente adictivos. ¿Son las canciones que mejor resumen el espíritu general del disco?
Podría ser, pero es un poco difícil concentrar todo lo que hay en el disco en una canción o dos. Cuando sacas un primer o un segundo adelanto sí que intentas que sea así, que la mayoría de los matices que luego vas a contar en el resto de canciones aparezcan ahí para que el oyente se haga una idea de lo que se va a encontrar.
Por otro lado, hay determinados pasajes en el álbum, como pueden ser Puntos de tangencia o Plan B, que no quedan reflejados en Hombres tristes y Francotiradores. Así que también nos guardamos una parte de sorpresa para que el oyente se vaya encontrando cosas diferentes según va escuchando el disco.
Además con estos dos adelantos ocurre que se quedan en tu cabeza de manera casi inmediata. El estribillo de Francotiradores o la letra de Hombres tristes con esa serie de antítesis, son dos de los momentos más importantes del disco desde mi punto de vista.
Sí, es que con Hombres tristes ocurre que, como la parte lírica del disco es más relajada y menos triste que en Parque de atracciones, quería meter aquí ese punto de ironía en el que los hombres tristes se ríen, lo cual me parece una buena carta de presentación para este trabajo.
Dices que Antídotos fugaces tiene más luz que vuestros trabajos anteriores, pero la portada, que a mí me fascina, es bastante oscura. ¿Qué pretende decir esa imagen tan potente y qué relación directa tiene con las canciones del disco?
Como te comentaba antes, los antídotos son la manera de escapar de ciertas dinámicas que generan venenos o que nos separan. Entre esas cosas que a veces nos separan está la tecnología y la portada alude un poco a eso, a la despersonalización que a veces sufrimos por estar rodeados de tanta tecnología, de tantas redes sociales y de tantas cosas que, desde luego que nos acercan y son herramientas muy buenas para determinadas cosas, pero creemos que en ocasiones nos separan demasiado.
El disco ha sido editado únicamente en vinilo y en plataformas digitales.
La verdad es que fue una decisión de Ernie Records, que nos propuso sacar vinilo y era algo que nos hacía ilusión desde hacía tiempo. Nos dijeron que iban a sacar una primera tacada de vinilos y que el CD se quedaba de momento en un interrogante. La verdad es que nos pareció bien, tampoco lo hemos pensado mucho.
Al hilo de esto y, viendo que la forma de consumir la música cambia de manera rápida casi cada año, ¿cuál crees que es el futuro de la música y de los discos? A día de hoy parece que el streaming es la realidad más palpable, pero ¿crees que el soporte físico morirá definitivamente?
Con cualquier soporte que ha ido saliendo a lo largo de la historia siempre han dicho que iba a ser el definitivo y no ha sido así. Yo creo que tal y como evoluciona el mundo de las tecnologías, tiene bastante pinta de que el streaming es el futuro, aunque siempre habrá gente purista o romántica que seguirá escuchando cedés o vinilos.
El futuro está ahí y sobre todo en los directos, que es lo que mantiene vivo todo esto.
Está claro. Que el directo no se muera nunca porque si no sí que estamos jodidos.
Vuestra carrera ha ido paso a paso. Os disteis a conocer con Radiografías, pero con Parque de atracciones la repercusión fue aún mayor. ¿Hasta dónde querríais llegar con Antídotos fugaces?, ¿algún objetivo concreto de cara a lo que está por llegar?
Los objetivos que nos marcamos son bastante a corto plazo, porque ponerte metas más altas o generar excesivas expectativas con un disco, puede ser algo frustrante si al final no logras cumplirlas. Esa ha sido la filosofía que hemos mantenido siempre ha sido la de ir cumpliendo etapas según las oportunidades que se nos presentes y, sobre todo, no perder esa perspectiva. Que todo esto siga siendo un antídoto y no un veneno. Además tenemos que mantener los pies en la tierra porque la música aún no nos da como para dedicarnos solo a ella. Por eso el enfoque tiene que ser relajado, divertido y sano.