La historia comienza como la de muchas bandas: dos chavales que se conocen en el instituto empiezan a trastear con las guitarras y forman un grupo. Pero eso es lo único convencional de estos chicos de Goiânia (Brasil), que pueden presumir de haber tocado en los festivales de medio mundo con tan solo dos discos bajo el brazo.
Dinho Almeida (voz, guitarra) y Benke Ferraz (guitarra) pueden parecer tímidos al principio, pero un rato con ellos basta para ver que hay mucho detrás. Tras el despegue de la banda en 2013 con As Plantas que Curam (Other Music Recording), la prensa se ha apresurado a colocarles todo tipo de etiquetas. Las de “psicodelia” o “tropicalismo” son las más escuchadas por Dinho y Benke que, aunque se han acostumbrado, a sus veintidós años no están dispuestos a dejarse encasillar.
Charlamos un rato con ellos antes del concierto del pasado viernes en la sala Boite. La tranquilidad con la que contestan las preguntas no concuerda con la explosión que puede verse por la noche sobre el escenario. Lo que sigue igual son las sonrisas, de oreja a oreja, de estos privilegiados que han conseguido meterse en el bolsillo a todos los medios, desde Pitchfork a The New York Times.
Gran parte de vuestro segundo LP, Manual (Other Music Recording, 2015), fue grabado en Gijón. ¿Cómo acabasteis haciendo un disco en Asturias?
Benke: Jorge Explosión, el dueño del estudio, vio uno de los conciertos que dimos en el South By Southwest, en Estados Unidos. Dos meses después tocamos en el Primavera Sound y volvimos a ver a Jorge, entonces nos ofreció su estudio y nos pareció buena idea grabar el álbum allí, aprovechamos que estábamos en España y paramos un poco la gira. Creo que solo un par de canciones no se grabaron allí. La verdad es que nos encantó vivir en Gijón esas tres semanas.
El título completo del álbum es Manual, or free guide to the dissolution of dreams. ¿Qué significa?
B: Lo esencial era eso de manual, la forma en que hemos hecho el álbum, el resto era más para darle un toque. Un manual puede ser algo que te diga lo que tienes que hacer o puede significar que algo está hecho a mano, así que supongo que el subtítulo “la disolución de los sueños” puede dejar más abierto el significado o puedes transformarlo en lo que quieras.
Con el boom de grupos como Tame Impala o Temples, ¿creéis que es un buen momento para ser una banda de rock psicodélico?
B: Si te refieres a la industria, los conciertos o ser conocidos en distintos lugares… creo que es el mejor momento, pero las canciones que nosotros hacemos las llevamos componiendo desde el instituto. No es que hayamos decidido ser una banda psicodélica, la gente siempre intenta etiquetar las canciones para poder venderlas. Por ejemplo Temples, si no estuviésemos en esta ola de psicodelia new-cave, sería una especie de banda tributo que toca rock sesentero. Hoy en día hay un cierto renacer de este estilo, pero supongo que nunca pensamos “vamos a hacer canciones psicodélicas”.
Dinho: En nuestro primer disco lo que intentábamos era experimentar. Si piensas en los primeros grupos que hicieron psicodelia eran solo chavales tratando de experimentar y hacer algo diferente. Aunque hoy en día esté de moda, nosotros preferimos ser más libres.
¿Es fácil vivir hoy en día de la música en Brasil?
B: Nosotros lo estamos haciendo, pero supongo que también es porque no hemos parado de hacer cosas. Tocamos todo el tiempo, salimos fuera de Brasil…. Esto también cuenta. Ahora estamos haciendo un tour por Europa, luego volveremos a Brasil, la mayoría de las bandas brasileñas no salen de allí.
D: Creo que puedo contar con los dedos de una mano las bandas que viven de esto. Es decir, viven de la música pero también producen y tienen más proyectos.
¿Se conoce el rock brasileño más allá de vuestras fronteras?
B: Supongo que no, pero no es tan raro. Tenemos algunos grupos indies muy buenos de los que probablemente aquí nunca se hayáis oído hablar. No creo que incluso los fans de Boogarins conozcan muchos más grupos brasileños de rock. Es decir, casi todo el mundo conoce a Os Mutantes, claro, conocen también gente de los sesenta y setenta, pero es raro encontrar gente de fuera que conozca más grupos de los que suelen sonar hoy en día.
¿Qué grupos diríais entonces que os han influenciado?
D: Yo escuchaba mucho a Júpiter Maçã en el instituto, aunque las cosas han cambiado mucho desde entonces (risas). No sé si lo llamaría influencia, pero desde luego sí es el tipo de artista que nos gustaba versionar cuando éramos adolescentes. Es solo un nombre de muchos que podría darte. Supongo que no nos influía tanto su música sino lo que hacía, cómo mezclaba las canciones y usaba las letras.
Habéis sacado el álbum en vinilo, también un casete con Burguer Records, e incluso grabasteis de forma analógica vuestro último disco. ¿Creéis que estamos volviendo a los viejos tiempos o es una moda vintage?
B: Supongo que la gente hoy en día lo tiene muy fácil para conseguir música, pueden bajársela y no tienen que comprar el vinilo para poder escuchar las canciones. Puede ser una moda vintage, pero también podría ser que, como internet permite a la gente acceder a toda clase de música, sabes que si alguien compra tu vinilo es porque lo quiere. El dilema ya no es cuál es la forma más fácil de vender tus canciones. Hoy en día con un pendrive podemos escuchar la música en el ordenador o en el coche, así que los músicos ya no necesitan vender lo que hacen en el formato que esté más de moda. Sabes que si la gente compra tu cassette es porque les gusta lo que haces. Incluso en Brasil, donde es muy caro sacar vinilos, los grupos están empezando a vender así su música porque la gente lo compra.
Leí que la canción Avalanche hablaba de lo que ocurrió en Brasil durante el mundial de 2014, ¿cómo veis la situación actualmente?
D: Escribimos la canción durante la copa del mundo pero la situación lleva así mucho tiempo.
B: La sociedad moderna está absorbiéndolo todo. Estoy seguro de que si la canción hubiese salido el año que viene con los juegos olímpicos la prensa lo hubiese relacionado con ese momento. Pero es una situación viene de lejos.
D: Es como la mierda que se sale del retrete. Todo el mundo puede verla y olerla (risas). Antes de la copa del mundo estábamos en un momento de crecimiento económico en Brasil, y luego poco después: puff. La gente decía “ya verás después del mundial”, e hicieron un montón de construcciones, hicieron lo del metro… cosas que todavía están sin acabar. Decían que iban a cambiar el país pero fue solo algo momentáneo. Muy pocas personas disfrutaron esas mejoras. Cada vez que hay un evento similar la gente se emociona, creo que tal vez eso sea lo que va mal en Brasil. Lo que quieren es conseguir dinero para sacar proyectos adelante pero lo único que hacen es maquillar las ciudades. Creo que tenéis una situación parecida en España. También tenéis construcciones de mierda y corrupción. En Brasil hay mucha gente que ha tenido que devolver millones robados del dinero público. Nosotros no sabemos realmente qué hay detrás pero lo que sí vemos son los edificios a medio construir.
Durante el mundial todos los medios se centraron en esa situación.
D: De hecho nosotros estábamos en Gijón cuando ocurrió y todo el mundo nos preguntaba por las protestas. La gente estaba atenta a lo que ocurría porque pasó durante el mundial, pero también tenemos protestas y corrupción cuando no hay mundiales. Por eso Avalanche no habla solo de ese momento sino de cómo es todo Brasil. Es un poco cómo asimilamos todo lo malo que ocurre en nuestro país metido en una canción (risas).
¿Qué les queda hacer a los Boogarins?
B: Es difícil saber qué pasará en el futuro porque no tenemos muy claro qué estamos haciendo ahora (risas). Cuando más gente de la que esperabas empieza a escuchar tu música te emocionas, incluso aunque no quieras pensar en ello. Por eso preferimos no planear nada. Solo esperamos que vengan cosas buenas y si vienen iremos a por ellas. No es que estemos viviendo un gran sueño, más bien seguimos persiguiéndolo.